Wildcat banking: cómo era la economía de Estados Unidos antes de tener un banco central

¿Te imaginas un mundo sin banco central? Un mundo donde el dinero sea libre y no esté controlado por el gobierno. Un mundo donde cada uno pueda elegir la moneda que más le convenga y no tenga que depender de la inflación, los impuestos y las regulaciones. Un mundo donde el mercado se auto-regule y no haya intervención estatal.

Pues ese es el sueño de muchos libertarios y conservadores que quieren abolir la Reserva Federal de los Estados Unidos, el banco central de ese país. Ellos creen que la creación del banco central ha sido perjudicial y que el “progresismo keynesiano” ha sido dañino debido al estatismo que impone. Ellos son reaccionarios que quieren conservar un orden que ya no existe. Ellos, básicamente, piensan que el futuro debe ser un retorno al pasado.

¿Cómo era el pasado? Bueno, en el pasado ciertamente no todo era malo. Sin embargo, tampoco podemos decir que era un paraíso terrenal. Era un pasado de crisis, pobreza, desigualdad, inestabilidad, guerra y explotación. Era un pasado en el que el dinero era escaso, volátil y manipulable. Era un pasado en el que el mercado era caótico, injusto y violento.

¿Qué pasa con los jóvenes de hoy en día? Siempre quieren cambiar las cosas. Y se creen unos grandes luchadores de la justicia. Y en el proceso están dispuestos a destruirlo todo. No tienen mucho respeto por las luchas pasadas. Piensan que la historia comenzó con ellos. Pero no es cierto. El tiempo es más viejo que un par de generaciones.

¿Quién manda en el dinero? Esta es una pregunta que ha causado muchos dolores de cabeza a lo largo de la historia. Porque el dinero no es solo un medio de pago, sino también un símbolo de poder. Y el poder atrae a muchos y corrompe a otros.

Hay dos formas extremas de organizar el dinero: dejarlo totalmente en manos de los privados o totalmente en manos del estado. Pero ninguna de las dos funciona muy bien. Los privados pueden abusar de su posición y crear burbujas o crisis. El estado puede imprimir dinero sin control y generar inflación o deuda. Por eso, lo mejor es buscar un punto medio: un sistema híbrido.

El sistema híbrido consiste en una alianza entre lo privado y lo público. Los bancos privados crean dinero mediante los préstamos, pero están supervisados por el banco central, que es el que fija las reglas del juego. El banco central, a su vez, está regulado por el gobierno, que es el que representa al pueblo. Y el gobierno, bueno, el gobierno hace lo que puede.

¿Y el banco central es privado o público? Pues ni lo uno ni lo otro. Es una especie de híbrido también. Eso lo aprendimos de los ingleses. El banco central tiene cierta autonomía para tomar decisiones técnicas, pero también debe rendir cuentas ante la sociedad. Es como un árbitro que tiene que ser imparcial, pero que a veces se equivoca o se deja influir.

Antes de su creación en 1913, el país tenía un sistema bancario basado en el oro, que era muy inestable y sufría pánicos bancarios. La Reserva Federal se creó para dar estabilidad y supervisión al sistema, pero también generó oposición y críticas por parte de algunos grupos que la veían como una amenaza o un privilegio.

Los Estados Unidos se han fundamentado en el dinero y el comercio, más que en su ejército, gobierno o élite social. Al no tener el feudalismo europeo, su sociedad se basó en relaciones monetarias. Antes, el dinero era emitido por bancos estatales y privados, respaldados por oro. Sin embargo, este sistema era muy vulnerable a la manipulación y los abusos, lo que provocaba frecuentes crisis de confianza debido a que algunos bancos eran fraudulentos.

Antes de 1863, en la época de la “banca libre” o “banca salvaje”(wildcat banking), como la llamaban sus detractores. Cada banco imprimía sus propios billetes con el diseño que le daba la gana. Algunos eran bonitos, otros feos, y otros falsos. Los clientes tenían que confiar en que el banco no se iba a quedar sin oro para respaldar sus billetes. Era el sueño del liberalismo clásico: el mercado se encargaba de todo.

Pero ese sueño se acabó en 1863, cuando el gobierno federal decidió crear un monopolio del dinero y lo usó para financiar la Guerra Civil. Empezó a imprimir billetes verdes que no tenían ningún valor intrínseco, solo la promesa de que algún día se podrían cambiar por oro. La gente los aceptaba a regañadientes, esperando que ese día llegara pronto. Pero no llegó hasta 1879, y para entonces ya nadie quería desprenderse de sus queridos billetes verdes. Se habían acostumbrado a ellos.

La Reserva Federal se creó para evitar el extremismo. Como ya dije, en Estados Unidos hubo dos épocas muy diferentes en cuanto al sistema monetario. Por un lado, estuvo la guerra civil, donde el gobierno emitió billetes sin respaldo y provocó una gran inflación. Por otro lado, estuvo la banca salvaje, donde los bancos privados hacían lo que querían con el dinero y causaban crisis y pánicos financieros. ¿Qué hacer ante estos abusos? Pues buscar un punto medio, claro. Así fue como nació la Reserva Federal, una entidad que regula el dinero y evita los extremos. No más billetes de mentira ni bancos locos. Bueno, eso es lo que se supone, porque a veces también mete la pata. Pero esa es otra historia…

¿Qué pasa cuando una institución no cumple con su función? Pues que la gente se enfada y busca alternativas. Eso es lo que ocurre con los bancos centrales, que son los encargados de controlar el dinero y evitar las crisis. Pero a veces se pasan de rosca y crean más problemas que soluciones. Entonces, algunos piensan que la solución es volver al pasado, cuando los bancos privados hacían lo que les daba la gana con el dinero. Pero eso tampoco es bueno, porque ya sabemos cómo acabó la cosa: con pánicos, quiebras y caos. ¿No hay un término medio?

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