¿Las criptomonedas, una solución a la crisis exportadora española?

España es un país maravilloso, con una rica cultura, una deliciosa gastronomía y un clima envidiable. Por eso, no es de extrañar que muchos turistas van a visitarlo cada año, atraídos por sus playas, sus monumentos y su fiesta. El turismo y el entretenimiento son motores de la economía española.

Pero no se puede vivir solo de sol y sangría. También se necesita vender productos y servicios al exterior, para generar ingresos, empleo y desarrollo. Y aquí es donde los españoles se encontraron con un problema: dependen demasiado de sus socios comerciales europeos, que no están pasando por su mejor momento. Si a ellos les va mal, a España le va peor.

Por eso, muchos se preguntan si no sería hora de diversificar las exportaciones, buscando nuevos mercados y sectores. ¿Qué tal las criptomonedas y el fintech? Son tendencias que están revolucionando el mundo financiero, ofreciendo nuevas formas de pago, inversión y ahorro. ¿Se podría aprovechar esta oportunidad?

Claro, no es fácil. Las criptomonedas y el fintech son muy volátiles y complejos. Además, hay mucha competencia, tanto de países desarrollados como de emergentes. Y, por si fuera poco, el sector bancario tradicional español, que tiene mucha presencia y peso en Latinoamérica, con frecuencia, no ve con buenos ojos esta innovación.

Por supuesto que diversificar no es tan sencillo como parece. Requiere de una estrategia, de una inversión y de una adaptación. Pero tampoco es imposible. En España, hay talento, capacidad y experiencia. Solo falta un poco de valentía, de visión y de apoyo. Porque, como dice el refrán, quien no arriesga, no gana. Y, sobre todo, quien no vende, no crece.

¿Por qué las exportaciones españolas son tan importantes para la economía? Pues porque representan casi un tercio del Producto Interior Bruto (PIB), es decir, de todo lo que produce y vende al año. Gracias a las exportaciones, se puede comprar productos y servicios de otros países, generar empleo, innovar y competir en el mercado global.

Pero no todo es de color de rosa. Como ya comenté, las exportaciones también dependen de cómo les va a los socios comerciales, es decir, a los países que compra los productos españoles. Me refiero a los países de la Unión Europea (UE). Entre enero y septiembre de este año, por ejemplo, las exportaciones españolas a la UE cayeron un 4.7%, según los datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.

¿Y eso por qué? Pues porque la economía europea se está enfriando, sobre todo la de Alemania, Francia e Italia, que son los tres mayores clientes de España. Estos países están sufriendo los efectos de la crisis sanitaria, el aumento de los precios de la energía, las tensiones geopolíticas y las incertidumbres sobre el futuro. Todo esto hace que consuman menos y, por tanto, que nos compren menos.

Pero no solo afecta lo que pasa en Europa. También influye lo que ocurre en el resto del mundo, donde se vende el otro tercio de las exportaciones. Y aquí la cosa tampoco pinta muy bien. Algunos de los mercados emergentes, como Brasil, China o Argelia, están atravesando dificultades económicas y políticas que les hacen reducir sus importaciones. Otros, como Estados Unidos o Reino Unido, han impuesto aranceles o barreras comerciales que perjudican. Y otros, como Rusia, directamente han cerrado el grifo por motivos políticos.

Así que, como ves, las exportaciones españolas no lo tienen fácil. Y eso es un problema, porque si se vende menos, se crece menos, se crea menos empleo y se tiene menos recursos para invertir en educación, sanidad o infraestructuras. Por eso, es importante que las empresas españolas se adapten a los cambios, que busquen nuevos mercados, que mejoren su competitividad y que ofrezcan productos de calidad y valor añadido.

Pero no todo depende de las empresas. También depende de las políticas públicas, que deben apoyar el comercio exterior con medidas que faciliten el acceso a la financiación, la internacionalización, la innovación y la diversificación. Y, por supuesto, también depende de la cooperación internacional, que debe fomentar el multilateralismo, el diálogo y la solución de los conflictos.

Ahora bien, la exportación española es un termómetro de la economía, que indica cómo está y cómo se ve desde fuera. Y, por lo que parece, tiene un poco de fiebre. Pero no hay que alarmarse, ni mucho menos rendirse. Hay que seguir trabajando, con esfuerzo y optimismo, para recuperar el pulso y volver a ser un referente en el comercio mundial. Porque, como dice el refrán, al mal tiempo, buena cara. Y, sobre todo, buena venta.

Ahora bien, en resumen, España es un país con muchas virtudes: sol, playa, gastronomía, cultura, historia… Pero también tiene algunos problemas: paro, deuda, corrupción, crisis… ¿Qué hacer para mejorar la situación económica y social? ¿Apostar por la innovación y la digitalización? ¿Criptomonedas y fintech?

España tiene ventajas para convertirse en un hub o centro de referencia para las criptomonedas y las fintech en Europa y el mundo. Por ejemplo, cuenta con una legislación favorable y progresista, un ecosistema innovador y dinámico, un mercado amplio y diverso, y una posición geográfica estratégica, que facilita la conexión con otros países y regiones, especialmente con Latinoamérica, donde las criptomonedas y las fintech tienen una gran demanda y aceptación. 

Datos y argumentos parecen indicar que España tiene una oportunidad de oro para diversificar su economía y mejorar su competitividad y su bienestar, apostando por las criptomonedas y las fintech.

Claro, también, hay algunos riesgos y desafíos que se debe tomar en cuenta: 

La volatilidad y la incertidumbre de las criptomonedas, que pueden sufrir fuertes fluctuaciones de precio y valor, y que pueden ser objeto de ataques informáticos, fraudes, robos, etc.

La competencia y la regulación de las fintech, que pueden enfrentarse a la resistencia y la presión de los bancos tradicionales, y que pueden verse afectadas por cambios normativos o fiscales en los distintos países y mercados.

La brecha digital y la educación financiera, que pueden limitar el acceso y el uso de las criptomonedas y las fintech por parte de la población, especialmente de los sectores más vulnerables y desfavorecidos.

La responsabilidad social y ambiental, que pueden exigir a las criptomonedas y las fintech un compromiso con el desarrollo sostenible, la inclusión financiera, la protección de los datos personales, la prevención del blanqueo de capitales, etc.

En definitiva, España podría enfocarse en diversificarse haciendo crecer su sector cripto y fintech, lo que le podría reportar muchos beneficios económicos y sociales. Pero también debería ser consciente de los riesgos y los retos que implica, y actuar con prudencia y responsabilidad. ¿Tendrá la valentía y la visión? 

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.