La salida protesta de uno de los pioneros de la inteligencia artificial (IA) de Google ha causado mucho revuelto, porque alimenta nuestros viejos miedos hacia la tecnología.

¿Qué pasa cuando juegas a ser Dios con la ciencia? Eso se preguntó Mary Shelley en su novela “Frankenstein o el Moderno Prometeo”. El protagonista es Victor Frankenstein, un joven genio que fabrica un ser vivo en su castillo. Pero el experimento le sale mal y el monstruo se le escapa de las manos. El pobre Victor no sabe cómo controlar a su creación y acaba perdiendo la cabeza. Una historia de terror que te hará pensar en los límites de la ciencia. ¿Será Geoffrey Hinton el doctor Frankenstein de esta era?

Geoffrey Hinton ha dejado su trabajo en Google para advertir de los riesgos que plantea esta tecnología. Hinton, de 75 años, es conocido como el “padre” de la IA, ya que desarrolló la tecnología que está en el corazón de chatbots como el ChatGPT. Sin embargo, ahora se arrepiente de haber contribuido a este campo y dice que, si no hubiera sido él, otro lo habría hecho. ¿Qué pasó?

Cierto. Geoffrey Hinton es un experto en inteligencia artificial (IA) que ha dejado Google para alertar de los peligros de esta tecnología. En una entrevista con The New York Times, dijo que la IA avanza muy rápido y que puede traer problemas para la sociedad. Por ejemplo, que internet se llene de mentiras en forma de textos, fotos y vídeos, que la IA quite el trabajo a mucha gente y que incluso sea más lista que nosotros. Claro, todo depende de lo que le enseñemos a la IA. Si le damos información basura, nos devolverá basura. Y, claro, si no protegemos a la gente, mucha gente puede quedarse en la calle. 

Por supuesto, Hinton no es el único que alerta sobre los peligros de la IA. Otros expertos e intelectuales han pedido una moratoria en el desarrollo de esta tecnología para reflexionar sobre sus implicaciones éticas y legales. Hinton cree que se debería frenar la investigación hasta que se entienda bien cómo controlar la IA y evitar que caiga en manos de malos actores. En este caso, no podemos disparar primero y preguntar después. Esta tecnología es tan potente que la regulación tiene que establecerse antes y no después de que se rompa algo.

Hinton es un crack de la IA y por eso le dieron el año pasado el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica junto a otros tres colegas. Pero ahora el señor se ha dado cuenta de que la IA puede ser muy buena o muy mala, depende de cómo se use. Por eso, ha dejado Google y se ha puesto a avisar a todo el mundo de que hay que tener cuidado con esta ciencia que puede cambiarlo todo.

Silicon Valley es el paraíso de la innovación tecnológica, pero también el infierno de la competencia. Las empresas que operan allí tienen el hábito de lanzar sus productos al mercado antes de tiempo, sin esperar a que estén bien probados y regulados. Su objetivo es llegar antes que sus rivales y obtener grandes ganancias. Pero esta actitud, aunque entendible, es sumamente peligrosa. ¿Qué pasa si la tecnología que lanzan tiene fallos, riesgos o consecuencias negativas para la sociedad? ¿Quién se hace responsable? Los reguladores normalmente actúan demasiado tarde, cuando ya hay que recoger los platos rotos. Por eso, es necesario que Silicon Valley sea más prudente y responsable con sus creaciones. La tecnología puede ser una bendición o una maldición, depende de cómo se use.

Dedalus era un genio que sabía inventar y construir cosas increíbles. Un día, el rey Minos le pidió que hiciera un laberinto gigante para encerrar a un bicho muy feo que tenía cabeza de toro y cuerpo de hombre. Se llamaba Minotauro y daba mucho miedo. Dedalus hizo el laberinto tan bien que ni él ni su hijo Icarus podían salir de allí.

Entonces, Dedalus tuvo otra idea: hacer unas alas con cera y plumas para volar. Le dijo a Icarus que no fuera tonto y que volara con cuidado. Que no se acercara mucho al sol, pero tampoco al mar. Pero Icarus se emocionó tanto con su nuevo juguete que se olvidó de lo que le dijo su padre. Se fue tan alto que el sol le derritió las alas y se pegó un buen golpazo. Así acabó la aventura de Icarus por no hacer caso. ¿Acaso Silicon Valley es el Icarus de nuestra era?

Silicon Valley es el lugar donde se inventan y desarrollan las maravillas de la tecnología. Allí se crean cosas que nos hacen la vida más fácil y divertida, como los móviles, las redes sociales o la inteligencia artificial. Pero también hay que tener mucho cuidado con lo que se hace allí. No se puede jugar indulgentemente con la tecnología sin pensar en las consecuencias. No se puede volar tan alto sin tener en cuenta los riesgos. No se puede ignorar los consejos de los expertos que nos advierten de los peligros. Si Silicon Valley no hace caso, puede acabar como Icarus: cayendo al vacío.

La tecnología IA está muy bien, pero no nos volvamos locos. No se trata de tirar todo a la basura y volver a las cavernas. Sin embargo, tampoco es muy buena idea tragar sin masticar todo lo que venga de Silicon Valley. Se nos ha olvidado que la tecnología está para hacernos la vida más fácil y no más difícil o injusta. No debemos convertirnos en títeres de las tecnológicas. Si no mantenemos a ese tigre bajo control, nos terminará comiendo.

Geoffrey Hinton, obviamente, sabe de lo que habla. Él ha dejado Google para alertarnos de los riesgos de esta tecnología. Él nos dice que la IA puede ser muy buena o muy mala, depende de cómo se use. Él nos pide que seamos prudentes y responsables con esta ciencia que puede cambiar el mundo. Ojalá que no se convierta en una Casandra, la profetisa de Troya que nadie creía. Ojalá que le hagamos caso y no nos arrepintamos después. Ojalá que no sea demasiado tarde.

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