¿Qué es un “título de valor”?

Para crecer y llevar a cabo sus proyectos, las empresas requieren dinero. Emitir títulos de valor es una manera de obtenerlo. Estos son documentos que expresan una parte de la deuda o del patrimonio de la empresa. Algunos títulos de valor son, por ejemplo, las acciones, los bonos, las opciones, etc.

La empresa ofrece estos documentos al público en el mercado financiero cuando los emite. Los inversores los compran y ganan una rentabilidad por su dinero. También, los inversores consiguen una serie de derechos sobre la empresa, como cobrar dividendos, intervenir en las decisiones o vender el documento cuando deseen.

Así, la empresa se financia y los inversores se benefician. Es un intercambio que favorece a ambos y que ayuda al desarrollo económico.

¿Qué es un título de valor? Según Wikipedia, es un documento que contiene un derecho privado patrimonial que se puede transmitir a otra persona. Por ejemplo, un cheque, un pagaré, una letra de cambio o una acción bursátil son títulos de valor.

Claro que todo esto suena muy bonito, pero no siempre es fácil diferenciar entre lo que es un título de valor y lo que no lo es. ¿El oro es un valor? ¿El petróleo es un valor? ¿Una obra de arte es un valor? ¿Un coleccionable es un valor? ¿Una criptomoneda es un valor? La respuesta no es tan simple como parece. Depende de si el objeto tiene un documento que lo respalde, de si se puede negociar en el mercado, de si tiene una regulación legal, y de otros factores.

Para saber si algo es un valor o no, necesitamos una definición clara por parte de las autoridades. Esto no es solo por cuestiones de lenguaje, sino también por cuestiones legales. Existen organismos como la SEC en los Estados Unidos que se encargan de defender a los inversores de las mentiras y los fraudes. Porque hay muchos que nos pueden ofrecer el oro y el moro, para quedarse con nuestro dinero. Pero no todos son honestos ni capaces. Algunos son unos timadores, otros unos inútiles y otros unos soñadores.

¿Te gustaría viajar en el tiempo y ver cómo se originó el primer mercado de valores del mundo? Pues no hace falta que busques una máquina del tiempo, solo tienes que acompañarme a la bolsa de Ámsterdam, donde se negociaban acciones de empresas como la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, la más poderosa y rentable de su época. ¿Cómo surgió esta innovación financiera que revolucionó la economía y la historia? ¿Qué podemos aprender de los éxitos y fracasos de los primeros inversores bursátiles? Vamos a descubrirlo.

Corría el siglo XVII y los Países Bajos eran una potencia comercial y naval que se expandía por Asia, África y América. Para financiar sus aventuras coloniales, los holandeses crearon una nueva forma de organización empresarial: la sociedad anónima de responsabilidad limitada. Esta figura jurídica permitía a varias personas aportar capital a una empresa y recibir a cambio acciones que representaban una parte proporcional de los beneficios. Además, los accionistas solo arriesgaban el dinero que habían invertido, sin comprometer el resto de sus bienes. Así, se podían diversificar los riesgos y atraer a más inversores.

Pero no todo era tan bonito como parecía. Las acciones se podían comprar y vender libremente en el mercado, lo que daba lugar a la formación de precios según la oferta y la demanda. La bolsa de Ámsterdam fue el lugar donde se concentró esta actividad, convirtiéndose en el centro financiero de Europa. Allí se podían encontrar todo tipo de especuladores, desde comerciantes y banqueros hasta nobles y clérigos.

Sin embargo, el mercado bursátil no estaba exento de volatilidad y turbulencias. A lo largo del siglo XVII, se produjeron varias burbujas y crisis que afectaron a la economía holandesa. Una de las más famosas fue la llamada tulipomanía, que consistió en una fiebre especulativa por los bulbos de tulipán, una flor exótica y codiciada que llegó a alcanzar precios astronómicos.

La bolsa de Ámsterdam fue el escenario de estas dinámicas financieras que marcaron el destino de muchos inversores. Algunos se hicieron ricos, otros se arruinaron. Lo cierto es que esta institución fue pionera en crear un mercado globalizado y competitivo que sentó las bases para el desarrollo del capitalismo moderno.

Imagina que tienes una idea genial para crear una empresa que revolucione el mercado. Pero hay un problema: no tienes dinero para ponerla en marcha. ¿Qué puedes hacer? Pues una opción es ir a la bolsa y vender acciones de tu empresa.

¿Qué son las acciones? Son partes alícuotas del capital social de una empresa. Es decir, son trozos de tu empresa que vendes a cambio de dinero. Así, consigues financiación para tu proyecto y además compartes el riesgo con otros inversores.

Pero cuidado, vender acciones no es gratis. Al hacerlo, estás cediendo parte del control y de los beneficios de tu empresa a los accionistas. Los accionistas tienen derechos, como el de recibir dividendos, el de votar en las juntas generales o el de vender sus acciones cuando quieran.

¿Y qué pasa si no quieres vender acciones? Pues otra opción es emitir bonos. Los bonos son títulos de deuda que te comprometes a devolver con intereses en un plazo determinado. Así, no pierdes el control ni los beneficios de tu empresa, pero tienes que pagar una renta fija a los bonistas.

Veamos el caso de las criptomonedas. Hay gente que se inventa sus propias monedas digitales y las pone a la venta. Es habitual que el día que las lanzan se guarden muchas para ellos mismos. Cuando las primeras monedas empiezan a cotizar en el mercado… Se vuelven millonarios al instante. Los inversores aportan su capital en estos proyectos. Los creadores de estos proyectos pasan de la pobreza a la riqueza en un abrir y cerrar de ojos… Pero a diferencia de lo que pasa en las bolsas de valor, el mundo de la cripto no da muchas seguridades a los inversores.

No soy ningún experto en el tema de los valores, ni mucho menos. Eso es cosa de las autoridades, que son las que tienen que definir qué es un valor y qué no. Y eso es importante porque la SEC ha denunciado a Binance y Coinbase por supuesta y presuntamente vender valores de manera “ilegal” o algo así. Reconozco, dentro de mi ignorancia, que hay muchas criptomonedas que sí parecen ser valores, porque se crearon para unos pocos que se forraron. Pero no ofrecen nada a los inversores. En cambio, otras como Bitcoin no parecen ser valores, porque los mineros se dejaron la piel para producirlos. Pero, repito, yo no soy quien para juzgar. Ese es el trabajo de los organismos competentes. Y la verdad es que no lo han hecho muy bien que digamos.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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