¿Ha llegado el fin de Bitcoin?

En nuestros tiempos, ya es costumbre que el debate se vaya por los extremos. No es raro que los críticos de Bitcoin declaren su “muerte” en cada ocasión. Pero tampoco es raro que los defensores de Bitcoin anuncien su vida eterna en todo momento. La contienda se vuelve viral con demasiada frecuencia. Porque los defensores idealizan. Y los detractores satanizan. En el camino, se pierde la objetividad. No hay punto medio.

Las declaraciones de muerte de Bitcoin son ridiculizadas por los más devotos. Porque la posibilidad de fracaso es nula para el fanático. De hecho, solo pensar en ello parece absurdo. Se piensa en absolutos. Y Bitcoin se sopesa bajo un falso sentido de certeza. Siempre se habla de manera definitiva. El problema con los extremos es la ausencia de duda. Hablemos de la supuesta muerte de Bitcoin. ¿Es posible? Claro que sí. ¿Es probable? No, todavía no.

¿Qué es Bitcoin? Bitcoin es un código en una red de computadoras. Así de sencillo. O sea, números y letras en un base de datos descentralizada. En teoría, podría existir para siempre. Porque se trata de una abstracción. 

Pero, a modo de reflexión, podríamos pensar en otro sistema simbólico: los idiomas. En teoría, los idiomas podrían existir para siempre. Sin embargo, eso no sucede. En la práctica, los idiomas nacen, prosperan y mueren. O, dicho de otra manera, los idiomas evolucionan. Se transforman y se convierten en otra cosa. La muerte no es el fin. La muerte es el cambio.

Esta “muerte” de los idiomas es un proceso natural. Porque todo sistema simbólico está sujeto a modificaciones y a reinterpretaciones. Los códigos cambian de significado en nuevos contextos. El idioma une y divide al mismo tiempo. Entonces, no podemos separar el idioma de su contexto social. Cambia la sociedad, cambia el significado del código.

¿Qué representa el código Bitcoin? El código representa valor monetario. Bitcoin es una tasa. Digamos que es un ticket canjeable. Pensemos, por ejemplo, en el par BTC/USD. Bitcoin es su precio en dólares. Ese código es una propiedad cotizada en dólares. El código existirá mientras exista la red de computadores corriendo el programa. Y ese código tendrá un precio (valor monetario) mientras haya demanda.

La volatilidad es un reflejo de una demanda inestable y variable. Eso se debe a muchas razones. Hay que recordar que estamos hablando de un mercado emergente. Los inversores se sienten atraídos por las oportunidades que ofrece. Pero, al mismo tiempo, los inversores se asustan por los riesgos que presenta. Por ende, el precio cae durante periodos de elevada incertidumbre. Porque el mercado se torna muy conservador. Esto no es sinónimo de muerte. En este caso, se trata de ciclos financieros. La volatilidad es alta por tratarse de un mercado nuevo, fragmentado, no regulado, ilíquido y manipulado. Las caídas son grandes. Pero las alzas también. La demanda se puede ir. Pero, del mismo modo que se va, también puede volver.

¿Por qué comprar un código? Por ideología, por privacidad, por conveniencia o por especulación. La gran mayoría lo hace por especulación. Se compra hoy esperando que el precio suba mañana. De este modo, crecer financieramente. A veces se gana. A veces se pierde. Pero la intención es ganar. Bitcoin es, esencialmente, un activo especulativo.

Paul Krugman, premio Nobel de economía y columnista del New York Times, escribió un artículo sobre el posible fin de las criptomonedas. Después de leer el artículo, no es muy difícil darse cuenta que Paul Krugman en realidad está hablando del “Bitcoin” de la narrativa criptolibertaria. Es decir, la idea de la moneda alternativa como un movimiento insurreccional contra la banca tradicional y el rol estatal en la economía. Me atrevería a decir que Paul Krugman lo que, en el fondo, está prediciendo es el fracaso de ese proyecto político inspirado por el White Paper de Satoshi Nakamoto. Me refiero al Bitcoin de los libertarios, los anarco-capitalistas y los conservadores visto desde la ideología californiana (contracultural, tecnofilia y libertarismo).   

Este “Bitcoin idiosincrático” no es el verdadero Bitcoin. Para ilustrar este punto, recordaremos las razones para crear Bitcoin Cash. Para nadie es un secreto que muchos piensan que Bitcoin ha perdido el camino. ¿Por qué se piensa esto? Al estilo de una religión, los militantes de Bitcoin Cash no paran de hablar de las ideas originales de Satoshi. Entonces, Bitcoin Cash es una especie de movimiento reaccionario al estilo de la Reforma protestante. Lo que quiere es un retorno al origen para recuperar el paraíso perdido. ¿Cuál es el problema? Al parecer, Bitcoin ha perdido su alma, porque ha perdido su énfasis revolucionario para convertirse en un activo especulativo más. ¿Cuál es el problema con la especulación? No hay nada malo con la especulación. 

Este fenómeno también lo podemos ver en el caso del oro. Los escarabajos de oro tienen un planteamiento político inspirado en el liberalismo clásico. Muchos libertarios y conservadores abogan el retorno del patrón oro en respuesta al “estatismo keynesiano”. La implementación de patrón oro no está sobre la mesa. Sin embargo, aún existe una minoría que mantiene esa aspiración. Se podría decir que el oro murió en la época del dinero fiat. Sin embargo, todavía existe un oro especulativo. De hecho, la mayoría de los gobiernos del mundo tienen oro en sus reservas.

¿Es el oro? Un metal noble. ¿Qué representa ese metal? Para los efectos de un gobierno o un inversor, el oro es una tasa que puede subir o bajar. Se trata de un oro especulativo. A pesar de la “muerte del oro” como proyecto político, el oro especulativo aún vive.

El inversor no idiosincrático no está buscando una reforma monetaria y no está buscando cambiar el sistema bancario mundial. Lo que quiere es hacer dinero. Y eso no es pecado. No hay que disculparse por querer crecer financieramente. El inversor invierte para verle el queso a la tostada. ¿Cuál es el problema con eso? Entonces, Bitcoin no se usa como moneda. Bitcoin no reemplazará a los bancos. Bitcoin eso y aquello. Lo mismo podría decirse en el caso del oro. Sin embargo, eso no nos impide comprar oro como inversión. El activo “oro” y el activo “Bitcoin” pueden existir y prosperar más allá del fracaso de las aspiraciones políticas de una minoría.

Cierto que el precio de Bitcoin ha caído mucho. Cierto que este periodo bajista ha demostrado ser más complejo que los anteriores. Y cierto que la recuperación podría tardar más de lo anticipado. Sin embargo, eso no quiere decir que sea el fin. Tarde o temprano, los inversores volverán a tomar riesgos. Y, tarde o temprano, volverá el apetito por la especulación. No todas las expectativas se cumplirán. Pero los proyectos evolucionan. Los proyectos se adaptan. Un bitcoin puede morir. Y otro puede renacer. 

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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