¿Qué razones tiene el FMI para fomentar las monedas digitales estatales en Latinoamérica?

¿Te has preguntado por qué Latinoamérica siempre está endeudada? Es que tiene una relación muy complicada con sus acreedores. Es como una pareja tóxica que se ama y se odia a la vez. Cuando los países latinoamericanos necesitan dinero, porque no producen lo suficiente, van corriendo a pedir préstamos a los organismos internacionales. Entonces, los acreedores son los mejores amigos, los salvadores, los que les dan una mano.

Pero cuando llega el momento de pagar, la cosa cambia. Ahí los acreedores se convierten en los enemigos, los explotadores, los que les quitan el pan de la boca. Y es que los préstamos no son gratis, tienen intereses y condiciones que a veces son muy duras. Y encima, el dinero prestado muchas veces se pierde en la corrupción o en proyectos inútiles. Entonces, los países se quedan sin plata y con una deuda enorme. Y empiezan a culpar al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional de todos sus males. Pero cuando se les acaba el dinero otra vez, vuelven a poner cara de gatito con hambre y a pedir más préstamos. Y así sigue el ciclo sin fin.

Latinoamérica tiene una mala imagen del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Y no es para menos, si siempre los ven como los que les quitan el dinero. Pero hay que entender que ellos no son los malos de la película. Ellos solo prestan el dinero que los países les piden. Y claro, como buenos prestamistas, esperan que se les devuelva. El problema es que los países no saben administrar bien el dinero que reciben. Lo gastan en cosas que no les sirven o se lo roban. Y cuando tienen que pagar, se hacen los locos o se quejan de que es mucho. Y los políticos aprovechan para echarle la culpa a los organismos internacionales de todos sus problemas. Así se lavan las manos y se hacen las víctimas. Y el pueblo les cree, porque no sabe lo que pasa detrás de las cámaras. Cuando los países piden préstamos, nadie se entera. Es un asunto aburrido y técnico. Pero cuando tienen que pagar, es un escándalo nacional. Y así se crea una percepción negativa de los que prestan el dinero, y no de los que lo malgastan.

Si eres un entusiasta de las criptomonedas, seguramente te suenan mal las palabras FMI, Banco Mundial o G20. Estas son algunas de las instituciones internacionales que se encargan de regular y controlar la economía global, y que tienen una gran influencia sobre los países, especialmente los más pobres. ¿Por qué les tienes tanta tirria? Pues porque son el producto de un sistema monetario que se basa en el dólar estadounidense como moneda de reserva, y que se estableció en 1944 en una reunión llamada Bretton Woods. Desde entonces, el tío Sam ha impuesto sus intereses y sus políticas a todo el mundo, y ha creado una enorme deuda y desigualdad. Por eso, muchos defensores de las criptomonedas son libertarios, anarcapitalistas o conservadores que rechazan la intervención estatal y buscan una alternativa más justa y descentralizada. ¿Te suena familiar?

A veces, parece que todo el mundo odia a los bancos. Los criticamos por sus altas comisiones, sus malas prácticas y su falta de innovación. Pero en realidad, esa actitud es solo una fachada. En el fondo, sabemos que los necesitamos y queremos llevarnos bien con ellos. Porque nunca se sabe cuándo vamos a necesitar un préstamo, una tarjeta o una hipoteca. Y más vale tener amigos que enemigos en el mundo financiero. Un ejemplo claro es el de la industria cripto. Sus líderes se llenan la boca de palabras contra el sistema bancario tradicional, pero a la hora de la verdad, recurren a él para financiarse. ¿Quién está detrás de Coinbase? ¿Quién invierte en las startups más prometedoras del sector? ¿Quién custodia los fondos de bitcoin? Los mismos bancos de siempre. Así que no nos engañemos: los bancos son como la suegra, mejor tenerlos contentos.

Ahora bien, los bancos centrales de América Latina están interesados en crear sus propias monedas digitales, según un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI). Estas monedas, llamadas CBDC, son versiones electrónicas del dinero fiduciario que pueden usarse para pagos y transacciones. El FMI dice que las CBDC pueden tener ventajas como reducir costes, mejorar la inclusión financiera y facilitar la política monetaria, siempre que se diseñen bien y se respalden con un marco legal adecuado y una buena gestión macroeconómica. Pero no se hagan ilusiones: el FMI no cree que las CBDC vayan a reemplazar al dinero tradicional, sino que serán una herramienta más para que los gobiernos controlen la economía.

El informe se basa en una encuesta realizada a 17 bancos centrales de la región a mediados de 2022, de los cuales 15 mostraron interés por las CBDC. La mitad de ellos estaba considerando una CBDC para uso minorista y mayorista, es decir, para el público y para los bancos. El cuarenta por ciento se enfocaba solo en una CBDC minorista, mientras que solo dos buscaban una CBDC mayorista. La mayoría de los bancos centrales estaba investigando el tema, algunos estaban haciendo pruebas y solo dos tenían planes para emitir una CBDC en ese momento: Jamaica y México. Sin embargo, desde entonces ha habido avances en otros países. Por ejemplo, Jamaica ya emitió su CBDC en octubre de 2022, y Brasil inició su prueba piloto en noviembre de 2022.

El informe reconoce que en algunas partes de América Latina se han usado stablecoins, que son criptomonedas vinculadas a una moneda fiduciaria o a otro activo. Estas monedas han sido útiles para los usuarios, pero carecen de supervisión y regulación por parte de las autoridades. Por eso, el FMI sugiere que las CBDC podrían ser una alternativa más segura y confiable.

Sin embargo, el informe también advierte de los riesgos y desafíos que supone el desarrollo de las CBDC. Entre ellos, se encuentran la ciberseguridad, la privacidad, la interoperabilidad, la educación financiera y la coordinación internacional. Además, el FMI señala que las CBDC no son una solución mágica para los problemas económicos y sociales de la región.

El FMI es como un profesor que nos pone exámenes y nos dice qué tenemos que hacer para aprobar. Pero no es un profesor cualquiera, sino uno que nos presta dinero cuando lo necesitamos. Por eso, se preocupa de que sepamos bien la materia y de que no gastemos más de lo que podemos. Así, nos hace informes con análisis y recomendaciones, que son como las notas y los deberes. El FMI no es nuestro amigo, pero tampoco nuestro enemigo. Es un prestamista que quiere que le devolvamos el dinero con intereses. Y para eso, tiene que asegurarse de que no nos arruinemos. No es muy divertido, pero es lo que hay.

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