De la corrupción bancaria a Bitcoin ¿Un avance necesario?

Que el Día Internacional de los Bancos, celebrado este 4 de diciembre, esté separado por tan solo 5 días del Día Internacional contra la Corrupción, a celebrarse el próximo 9 de diciembre, podría parecer una especie de justicia poética involuntaria por parte de las Naciones Unidas o un mensaje de los propios cosmos para reflejarnos una realidad. ¿Qué encontramos con los bancos? ¿Un mal necesario o los motores de la economía?

Aunque pudiera parecer una leyenda, la historia de los bancos está íntimamente ligada con Bitcoin. Si no fuera por el cuasi-colapso que vivieron en el 2008 gracias a sus propias y torpes acciones financiera, Satoshi Nakamoto no hubiera terminado de impulsar su brillante idea, “A Peer-to-Peer Electronic Cash System”, traducido al español como un sistema de dinero electrónico de persona-a-persona y que hoy conocemos como Bitcoin.

Pero, ¿Qué tiene que ver Bitcoin con los bancos? El primer bloque de la “emancipación financiera” ya nos lo estaba advirtiendo. “Chancellor on brink of second bailout for banks”, el titular del periódico británico The Times con el que Satoshi mostraba su descontento con las ayudas de los gobiernos a los bancos en medio de la crisis mundial y dejaba claro cuál sería el objetivo final de su obra. “Long Bitcoin, Short the Banks”, como diría la frase que se ha hecho popular en redes sociales.

¿De un sistema corrupto a un sistema libre?

Más allá de creer que el odio al sector bancario por parte del bitcoiner promedio viene dado de un pensamiento anarquista o cypherpunk, la verdad es que la banca se ha esforzado con vehemencia para ganarse este desprecio a través de las demostraciones de ser sistema desigual y puntualmente el año 2008 fue la muestra más clara del “efecto cantillon”.

Mientras que millones de personas eran desahuciados de sus hogares en medio de una de las crisis financieras más graves de nuestros tiempos modernos, Estados Unidos estaba preocupado por imprimir dinero y darle 1.3 billones de dólares en préstamos a los bancos. Y esto no es algo que se limita al pasado o a los americanos, en Europa estamos viendo como en plena crisis por la pandemia del Coronavirus, el Banco Central Europeo está entregando prestamos con tasas de intereses negativas al sector financiero, todo ello mientras que varias naciones presentan preocupantes cifras de desempleos.

A pesar de que las autoridades se han enfrascado en asegurar que estas ayudas a los bancos han estado orientadas para que la economía mundial no entre en un colapso total, el hecho no deja de demostrar que, en medio de una crisis, los que primero obtienen el dinero recién impreso son los entes que se encuentran más cercanos a los emisores.

De hecho, hemos llegado a ver a los propios beneficiados darse el tupe de reconocer que si no fuera por la ayuda económica que brindaron los Estados al sector financiero, hoy estarían en una situación económica precaria.

Tristemente, el gris desempeño de los bancos no solo quedó manchado en el 2008, sino que recientemente vimos como los FinCEN Files demostraron que la banca, bajo la mirada complaciente de los Estados, sigue inmiscuida en acciones de dudosa procedencia en donde, con el manejo del dinero de sus clientes, terminan manipulando, corrompiendo y actuando de en contra de la propia humanidad.

Y a pesar de que se podría creer que el mal actuar de los bancos es historia “reciente”, lo cierto es que sus errores vienen desde sus propios inicios. Desde que los Medici plantaron en Europa las bases de la banca como las conocemos hoy en día, la institución viene acarreando problemas. De hecho, el propio imperio bancario de los Medici terminó cayendo por… Corrupción y despilfarro.

Sin embargo, todo esto ha sido necesario para aterrizar en lo que tenemos hoy: La primera moneda ciudadana de alcance global que se mantiene sin ninguna estructura jerárquica y de la que se desconoce hasta la identidad real de su fundador, Bitcoin.

A pesar de que no funciona remotamente parecido como el sistema bancario tradicional, puesto que no aporta créditos ni tampoco te brinda una tarjeta de plástico para que puedas usar “tu dinero”, nos trajo la posibilidad de llevar las finanzas a un campo más transparente, descentralizado y con un enfoque de empoderamiento para cualquier tipo de público.

Un día para celebrar el desarrollo sostenible

En medio de esta retahíla de ideas, conviene volver a recordar el día que nos encontramos celebrando: 4 de diciembre, Día Internacional de los Bancos. Decretado así para reconocer el papel de estas instituciones en el desarrollo sostenible.

Sin embargo, si procedemos a precisar los objetivos, ¿Qué podría aportar más para el desarrollo sostenible? ¿Un activo transparente, sin fronteras y sin barreras de entradas o un sistema corrompido, con falta de confianza y complicado de acceder?

Bitcoin ha demostrado ser útil para pequeñas comunidades de personas desbancarizadas, un activo para envíos de dinero cuando los sistemas tradicionales están bloqueados o inclusive, una alternativa para ahorrar para aquellas personas que no tienen la posibilidad de resguardar su patrimonio. ¿Puede la banca demostrar lo mismo para seguirse sosteniendo como herramienta indispensable para el desarrollo sostenible?

Las ayudas gubernamentales, con el dinero que pertenece a todos los ciudadanos, han estado enfocadas en sostener al sector bancario por considerar que este tiene un rol positivo para la sociedad. No obstante, ante la realidad que se vive, es posible que la banca ya no sea quien esté realmente llamada para cumplir con estos objetivos.

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