MasterCard y la adopción cripto: ¿Integración o rivalidad?

MasterCard ya ha hecho los anuncios en torno a su nuevo programa. Se trata de un programa que ofrece acceso al mundo cripto. Crypto Source se ha creado pensando en las instituciones financieras para que estas a su vez ofrezcan productos y servicios a sus clientes. Ahora, con esta tecnología, será posible comprar, vender y mantener criptomonedas. La oferta, además, incluye elementos de seguridad e identidad. Y, por supuesto, se están tomando en cuenta todas las regulaciones y las revisiones en lo que respecta a la ciberseguridad, a las leyes contra el lavado de dinero, a las normativas del “Know your customer” (KYC) y demás. En otras palabras, el capitalismo se adapta.

No es raro escuchar a los profetas del espacio cripto hablar de la eventual e inevitable muerte de los bancos y las instituciones financieras (centralizadas). “Papá, ¿qué es un banco?, pregunta un niño en el 2030”. Ese chiste se puede leer de un meme publicado con frecuencia por un conocido medio hispanohablante especializado en criptomonedas y tecnología blockchain. Este meme revela la ingenuidad y el gran sesgo ideológico de algunas corrientes haciendo vida dentro de la comunidad cripto. Al parecer, los bancos son nuestros enemigos. Son “dinosaurios”. Son malvados, obtusos, y opresores. Son “conspiradores del mal”. Pero, de las cenizas de la resistencia, gracias a Satoshi, han surgido las criptomonedas y la tecnología blockchain para salvarnos a todos.

Siguiendo el hilo de esta cosmovisión… El mundo se divide en dos: El pueblo y los enemigos del pueblo. ¿Quiénes son los enemigos del pueblo? Los gobiernos, las corporaciones, los medios, los bancos centrales, la banca privada, los ricos y todos los que no apoyen la causa del pueblo. El pueblo ha sido oprimido por los enemigos. Por ende, la revolución es la única solución. ¿Qué es la revolución? La revolución es la guerra del pueblo contra sus enemigos. ¿Quién ganará esta guerra? El pueblo, por supuesto. Con la victoria del pueblo, llegará la utopía. En este caso, una utopía libertaria, tecnológica, criptográfica y totalmente descentralizada. Y, por supuesto, esta utopía no tiene bancos.

El pueblo siempre es inocente. El enemigo siempre es culpable. Y los bancos, en particular, son una presa perfecta para aquellos en busca de un enemigo. Tenemos al personaje Shylock en la obra El mercader de Venecia de William Shakespeare como un ejemplo del arquetipo. Para el pueblo, es muy fácil percibir al banquero/prestamista como la encarnación de la codicia y la maldad. Sin embargo, se aceptan como un mal necesario. Claro que ahora, ¡por fin!, con la tecnología blockchain, es posible emanciparnos de estos “parásitos”.

Históricamente, se acepta que los granjeros, los industriales y los proletarios trabajan muy duro para producir bienes y servicios necesarios para la vida. Mientras tanto, los banqueros están sentados sobre sus traseros todo el día, escribiendo letras y calculando números desde sus lujosas oficinas. Esto ha sido así desde la invención de la banca. Financiar no es fácil. Si eres muy generoso con el deudor, reduces tus ganancias. Y si eres muy suave, el deudor puede interpretar eso como debilidad y aprovechar la ocasión para no pagar la deuda. Entonces, a la hora de pedir un préstamo, el prestamista es mal necesario. Pero, a la hora de pagar nuestras deudas, el prestamista es el villano de la película. El odio es simplemente demasiado fácil en este contexto.

La relación entre los prestamistas y sus deudores siempre ha sido bastante tóxica. ¿Cuál podría ser la solución? Muchos extremistas, históricamente, han propuesto la paranoia autárquica como una solución. O sea, la abolición total y radical de los bancos. El colchón como solución final y total: La autocustodia y el autofinanciamiento.  

Lo que ocurre en el espacio cripto es que muchos han llegado aquí del mundo político. Básicamente, son inversores idiosincráticos provenientes del libertarismo, el anarcocapitalismo y el conservadurismo económico. Entonces, sus agendas son más políticas que financieras. Eso significa que, por lo general, el mundo se percibe como un gran campo de batalla. Los buenos (nosotros) y los malos (ellos).

MasterCard: ¿Amigo o enemigo? Enemigo. Debemos recordar que estamos viviendo en tiempos de extremismo político. Y todo se sopesa en términos absolutos. Estas visiones extremas y teóricas prosperan mucho en las redes sociales, porque decir sandeces es muy fácil y barato en las redes sociales. Ahí los fanáticos juegan a ser héroes.

Claro que no todos en el espacio cripto vienen de la política y la ideología. Y no todos, por supuesto, son extremistas de derecha. Muchos vienen del mundo financiero. Y no piensan en términos de utopías y revoluciones. Piensan en términos de ganancias y pérdidas. Aquí la misión no es salvar el mundo. Aquí la misión es hacer dinero. Entonces, se escoge el pragmatismo por encima de la ideología y el dogma.

Según esta cosmovisión, los cambios tecnológicos emergen lentamente con el tiempo a medida que los diferentes productos, servicios y capacidades se integren y se fusionen. En este contexto, Bitcoin, cripto y la tecnología blockchain son frutos de la tendencia fintech. Y fintech une lo viejo y lo nuevo para crear soluciones prácticas, mixtas y plurales para tirios y troyanos.

¿Por qué MasterCard decide entrar al mundo cripto? Bueno, no hay que ser un genio para saberlo. Lo ha hecho por el dinero. La compañía se ha dado cuenta de que hay una oportunidad aquí para hacer dinero. Sin lugar a dudas, el programa se ha creado aspirando incrementar los ingresos de la compañía. Así de sencillo. Los clientes van a los bancos pidiendo productos y servicios relacionados a las criptomonedas. Luego, los bancos acuden a Mastercard pidiendo una solución. MasterCard se adapta.

Ahora bien, no todos estamos en una guerra permanente. O sea, no todos vamos por la vida buscando enemigos. En contraste, hay muchas personas que se identifican como ciudadanos del mundo. O sea, no todos dividen al mundo en buenos y malos. Muchos ven a una sola familia humana viviendo en el mismo planeta. Una humanidad con fallas y vulnerabilidades. Pero, también, una humanidad con la capacidad de enmendar sus errores y con una gran capacidad de adaptación. Es posible mejorar desde el conocimiento, la creatividad, la integración y la cooperación.

Claro que vivimos en tiempos de mucho odio y resentimiento. La rabia es muy fácil con la deshumanización del otro.  Y, para deshumanizar al otro, hay que crear distancia. En la distancia, es más sencillo satanizar al adversario. Entonces, tenemos a las redes sociales. Y surge la figura del troll. Un troll es alguien que construye una identidad entrando en conflicto con el otro. Se cree un héroe de guerra por defender ciegamente el pensamiento sectario de su tribu. Los fanáticos, los extremistas, y los radicales son muy ruidosos en las redes sociales. De hecho, parecen muchos. Sin embargo, se podría decir que los moderados y centristas son la verdadera mayoría. Lo que ocurre es que los moderados no labran tanto. Son más silenciosos. Bueno, esperemos que la sensatez sea mayor que la locura.

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