¡Inflación!: Locuras, mitos y sandeces

Cuando un estadounidense que queja de su inflación del 2% o 3% anual del mismo modo que lo hace un venezolano con una tasa de inflación de tres dígitos o más, uno se hace preguntas. ¿Qué rayos les pasa? En mis tiempos de estudiante universitario en los Estados Unidos, hace ya 20 años atrás, contaba con un modesto presupuesto mensual cuyo monto aún recuerdo. Dos décadas han pasado. Y lo curioso es que un estudiante hoy podría vivir con el mismo presupuesto. A mí en lo personal eso me parece admirable. 

En Venezuela, hoy no se puede vivir con el presupuesto del mes pasado. Los precios aumentan en cuestión de horas. A veces compras algo en la mañana y en la tarde el precio es otro. En Venezuela, el crecimiento económico es negativo y la inflación está por las nubes. En Estados Unidos, hay una crisis y las ofertas está en todos lados. Se abren muchas oportunidades, porque todo está en descuento. ¿Y los libertarios hablando de inflación e hiperinflación? ¿En qué mundo están viviendo? Parecen los berrinches de un niño mimado.  

Uno entiende que la política es la política y a veces se ataca por atacar. Pero aquí también hay que tener un poco de sensatez. El periodo conocido como la Gran Moderación, que comenzó a mediados de los 80s y todavía se siente hoy, se ha caracterizado por el control de la inflación. Es decir, los países desarrollados llevan décadas manteniendo su inflación bajo control. Incluso el ala libertaria del Partido Republicano ha prácticamente desaparecido. Y se ha reducido a unos pocos individuos. Porque en lo que respecta al papel de la Reserva Federal en la economía en estos momentos hay un acuerdo bipartidista. 

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Esta Gran Moderación se ha logrado gracias a la independencia y tecnificación de los bancos centrales. Esto no ha pasado en Latinoamérica o en otras regiones, pero en la mayoría de los países desarrollados sí. Hoy los problemas son otros. El mundo de hoy es distinto al mundo de los 70s y principios de los 80s. Tenemos problemas de todo tipo. El nivel de deuda pública y privada es alarmante. Los déficits fiscales, la desigualdad, y el desbalance comercial están por los cielos, pero la inflación está bajo control. 

El truco para controlar la inflación y obtener estabilidad es aumentar el suministro monetario en la misma medida que la producción. Ahora bien, ¿qué es la inflación? Es el aumento generalizado de los precios de los bienes y servicios. Emisión de moneda no es inflación. Los estímulos no son inflación. La inflación se mide midiendo el precio de los bienes y servicios. 

Si se aumenta el suministro monetario de manera irresponsable, tenemos inflación. Si aumenta la demanda de bienes y servicios, tenemos inflación. Y si disminuye la oferta de bienes y servicios, tenemos inflación. Mucha inflación golpea el poder adquisitivo y debilita la moneda. Sin embargo, una inflación moderada del 2% o 3% anual estimula el crecimiento económico y genera empleo. 

Por otro lado, la deflación, que es la baja generalizada de los precios, se produce debido a una escasez de liquidez, la sobreproducción, o una caída de la demanda. La deflación genera crecimiento económico, aumento del valor de la moneda, y desempleo. Es decir, una crisis. Las crisis eran muy comunes cuando se usaba el patrón oro, porque no había manera de aumentar la liquidez en la economía. Las crisis duraban varios años y los Gobiernos normalmente se tenían que salir del patrón oro temporalmente para poder superarlas. 

En Latinoamérica, las crisis por lo general no son deflacionarias.  Las crisis latinoamericanas normalmente son crisis de estanflación. En pocas palabras, decrecimiento económico con inflación. Y, por supuesto, eso ocurre cuando el aparato productivo del país no produce lo suficiente y el Gobierno no deja de gastar. 

En el caso de los Estados Unidos, en efecto, la emisión de moneda es muchísima y el gasto público es enorme. Sin embargo, ellos tienen una gran ventaja. La globalización. Es decir, el mundo sigue comprando dólares. La hegemonía del dólar como moneda reserva del mundo es la gallina de los huevos de oro de los Estados Unidos. Ellos imprimen billetes y el mundo los absorbe. El mundo envía productos y ellos envían papel. Es un negocio redondo. 

Con la caída de la demanda debido al confinamiento por el coronavirus, se generó un terrible cuadro deflacionario. Al bajar la demanda, bajan los ingresos. Y al bajar los ingresos, hay despidos. Al haber desempleo, baja el consumo. Y así tenemos una crisis. 

