El problema no es la inflación. ¿Cuál es el problema?

Mucho se habla del problema de la inflación. De hecho, en incontables ocasiones, se presenta a Bitcoin como una cobertura ante de la inflación. Es más, se podría decir que, según algunos, la inflación es el problema que Bitcoin busca solucionar. Los nombres más sonados en la comunidad cripto con frecuencia atacan al sistema de moneda fiat como inadecuado y presentan a Bitcoin como la gran solución. Describen con indignación la pérdida del valor del dólar en el tiempo. Y critican con severidad el rol del Gobierno en la economía. Existe una narrativa que propone a un sistema de moneda dura y presenta a la inflación como lo peor del mundo. ¿Es en realidad la inflación nuestro problema número uno? 

Esta narrativa solo es posible debido a sutiles fallas en su lógica. Por lo general, se confunde emisión con inflación. Se habla de las inyecciones de liquidez y automáticamente se asumen que tendremos inflación por ello. Me temo que emisión no es inflación. El mito, probablemente, comenzó con Milton Friedman que dijo en su momento que la inflación siempre es un fenómeno monetario. En algunos casos, esto es cierto. Lo monetario influye muchísimo en la inflación, pero no lo es todo. Naturalmente, hay otros factores en la ecuación. Friedman fue un gran economista, pero sus teorías no son perfectas. De hecho, muchas se han podido refutar. 

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La emisión no es inflación. Este es un error muy común en la esfera cripto. Con frecuencia, se usan frases como: Bitcoin tiene una tasa de inflación de X. La tasa de inflación del oro será menor que la tasa de inflación de Bitcoin en el próximo halving. Por ignorancia o por necesidad, (No lo sé) se usan los términos “emisión” e “inflación” como sinónimos. Bueno, no lo son. Debido a esta falla, es que muchos hablan de los estímulos con indignación. Muchos, incluso, han llegado al extremo de decir que los Estados Unidos tendrá hiperinflación en el futuro cercano. Otros han comparado a Estados Unidos con países como Venezuela o Zimbabue. Todos hablan de la emisión. Pero se les olvida citar el último reporte de inflación. 

Para conocer la inflación en un país no se revisa la emisión de la moneda. De hecho, se sale a la calle y se revisan los precios de los bienes y servicios. En el precio de las cosas, está la inflación. Por otro lado, también debemos revisar el precio de la moneda en relación a otras monedas. Esto nos indica su valoración en el mercado internacional. Esta crisis es perfecta para demostrar que la emisión y la inflación no son lo mismo. La emisión ha sido espectacular, pero la inflación ha sido mínima. Es más, en algunos meses la inflación ha sido negativa. El dólar en marzo y abril estuvo por las nubes y se ha hecho todo lo posible para debilitarlo, pero sigue subiendo. No estamos a los niveles de marzo/abril. Pero todavía está muy fuerte.

Otro malentendido es la idea de que la escasez lo es todo. Si bien es cierto que un bien escaso tiende a subir de precio y uno abundante tiende a bajar de precio, no podemos olvidarnos de la demanda. Por ejemplo, mis dibujos pueden ser únicos. Pero si nadie da un centavo por ellos, su escasez no sirve de mucho. En otras palabras, no es solo cuestión de crear una moneda escasa y sentarse en los laureles a cantar victoria. Lamentablemente, no es tan sencillo. 

Hay otro elemento que también debemos tomar en cuenta aquí. Se trata de la volatilidad. Se reconoce la volatilidad, pero se subestima. Es decir, se pretende que no es la gran cosa. Sin embargo, la estabilidad de la moneda en el comercio es muy importante. La volatilidad está bien para un activo especulativo que se tiene como inversión. Pero en el comercio se necesita un medio estable. 

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Coloquemos como ejemplo a un comerciante que tiene a Venezuela como su base de operaciones. Debido a la inflación del bolívar venezolano, la moneda de curso legal, los precios se definen en dólares. Muchos de sus clientes pagan en dólares. Otros pagan en bolívares, pero usando la tasa bolívar/dólar del día. A diario, el comerciante debe comprar dólares, porque el bolívar pierde valor en cuestión de horas. Sus proveedores cobran en dólares, sus deudas están en dólares y seguramente tiene un acuerdo con sus empleados en pagar los sueldos en dólares. En algunos rubros tiene un margen amplio de ganancias, pero en otros probablemente no. La volatilidad es terrible para él. Usar Bitcoin lo podría meter en problemas en cualquier momento. Pero con el dólar está seguro. 

Por otro lado, podría invertir en Bitcoin. Podría tener un portafolio de inversiones y ahí también tener acciones de Amazon o Apple. Y, de pronto, tiene ya una casa en Miami. Estas son inversiones a largo plazo. Y tiene un fondo especial para eso. Pero su cobertura para la inflación es el dólar. Puede tolerar una inflación del 2% anual, porque su inventario se beneficia de esta inflación. Lo único que tiene que hacer es subir los precios un 2% al año. Eso lo puede planificar. ¿Cómo puede planificar si escoge trabajar con Bitcoin? 

Obviamente que la inflación del dólar en estos momentos no es un problema para nadie. ¿Cuál es el problema entonces? El problema ahora es la desigualdad económica. Los más grandes se llevan casi todo el pastel y dejan muy poco para los más pequeños. Esto se puede demostrar con números. En un año promedio, el crecimiento del S&P 500 es de por lo menos un 10%. Por otro lado, el crecimiento promedio del PIB en los Estados Unidos en raras ocasiones ha superado el 3% en los últimos años. Los sueldos no han aumentado en muchísimo tiempo. Pero los más ricos pueden obtener préstamos a bajísimas tasas y no pagan casi impuestos. Los activos financieros están por las nubes y el sueldo por el piso. 

La inmigración, la tecnología, la globalización, el debilitamiento de los sindicatos, y las pocas ayudas gubernamentales han deprimido al bolsillo de la clase media y la clase baja. Pero esta misma situación ha sido una maravilla para los dueños de activos financieros. Todo se acumula en el tope. Pero para los de abajo las cosas no crecen al mismo ritmo.

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El problema no es que haya muchos multimillonarios. No se trata de plantear las cosas como Elizabeth Warren o Bernie Sanders. Sin embargo, hay que reconocer que no todos se han beneficiado de la misma manera en las últimas décadas. Los de abajo llevan años estancados. El crecimiento es demasiado bajo. Y Wall Street crece velozmente gracias (principalmente) a fondos públicos. Los políticos no tienen problemas en inyectarle capital a las grandes compañías como Apple y Amazon, pero cuando se trata de dar dinero al pequeño empresario y financiar un programa social comienzan las trabas y los debates. 

Bitcoin no es una solución para la inflación. Primero, no hay un problema de inflación. Segundo, Bitcoin no es una buena cobertura para la inflación. Pero Bitcoin sí puede ser una solución para la desigualdad. Aquí tenemos un activo muy accesible con gran potencial de crecimiento en el futuro. El S&P 500 crece más que el PIB, pero Bitcoin puede crecer más que el S&P 500. En Bitcoin tenemos un tesoro.