Vivir en un volcán: el panorama de la industria minera de criptomonedas de El Salvador

El Salvador, la primera nación que adoptó a Bitcoin (BTC) como moneda de curso legal, ha anunciado recientemente el relanzamiento de su aplicación de monedero Chivo, que se supone que parchea los problemas de estabilidad y escalabilidad de la versión anterior. La actualización es una buena noticia para el experimento criptográfico del país centroamericano, que se enfrentó a algunos obstáculos y a duras críticas en los últimos meses. Mientras que gran parte de la atención de los observadores se ha centrado en aspectos como la adopción de cripto por parte de los minoristas y las implicaciones geopolíticas del estatus legal de Bitcoin en El Salvador, el progreso de la industria minera de la nación hacia la consecución de la visión del presidente Bukele ha sido menos discutido últimamente. He aquí cómo son las perspectivas actuales de la industria minera de El Salvador.

Posibilidades “infinitas”

En octubre de 2021, cuando El Salvador ya se había convertido en el primer país del mundo en adoptar Bitcoin, uno de sus principales funcionarios del sector energético compartió su visión optimista sobre las perspectivas de la minería de criptomonedas en el país.

El presidente de la estatal Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa, Daniel Álvarez, habló a los periodistas sobre las “infinitas posibilidades” de producir energía a través de centrales hidroeléctricas, solares, eólicas y mareomotrices siendo la “fuerza de voluntad” el único componente necesario para tener éxito. “No gastamos recursos que contaminan el medio ambiente, no dependemos del petróleo, no dependemos del gas natural, de ningún recurso que no sea renovable”, remarcó.

Sin embargo, la capacidad energética actual de El Salvador es bastante modesta. Según se informa, sólo cuenta con dos plantas geotérmicas -una en la base del volcán Tecapa y otra en Ahuachapan- que ya contribuyen a la extracción de Bitcoin. En conjunto, generan algo menos de 200 megavatios de energía eléctrica y sólo una de ellas destina 1,5 megavatios -la única cifra conocida hasta la fecha- a la minería de Bitcoin. Por lo tanto, las ambiciones de los dirigentes de El Salvador exigirían claramente el desarrollo masivo de nuevas instalaciones. Parece que definitivamente tienen algunas ideas en ese departamento.

El megaproyecto de la ciudad Bitcoin

En noviembre de 2021, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, anunció sus planes de construir una nueva ciudad Bitcoin. El asentamiento se construirá en forma de “moneda” en la base del volcán Conchagua, cuya energía geotérmica se utilizaría para minar Bitcoin. En la visión de Bukele, debería convertirse en una combinación perfecta de brillantes luces de neón y casi ausencia de impuestos:

“Zonas residenciales, zonas comerciales, servicios, museos, entretenimiento, bares, restaurantes, aeropuerto, puerto, ferrocarril… todo dedicado a Bitcoin”.

Siguiendo las tradiciones regionales, este ambicioso proyecto de construcción va a estar respaldado por un audaz plan financiero: 1.000 millones de dólares en bonos, la mitad de los cuales se destinaría directamente a la construcción de la ciudad y la otra se invertiría en Bitcoin. Se supone que los bonos durarán 10 años y pagarán un 6,5% de interés anual a sus titulares. Cualquier inversor con una cuota de bonos superior a 100.000 dólares podría obtener la ciudadanía salvadoreña.

El plan está respaldado por los principales actores de la industria de las criptomonedas. La empresa de tecnología blockchain con sede en Canadá, Blockstream, es responsable de emitir los bonos en forma de valores tokenizados en Liquid, mientras que Bitfinex los alojaría en su plataforma. Según Samson Mow, director estratégico de Blockstram, al final del décimo año del bono, su rendimiento porcentual anual se situará en el nivel del 146%, ya que, según su previsión, el precio de BTC alcanzaría la marca del millón de dólares en cinco años. Eso convertiría a El Salvador en “el centro financiero del mundo” y “el Singapur de América Latina”.

Los muchos retos

Hay una gran cantidad de problemas que acompañan al giro de Bitcoin en El Salvador: la reacción política contra el presidente Bukele y sus iniciativas, la presión del FMI y otros actores internacionales y los primeros problemas de la aplicación Chivo. En lo que respecta a los planes de reforzar masivamente la infraestructura minera del país, también hay una serie de escollos.

