¿Podría Bitcoin sustituir el sistema bancario tradicional?

Durante los últimos años, Bitcoin ha ganado mucha popularidad como un sistema alternativo. En muchos casos, la moneda ciudadana se presenta como un rival del dólar. Y se ha sugerido que los bancos, gracias a la tecnología blockchain, ya no son necesarios.

De hecho, los más devotos y entusiastas se plantean una sustitución radical. O sea, algunos están hablando, incluso, del fin de los bancos. Y, en su lugar, establecer un paraíso de la autocustodia. Hablemos por un momento de este planeamiento.

Supongamos por un momento que todos los ciudadanos del mundo decidimos utilizar BTC como única forma de dinero. Es decir, se trataría de una adopción voluntaria y colectiva inspirada en la realización de que Bitcoin es una forma de dinero superior. Para ese entonces, todo sería descentralizado. Y el Gobierno no tendría poder sobre la política montería. Después de todo, los bancos centrales dejarían de existir. No habría intermediarios de ningún tipo. Y la autocustodia sería el ganador absoluto. 

En este nuevo mundo, todo propietario sería su propio custodio. En este nuevo mundo, “propiedad” sería sinónimo de “custodia”. De esta forma, ya no habría más corridas bancarias. Después de todo, sin bancos, todos los riesgos relacionados a tener el dinero en el banco desaparecerían. Ahora bien, por extraño que parezca, este debate no es nuevo. De hecho, es sumamente viejo. Y es, en palabras más, palabras menos, el debate eterno de los escarabajos del oro. La humanidad lleva siglos debatiendo en torno a lo mismo. ¿Es el prójimo confiable en asuntos de dinero? ¿Confiar o no confiar? He ahí el dilema.  

El oro en el patio o el oro en el banco. Ambas opciones tienen sus ventajas y desventajas. El oro en el patio o el dinero debajo del colchón (la autocustodia) no es una panacea. Primero, ser tu propio banco tiene sus riesgos y sus limitaciones. Segundo, no todo es malo con los bancos. Tener dinero en un banco también tiene sus ventajas.

¿Cuál es el punto medio? Bueno, en el sistema actual, la autocustodia es una opción. Pero no es la única opción. Debemos recordar que los bancos no son solamente servicios de custodia. Los bancos, a pesar de ser los malos de la película en muchas narrativas, juegan un rol fundamental en la economía moderna. Desde su creación, han evolucionado y adaptado sus funciones para convertirse en instituciones cada vez más importantes en el mundo financiero actual.

Los bancos son lugares donde se encuentran quienes necesitan dinero y quienes lo tienen disponible. Así, los ahorradores pueden obtener beneficios al ser clientes de un banco, en vez de dejar el dinero sin usar. Al mismo tiempo, las personas y empresas pueden acceder a recursos para consumir o invertir. De esta forma, el dinero se mueve y la economía crece. Si todos empezamos a guardar nuestro dinero bajo el colchón, la economía se estanca. Sin los bancos, muchas empresas tendrían problemas para conseguir la financiación que requieren para iniciar o expandirse. No basta con hablar de dinero solo desde la perspectiva de la propiedad y la custodia. Es esencial hablar, también, del crédito.

El crédito es “activo” y “pasivo” al mismo tiempo. Es activo para el prestamista y, al mismo tiempo, es pasivo para el prestatario. Si una persona le presta dinero a otra, el riesgo de impago siempre está presente. Y ese riesgo existe en dólares, en oro o en BTC. Idealizar la autocustodia o las monedas duras es una costumbre muy arraigada entre las corrientes políticas más conservadoras. Sin embargo, estas corrientes, en gran medida, desconocen, en medio de las pasiones ideológicas, muchas de las lecciones aprendidas de la historia. La autocustodia o las monedas duras también tienen sus grandes desventajas. Los pánicos financieros de finales del siglo XIX y principios del siglo XX son testigos de estas desventajas

Supongamos por un momento que un grupo de diez personas sobrevivió a un naufragio y llegó a una isla desierta. No tenían forma de comunicarse con el mundo exterior ni esperanza de ser rescatados pronto. Entonces, decidieron organizarse para sobrevivir y aprovechar los recursos de la isla. Entre los náufragos, surgió la idea de utilizar BTC como la forma de dinero oficial para esa nueva sociedad.

Más allá de los detalles técnicos, imaginamos que de hecho sí fue posible establecer una economía basada en Bitcoin en aquel lugar hipotético. A continuación, cada uno se dedicó a producir bienes y servicios según sus habilidades y preferencias: comida, agua, refugio, ropa, entretenimiento, salud, educación, etc. Intercambiaban sus productos por BTC, que podían guardar o gastar según su conveniencia.

No hay que ser un genio que, al principio, todo funcionaba bien. Los náufragos disfrutaban de la libertad y la eficiencia de usar Bitcoin como dinero. No había intermediarios ni autoridades que les cobraran comisiones o impuestos. Tampoco había inflación ni manipulación monetaria.

Sin embargo, pronto empezaron a surgir problemas. Después de un periodo feliz, debido a la volatilidad, la escasez y la desigualdad, la pequeña sociedad de náufragos sufrió el mismo destino que los amantes del oro de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. ¿Cómo lo sabemos? Porque sistemas similares ya se utilizaron el pasado.

Por supuesto que es posible que una forma de dinero sustituya a otra. Mi punto aquí. Es mucho más fácil hablar de la utopía desde la oposición que crearla en la vida real. Con BTC o sin BTC, de igual modo, vamos a necesitar mecanismos para contrarrestar los riesgos relacionados al crédito. No podemos olvidar que instituciones como los bancos centrales y los seguros bancarios nacieron de esa necesidad.

Por lo tanto, una adaptación voluntaria y colectiva no basta. No es suficiente promover la autocustodia y ya está. De lo contrario, lo que realmente haríamos sería repetir los viejos problemas del pasado. En vez de una sustitución total, lo mejor sería una integración. Lo ideal sería que surgiera un nuevo sistema que aprovechara lo positivo del sistema bancario tradicional, pero que reconociera los aportes y avances de las nuevas tecnologías. En lugar de una revolución que reemplace todo lo anterior, una evolución que cree un mundo mejor. 

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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