Sam Altman deja OpenAI y se va a Microsoft: ¿Qué implica para la IA?

¿Qué pasa cuando el jefe no se lleva bien con sus jefes? Pues que se arma la gorda. Y eso es lo que le ha pasado a Sam Altman, el CEO de OpenAI, una empresa que está revolucionando el mundo con su inteligencia artificial.

Resulta que la junta directiva de OpenAI, que se supone que tiene que supervisar y apoyar al CEO, no está muy contenta con su gestión. Y es que, al parecer, los intereses de los accionistas, que son los que ponen la pasta, no siempre coinciden con los del CEO, que es el que tiene la visión.

Además, parece que la imagen externa de Altman, que es la de un genio innovador y carismático, no se corresponde con la interna, que es la de un tirano autoritario y caprichoso. Y, para colmo, los empleados de OpenAI, que son los que hacen el trabajo, se han alineado con el CEO, porque después de todo, él fue el que los contrató y el que los conoce. Así que tenemos un lío de tres pares de narices, digno de una novela de intrigas y traiciones. ¿Cómo acabará esta historia? ¿Habrá reconciliación o ruptura? ¿Quién se quedará con el control de OpenAI y su prodigioso producto?

Querido lector, antes de que sigas leyendo esta apasionante novela sobre el conflicto en OpenAI, te quiero advertir de algo: todo lo que te voy a contar puede cambiar de un momento a otro. Así que no te sorprendas si cuando termines de leer este artículo, las cosas sean muy diferentes. Tal vez la junta directiva de OpenAI se haya arrepentido y haya vuelto a abrazar a Sam Altman, el CEO rebelde. O tal vez Altman haya sido destituido y reemplazado por otro CEO más dócil. O tal vez hayan llamado a Elon Musk, salvador de la humanidad, para que venga a poner orden. O tal vez hayan recurrido a Batman, el héroe de Ciudad Gótica, para que les ayude a resolver sus problemas. Quién sabe. Lo único que sé es que en novelas de este tipo, los giros inesperados están a la orden del día. Porque esta historia tiene de todo: inteligencia artificial, ambición, poder, traición, amor, odio, y mucho más.

Este lío me recuerda bastante la salida forzada de Steve Jobs. Cuando su junta lo sacó de la compañía que él fundó… Allá por el año 1985, Steve Jobs fue despedido de Apple por John Sculley, el CEO que él mismo había contratado. Jobs se quedó sin su compañía, sin su producto, y sin su sueño. Pero no se rindió. Se fue a fundar otras empresas, como NeXT y Pixar, y a seguir innovando y creando. Y mientras tanto, Apple se fue a pique, perdiendo dinero, clientes y prestigio.

Hasta que en 1997, la junta directiva de Apple tuvo que pedirle a Jobs que volviera a salvar la empresa. Y vaya si lo hizo. Jobs revolucionó el mundo de la tecnología con productos como el iMac, el iPod, el iPhone y el iPad. Y se convirtió en uno de los empresarios más admirados y exitosos de la historia. La moraleja de esta historia es que, a veces, los genios incomprendidos tienen la razón. Y que la historia se repite. ¿Será el caso de Sam Altman y OpenAI?

Ahora bien, Sam Altman, el cofundador y ex-CEO de OpenAI, la empresa que creó el famoso chatbot ChatGPT, con el que puedes hablar de lo que quieras. Resulta que el viernes pasado, la junta directiva de OpenAI le dio la patada a Altman, alegando que no había sido “consistentemente sincero en sus comunicaciones” con ellos, y que por eso habían “perdido la confianza” en su liderazgo. Al parecer, lo han pillado con las manos en la masa, o eso parece.

La noticia ha caído como una bomba en el mundo de la tecnología, y ha dejado a muchos con la boca abierta. ¿Cómo es posible que despidan a uno de los genios de la inteligencia artificial, a uno de los pocos que tiene el futuro de la humanidad en sus manos? ¿Qué ha hecho Altman para merecer este castigo? ¿Qué secretos esconde OpenAI, la empresa que prometía democratizar la inteligencia artificial y hacerla accesible a todos?

De momento, nadie lo sabe. Solo hay rumores y especulaciones. Algunos dicen que hay un problema con la tecnología de ChatGPT, que no puede satisfacer la enorme demanda que tiene. Otros dicen que hay una guerra interna entre los que quieren que OpenAI sea una empresa con ánimo de lucro, y los que quieren que sea una organización sin fines de lucro. Y otros dicen que hay una conspiración para quitarle el poder a Altman y entregárselo a otro.

Lo cierto es que Altman no se lo esperaba. Hace solo dos semanas, estaba en el Reino Unido, en la primera cumbre mundial sobre la seguridad de la inteligencia artificial, junto con otros líderes mundiales y empresariales. Y la semana pasada, dio un discurso sobre el futuro de su empresa y su tecnología. Parecía que todo iba bien. Pero no. De repente, le han dado la puñalada por la espalda, y le han echado a la calle.

Sus amigos y admiradores no han tardado en salir en su defensa. Eric Schmidt, el ex-CEO de Google, le ha llamado “mi héroe”. Satya Nadella, el jefe de Microsoft, ha dicho que tiene “confianza” en la empresa. Claro, le conviene, porque Microsoft ha invertido miles de millones en ella, y usa su tecnología en sus aplicaciones de oficina.

Pero hay un personaje que ha estado sospechosamente callado hasta ahora: Elon Musk. Él y Altman fundaron OpenAI juntos, pero se dice que se pelearon por el tema de si la empresa debía ser o no lucrativa. ¿Será que Musk tiene algo que ver con el despido de Altman? ¿Será que quiere recuperar el control de OpenAI y de su prodigioso producto? ¿O será que está demasiado ocupado lanzando cohetes al espacio?

Sam Altman, en efecto, ha recibido una propuesta de trabajo de Microsoft, su principal inversor. Pero, aún no se descarta su regreso a OpenAI, la empresa que fundó y que ahora está en crisis. Sin lugar a dudas, esta batalla deja en vilo a la revolución de la inteligencia artificial. ¿Quién ganará?

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