Ahora bien, ¿qué hacer ante una crisis deflacionaria? Los economistas y los políticos ya han aprendido las lecciones del pasado y saben perfectamente lo que se tiene que hacer. La deflación se combate con “reflación”. ¿Qué es la reflación? Se parece a la inflación, pero no lo es. La reflación es la emisión de dinero inorgánico (estímulos monetarios) para frenar la deflación y volver a la estabilidad. Y por estabilidad se entiende la sana inflación del 2% o 3% anual. Los estímulos son del tamaño de la crisis. Crisis gigante, estímulos gigantes. 

Durante lo peor de la crisis, el dólar se fortaleció demasiado. Entonces, los estímulos están especialmente diseñados para debilitarlo. Y, de hecho, está funcionando. Aquí el error es asumir que este aumento temporal de los precios se mantendrá indefinidamente. O sea, si se toman los datos de julio y comenzamos a multiplicar por cada mes de los próximos dos años, tendríamos hipotéticamente un cuadro inflacionario. Pero esto es absurdo. Porque los estímulos están diseñados para contrarrestar el desbalance del segundo trimestre del año 2020 y uno vez que eso se logre ya no son necesarios. Lo vimos en el 2008. 

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En una declaración reciente de Anthony Pompiliano, conocido bitcoiner, él realiza este cálculo absurdo utilizando los datos de la deflación insinuando que los precios seguirán subiendo de manera indefinida. Los invito a leer sus declaraciones. El vínculo está aquí arriba. Y notaran un error. Al mismo tiempo, los invito a leer las declaraciones del escarabajo de oro Peter Schiff durante las últimas crisis. Es el mismo discurso libertario de los años 70s. De todos los problemas que tenemos ahora, ellos han escogido un problema que no existe. Ellos han escogido hablar de inflación durante la peor crisis deflacionario desde la Gran Depresión del siglo pasado. Francamente que es una locura. 

En mi afán por encontrar una explicación racional ante tanta locura, la única explicación que tiene sentido es que los dogmas políticos juegan un rol muy importante aquí. Es decir, los libertarios consideran que la influencia del Gobierno en la economía es excesiva y abogan por un fundamentalismo de libre mercado. Ellos quieren un regreso al patrón oro, o la implementación del patrón Bitcoin, y la deflación hay que aceptarla como un “dolor temporal” necesario para liquidar los malos actores. Con la típica dureza de la ética protestante. He ahí un debate que vale la pena tener. Pero no me digas que tenemos inflación cuando no la hay. Los defensores del oro siempre están sembrando miedo y pesimismo, pero todo termina en sandeces. ¿Cuantos escarabajos del oro están en la lista Forbes? ¿Cuántos multimillonarios tiene Wall Street? El optimismo siempre gana. 

El desastre económico no está en la Reserva Federal. Si hay un desastre, está en el Gobierno. La deuda y el déficit. Además, el problema no es la inflación, sino la desigualdad. Los sueldos no han aumentado y ya nadie tiene ahorros. Los estímulos enriquecen principalmente los dueños de activos. Son los mercados financieros los primeros beneficiados, no el pueblo llano. El dinero está en Wall Street. Y sí, está en Bitcoin. Los estímulos están inflando los precios en los mercados financieros y los bitcoiners están comiendo de este pastel. 

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Los libertarios se quejan mucho, porque son una minoría reaccionaria sin representación política. ¿Así o más claro? Son los gruñones del mundo financiero siempre hablando de la próxima catástrofe. Acumulando oro porque el mundo se va acabar. Pero el mundo llega siglos acabándose y nunca se acaba. De hecho, Wall Street ha sido mejor inversión que el oro por más de un siglo. Pese a que me gustaría a llorar con los libertarios en este momento debido al alza de Bitcoin, me temo que no puedo. A mí no me amarga un dulce. 

La inflación está bajo control. Ahí están los datos a la vista de todos. Lo preocupante no son los estímulos, lo preocupante es la guerra comercial entre Estados Unidos y China que está frenando el comercio mundial. Ahí sí tenemos un problema. Porque el nacionalismo económico sí aumenta los precios. Si los precios aumentan, la Reserva Federal no tendrá más opción que aumentar las tasas de interés y retirar liquidez de la economía. Eso sería un duro golpe para los mercados financieros (Bitcoin incluido). Tenemos problemas reales y preocupaciones reales. ¿Para qué crear problemas imaginarios por politiquería setentera? No necesitamos más locuras, mitos y sandeces.