¿Está EE.UU. al borde de una recesión?

¿Habrá recesión o no? Esa es la pregunta del millón que se hacen muchos economistas, inversores y ciudadanos. La respuesta, como suele pasar en economía, no es sencilla ni definitiva. Depende de a quién le preguntes, de qué datos mires y de cómo interpretes la realidad.

Según algunos economistas de Wall Street, la economía estadounidense está en riesgo de entrar en recesión en 2024. Ellos argumentan que la subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal para frenar la inflación tendrá un efecto negativo sobre el consumo y la inversión. Además, el aumento del precio del petróleo encarecerá el transporte y la energía, lo que reducirá el poder adquisitivo de los hogares.

Sin embargo, otros economistas son más optimistas y creen que la economía estadounidense seguirá creciendo a un ritmo moderado. Ellos sostienen que la inflación es transitoria y que se moderará cuando se resuelvan los problemas de oferta y demanda.

¿Quién tiene razón? Pues no lo sabemos con certeza. La economía es una ciencia social, no exacta. Lo único que podemos hacer es estar atentos a los indicadores económicos, escuchar las opiniones de los expertos y usar el sentido común.

Los más optimistas aseguran que la economía estadounidense tiene motivos para ser optimista, pero también para ser cautelosa. Así lo creen algunos economistas de Wall Street, que ven que las tasas de interés se mantendrán elevadas por más tiempo para controlar la inflación, siguiendo la estrategia de la Reserva Federal. Sin embargo, el encarecimiento del petróleo en el último mes dificultará el crecimiento económico. De eso, no hay mucha duda.

Creemos que habrá una recesión leve en la primera mitad de 2024”, afirmó Kathy Bostjancic, economista jefe de Nationwide Life Insurance Co. “Nuestra visión se basa en las expectativas de tasas más altas por más tiempo de la Fed”, ya que esto afectará negativamente a las empresas y los consumidores, explicó para Bloomberg.

“Es posible que la economía sufra un bache el año que viene, ya que varios factores desfavorables para el consumidor se agravarán en los próximos trimestres”, dijo por su parte Brett Ryan, economista jefe para EE.UU de Deutsche Bank también en un reportaje de Bloomberg.

Ahora bien, todos hablan de recesión, pero nadie la ve (por ahora). Parece que la economía está tan caliente que no se deja enfriar. Los indicadores de desaceleración son relativamente débiles. Y mientras tanto, Wall Street ha subido como si nada. ¿Será que los inversores son unos ilusos que no ven el peligro que se avecina? O tal vez son unos sabios que no le hacen caso a Jerome Powell, el jefe de la Fed, que cada vez que puede les dice que están subestimando la probabilidad de una recesión. Es decir, que están más optimistas de lo que deberían estar. Pero claro, el mercado le responde que la Fed no es muy buena haciendo pronósticos. Que se ha equivocado muchas veces en el pasado. ¿A quién se le cree? ¿Al mercado o a la Fed? Esa es otra gran pregunta.

Debemos recordar que los mercados son como niños caprichosos. Siempre tienen grandes expectativas y quieren que todo salga bien. Por eso, el inversor suele ser optimista y apostar por las subidas. Cree devotamente que, a largo plazo, todo irá mejor. Pero a veces, ese optimismo se vuelve iluso y se olvida de los riesgos.

Entonces, los mercados se asustan con cualquier cosa que diga la Fed, el banco central de Estados Unidos. La Fed es como el padre severo que les dice lo que tienen que hacer. A veces, los mercados le hacen caso y se alinean con lo que dice la Fed. Otras veces, le llevan la contraria y hacen lo que les da la gana. Es una relación de amor y odio, de dependencia y rebeldía. Los mercados quieren que la Fed les dé buenas noticias, pero también quieren ser libres e independientes.

¿Qué le pasa al mercado ahora? Parece que está asustado por lo que dice la Fed, el banco central de Estados Unidos. La Fed dice que va a seguir subiendo las tasas de interés ¿Y por qué hace eso? Pues porque quiere enfriar la economía, que aún está muy caliente. La inflación todavía está muy alta. Sobre todo, por culpa del petróleo, que no para de subir. Y eso hace que todo sea más caro.

Además, el mercado laboral y el consumo están muy fuertes. La gente tiene trabajo y gasta mucho. Eso hace que haya mucha demanda y poca oferta. Y eso también hace que suban los precios. Entonces, la Fed dice: “Vamos a subir las tasas de interés para que la gente gaste menos y ahorre más. Así bajará la demanda y la inflación”. Pero el mercado dice: “No, por favor, no subas las tasas de interés. Eso hará que sea más difícil pedir prestado y pagar las deudas. Eso hará que la economía se desacelere y entre en recesión.

La recesión es como el coco. Todos la temen, pero nadie sabe cuándo va a aparecer. Por eso, los inversores están siempre pendientes de los pronósticos, que son como las bolas de cristal que les dicen el futuro. Si los pronósticos dicen que hay una recesión a la vuelta de la esquina, los inversores se ponen nerviosos y venden sus activos. Si los pronósticos dicen que no hay recesión a la vista, los inversores se tranquilizan y compran más activos. Así funciona el mercado, que es muy emocional y volátil.

El futuro es incierto, y eso nos genera muchas dudas. ¿Qué pasará con la economía? ¿Nuestras inversiones serán rentables o no? No estamos solos en esta inquietud. Muchos buscan orientación en los pronósticos económicos, que son cálculos que intentan anticipar lo que sucederá en un plazo determinado, usando datos, modelos y supuestos. Parece muy útil, ¿no?

Pero ojo, los pronósticos no son perfectos. A veces fallan y nos confunden con falsas alarmas o falsas esperanzas. Por eso, hay que ser prudentes y no depender demasiado de ellos. Lo mejor es tener una estrategia que controle los riesgos. La recesión puede venir o no, pero lo que cuenta es estar listo para cualquier situación. Esa es la clave para invertir con inteligencia y seguridad. Y si no, siempre queda la opción de mirar la bola de cristal.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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