¿Y dónde están los ladrones?

Hace más de 20 años, una colombiana que iba con pies descalzos y su cabello enrulado publicaba un disco que contenía lo que podríamos catalogar como una canción de protesta.

Los han visto por ahí. Los han visto en los tejados. Dando vueltas en Paris. Condenando en los juzgados” era el verso con el que iniciaba una tonada que llevaron los jóvenes antes del Y2K para demostrar su insatisfacción con el sistema político y económico que imperaba en la época.

Sin embargo, ha pasado el tiempo y todavía la sociedad sigue buscando a los malhechores, aunque, ciertamente hemos cambiado paradigmas en nuestra búsqueda. Ya no son los punketos con tatuajes, ni los metaleros con camisas de AC/DC o aquellos que tocan con una guitarra en una plaza. No, ya ellos han sido aceptados medianamente por la mayoría de la sociedad.

Ahora la acusación se dirige (en parte) al mundo cripto. Y esto no es algo nuevo, hasta el mismo Satoshi Nakamoto lo deslumbró en los últimos mensajes que dejó antes de su desaparición total cuando mencionó que “WikiLeaks había pateado el avispero” y había generado que el “enjambre se dirigiera hacia nosotros”.

El enjambre definitivamente llegó. Los aguijones de los políticos, bancos, empresas y demás que todavía piensan que Bitcoin y las criptomonedas son las herramientas idóneas para el lavado de dinero, financiamiento al terrorismo y demás crímenes dantescos no han dejado de acecharnos.

Pero, ¿Dónde están realmente los ladrones? ¿En el código o en los juzgados? ¿Quién será realmente el ladrón?

¿El ciudadano que quiere huir de la inflación de su moneda local comprando BTC o aquellos políticos que se van de juerga con prostitutas en medio de una campaña para buscar ayuda humanitaria?

¿El inmigrante que quiere enviar dinero a su familia por medio de una moneda sin fronteras o aquellos funcionarios que ha despilfarrado cientos de miles de dólares en cortinas?

¿Por qué insistir en que las criptomonedas son el método ideal para los delincuentes cuando los oficiales gubernamentales siguen haciendo de las suyas? ¿Están los ladrones realmente en un código que ha permitido la independencia financiera de las personas? ¿O es que acaso es un delito querer ser libre?

Posiblemente si sea un delito buscar la libertad. Creo que los americanos sabemos (o lo llegamos a saber en algún momento) muy bien lo que puede llegar a costar el ser libre y cómo el deseo de serlo podría catalogarse como un delito.

Y esto es precisamente lo que estamos buscando en este momento, libertad financiera. Proclamada el 3 de enero del 2009 con el minado del Bloque Genesis de Bitcoin, día a día seguimos en la conquista por nuestros derechos. Derecho de realmente ser los dueños de nuestro dinero. Derecho de no sufrir la inflación que se genera por la corrupción y políticas ineptas de los gobiernos. Derecho a ser verdaderamente libres.

¿Somos unos delincuentes por esto? ¿Dónde están realmente los ladrones?Y qué pasa si son ellos. Y qué pasa si soy yo. El que escribe esta palabra. O el que lee esta oración”.

Los puntos de vista, pensamientos y opiniones expresados aquí son exclusivamente del autor y no reflejan ni representan necesariamente los puntos de vista y opiniones de Cointelegraph.

Sigue leyendo: