Trading, divos y tiranos

Antes de empezar, partamos con la idea de que, inclusive cuando puedas tener acceso a formas de recuperar tus bitcoins y criptomonedas, cuando haces tranding, utilizas la plataforma de un tercero, y toda la información que provees a este operador está en riesgo. Aunque no es ético difundirla, que tu data llegue a otras manos es una posibilidad muy presente. 

Luego, consideremos las implicaciones de operar en una plataforma de trading que ofrece grandes réditos y beneficios para los traders; y a eso añadámosle que, algunos de ellos, quieran aprovechar estos beneficios y maximizarlos a tal punto que, utilicen su influencia y comunidades para ganar cada vez más con sus propias señales. Este es un cóctel envenado, ¿qué podría malir sal?

El conflicto

Este dantesco panorama es el que detonó la semana pasada, cuando un youtuber identificado como Trader Latino, -cuyo nombre es Jaime Merino- empezó una importante polémica contra la empresa Quanfury, y más específicamente, contra su CEO, Lev Mazur. Después se supo que entre Merino y Quanfury existía una relación de patrocinio que fue terminada por la empresa.

El caso es harto conocido. Mazur y Merino entraron en una dura disputa con respecto al patrocinio de la empresa, así como las pérdidas que estaba sufriendo Merino en la app. Mazur, en un alarde de poder sin sentido, incluso publicó información del rendimiento del portafolio de Merino, algo que, si bien la empresa tiene la potestad de hacer, demuestra mal gusto, poco conocimiento de la gestión de la imagen y una alarmante falta de ética.

Por su parte, Merino intentó hacer una retirada hacia adelante. Como revelara el también youtuber, Juan Rodríguez, Merino tenía una relación de patrocinio con la empresa, del que, sin embargo, no hizo mención alguna durante el video en el que acusaba a la compañía de comprar creadores de contenido para convalidar su producto.

Esto habría quedado como una simple anécdota a no ser por las connotaciones que fue tomando. El no hablar claramente sobre la relación de patrocinio y asegurar que una comunidad iba a seguir una decisión individual; el desparpajo al publicar información sensible de la que maneja una empresa que saca partido de esa data para su propio beneficio y el hecho de que este tipo de incidentes expone los peores perfiles de los miembros de la “comunidad de criptomonedas” me han llevado a escribir estas líneas.

El gurú

Merino se considera a sí mismo como un experto y la relación que parece tener con su comunidad se parece más a la de un divo, que a la de un maestro. En su caso, aseguró que “su comunidad” se retiraría de Quantfury tras haber dado a conocer las supuestas malas prácticas y mal funcionamiento del producto. ¿Es que acaso los miembros de esa comunidad no pueden discernir por sí mismos? ¿Por qué la sugestión de Merino sería motor suficiente para la acción de sus seguidores?

Pero no conforme con esto, Merino se abrogó una altura moral superior a la del resto de compañeros de profesión, cuestionando la ética de otros creadores de contenido al recibir patrocinios. 

De esta manera, su posición pasó de divo a gurú, prescribiendo la actitud correcta que debería seguir cualquier creador: no aceptar sponsors, no hablar de ningún producto; en una palabra, no ser un “vendido” como llamó a varios de sus colegas.

Según dijo, se le acusaba de haber llevado a esos mismos seguidores a tener importantes pérdidas, algo que negó consecuentemente, aunque sin entrar en detalles sobre su propia relación de patrocinio y las razones que llevaron a Quantfury a suspenderla.

El tirano

Pero la actitud tirana de Mazur no puede pasar desapercibida. De hecho, considero que es precisamente él quien sale peor parado de todo esto. En vez de haber llevado la diferencia al plano personal, en vez de exponer información privada, en fin, en vez de haber actuado como todo menos como un ejecutivo de una empresa respetada, el silencio de Mazur hubiese significado la ruina de Merino.

De hecho, la desafortunada y desmedida respuesta del CEO de Quantfury fue acompañada por otras señales de apoyo, que bien podrían haber respondido todas las acusaciones que hizo el creador de Trading Latino. 

¿Por qué hablamos de tiranía? Incluso cuando podríamos entender las razones de la acalorada respuesta, lo cierto es que aplaudir esta actitud del principal representante de una empresa del ecosistema, es seguir tolerando que los poderosos -o los que se sienten tales- puedan y sigan ejerciendo el poder de manera abusiva y cruel. 

¿Pero cuál poder? Pues alguien que tiene plena potestad sobre la información de los usuarios de su plataforma tiene una cuota significativa de poder; y en su ejercicio puede atender los intereses de su capital y empresa, sin llegar a demostrar bajeza. 

Podríamos recomendarle contratar un responsable de prensa, porque este tipo de comunicaciones requieren de profesionales y no de pequeños reyezuelos.

Una lección

No confíes en nada de lo que veas en redes sociales, ni creas en gurúes ni tiranos. Cada persona en la que confíes probablemente tenga un acuerdo según el cual, el costo de tu confianza se traduce en unos cuantos satoshis a su dirección. Nombrar varias veces los productos, hacer buena publicidad, pero “sin vender”, como suelen recomendar los encargados de su márketing. Y muy importante: sin revelar que hay una relación.

Desconfía de quien parece muy ecuánime sin decir claramente quién permite o amplifica su voz con dinero, de las marcas personales que aparecen para regular “la industria”, y cuestiona si realmente es posible que alguien venda su opinión, ¿tú lo harías? ¿Qué tanto cuesta la ética? ¿La integridad? Y si tienes precio, ¿en qué punto te detienes? Porque eventualmente, todo se descubre…

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Eso sí, y en esto hay que ser consecuente, nunca acuses a alguien de nada sin tener pruebas. Duda, pero sé precavido; los estafadores tienen muchas artimañas para mantenerse como los chicos buenos. Utiliza los servicios porque tú mismo lo has decidido, y sé consciente del nivel de privacidad que le das a esos operadores al utilizar sus plataformas, no sabes cuando alguno tiene un mal día.

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