El anuncio de la ciudad Bitcoin hizo que los bonos existentes de El Salvador denominados en fiat se desplomaran y suscitó una serie de preguntas de los expertos en inversiones, la principal de las cuales fue: “¿Por qué comprar bonos salvadoreños respaldados por Bitcoin si se puede comprar simplemente Bitcoin?”. Algunos señalaron que el país ya tiene un historial de planes fallidos de ciudades charter, así como el hecho de que el volcán Conchagua, que supuestamente alimentará la ciudad y sus operaciones mineras de BTC, ha mostrado recientemente una notable actividad sísmica.

Peor aún, algunos críticos argumentan que el perfil energético general de El Salvador no ofrece un gran potencial de cripto minería. Una de las preocupaciones es que el país todavía tiene que importar alrededor del 20% de su energía, principalmente de Honduras y Guatemala. Según algunas estimaciones, las tarifas actuales de energía industrial en El Salvador oscilan entre 0,13 y 0,15 dólares por kilovatio-hora, mientras que el precio medio mundial de la minería de Bitcoin es de unos 0,05 dólares por kilovatio-hora.

Los datos del reciente estudio del grupo de investigación DEKIS de la Universidad de Ávila sitúan a El Salvador en el número 73 del ranking mundial de potencial de criptominería, mientras que el 35% de la energía procede de fuentes renovables. En Estados Unidos, por ejemplo, esta proporción se sitúa en torno al 7,5%. Los niveles de gasto nacional en I+D, el índice de capital humano y los precios de la energía sitúan a El Salvador más cerca de los países menos sostenibles para la explotación minera.

Pasar a las energías renovables

A pesar de algunas limitaciones evidentes, la noción de las “infinitas posibilidades” de El Salvador en materia de minería no es una mera bravuconada. Al igual que muchas otras naciones latinoamericanas, El Salvador posee un considerable, aunque todavía no realizado, potencial de energía renovable. En conversación con Cointelegraph, Philip Ng, vicepresidente de desarrollo corporativo del proveedor de centros de datos ecológicos Soluna Computing, destacó la tendencia mundial en la dirección de hacer más accesible la energía renovable, señalando también que debería beneficiar a países como El Salvador:

Las energías renovables son ahora asombrosamente asequibles, ya que el coste de construcción de la energía eólica se ha reducido en un 72% desde 2009 y el de la energía solar en un 90% durante el mismo periodo […] Las tecnologías renovables ofrecen una profunda oportunidad para los mercados energéticos sudamericanos. Los activos de energía renovable pueden construirse a una escala significativamente menor en comparación con la energía convencional. El resultado es que las redes ya no tienen que hacer frente a grandes costes de transmisión y construcción de infraestructuras cuando intentan añadir energía barata y limpia”.

Ng puso el ejemplo de Chile, cuyas recientes inversiones en energías renovables han permitido al país pasar de ser un importador neto de combustibles de carbono a un exportador de energías renovables. Un paso crucial para desencadenar esa transición es la demanda, que no es algo fácil de aumentar en países con poblaciones relativamente pequeñas.

Una solución podría ser establecer un “consumidor de último recurso”, o una capa de usuarios que garantice a los productores de energía un flujo de ingresos diversificado y no tenga que depender únicamente de las empresas de servicios públicos. Los mineros de Bitcoin podrían convertirse en esta clase de consumidores. Establecer un acuerdo de este tipo también significaría que los productores de energía nunca tendrían que reducir su exceso de producción. Un ejemplo de ello es Kenia, donde las centrales hidroeléctricas comparten el exceso de energía renovable con las instalaciones de minería de criptomonedas.

En respuesta a la solicitud de Cointelegraph, un portavoz de Blockstream dijo que en algún momento del primer trimestre de 2022 se hará un anuncio sobre el estado del proyecto de bonos Bitcoin de El Salvador. Está por ver si la exótica aspiración de Nayib Bukele de construir una ciudad con forma de moneda al pie de un volcán se materializa en una estrategia pragmática que atraiga inversiones extranjeras. Pero, incluso hoy en día, está claro que adelantarse en la carrera de las energías renovables será vital para el éxito de los proyectos masivos de minería de criptomonedas de El Salvador.