¿Es buena idea invertir en la deuda pública?

La deuda pública siempre ha despertado polémica. Normalmente, se habla de la deuda pública con pasión. Sin embargo, pocos entienden el rol de la deuda pública en la economía de un país. Parte del problema es que se confunde la deuda pública con la privada. Porque la deuda pública no funciona exactamente como la deuda privada. Para muchos la deuda pública es motivo de preocupación y para otros es un excelente activo de inversión. ¿Es buena idea invertir en la deuda pública? 

Para los militantes antisistema, insinuar que es buena idea invertir en la deuda pública es igual a decir que es buena idea invertir en un barco en llamas. Aquí es cuando debemos separar la ideología de la evidencia. Existen corrientes que nos dicen que el mundo está a punto de colapsar. Y no me refiero a los ciclos económicos habituales. Me refiero a algo mucho más profundo. En algunos círculos, se habla en términos apocalípticos. El fin del dólar. La ruina del Estado. La hecatombe mundial. 

Nota: Para efectos de este artículo me voy a dedicar exclusivamente a hablar de la deuda pública de los Estados Unidos (bonos del Tesoro como inversión). Lo que en teoría podría extenderse a la deuda pública de otras economías avanzadas. No aplica, sin embargo, la deuda pública en la mayoría de los países en desarrollo. 

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Seguimos. Los ultraconservadores tienden a satanizar la deuda pública en pro de la austeridad absoluta. En materia económica, esta corriente promueve muchas de las ideas del liberalismo clásico. Y, en muchos casos, se defiende el retorno al patrón oro, la separación de la economía y el Estado, y el libre mercado como el gran mecanismo regulador de la economía. Esta es la corriente más reaccionaria. Lo que quiere decir que ve el pasado como respuesta. Lo curioso de esta tendencia es que nos dice que en el pasado estábamos mejor. 

El Senador estadounidense Rand Paul, por ejemplo, es digno representante de este grupo dentro del Partido Republicano. Por cierto, Rand Paul es el hijo del conocido Ron Paul. Ellos son los representantes más visibles del ala libertaria del Partido Republicano. Rand Paul es el sujeto que dice “No” a casi todo en el Senado. Durante el comienzo de esta crisis, en el segundo trimestre de este año, los planes de rescate y los estímulos fueron aprobados por un consenso bipartidista. Sin embargo, Rand Paul se negó a la medida. ¿Por qué? 

Rand Paul es un crítico empedernido de la irresponsabilidad de la política fiscal y monetaria de los Estados Unidos. En su cuenta de Twitter declaró: “La última vez que Estados Unidos no estuvo endeudado fue en 1835”. Claro que los Paul están muy bien vistos en la comunidad cripto, porque la comunidad cripto está repleta de libertarios. Obvio que un bitcoiner libertario promedio no se define a sí mismo como un ultraconservador o un reaccionario. Todo lo contrario. De hecho, el movimiento cripto cree estar en la vanguardia. Los jóvenes, sobre todo, se ven a sí mismos como futuristas impulsando una revolución. Eso podría ser cierto en materia criptográfica o informática. Pero en lo que respecta a la economía me temo que la narrativa libertaria es reaccionaria en espíritu. 

Para los bitcoiners en Latinoamérica y en España, esto podría parecer muy extraño. La idea de que Bitcoin está promoviendo una revolución reaccionaria parece algo absurda. Después de todo, Bitcoin es algo relativamente reciente y estas ideas son nuevas para la mayoría. Eso es porque la corriente libertaria tiene raíces muy fuertes en los Estados Unidos, pero es casi inexistente en el mundo hispanoparlante. 

Ahora bien, los libertarios son una pequeña (pero importante) minoría en Los Estados Unidos. Sin embargo, juegan un papel muy influyente en la comunidad Bitcoin gracias a la influencia de los cypherpunks, por ser este un grupo vital en la creación de Bitcoin. De esta vía, un joven latino se convierte en defensor de las ideas libertarias sin saberlo. Como niño con juguete nuevo, el joven bitcoiner adopta el entusiasmo a los nuevos conversos y se vuelve un apasionado evangelizador de la revolución Bitcoin. 

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En lo monetario, la narrativa bitcoin (predominante) es casi idéntica a la narrativa libertaria. Lo único es que hay que sustituir el oro por Bitcoin. Ahora bien, ¿Y qué tiene que ver esto con la deuda pública? Bueno, debemos recordar que el libertarismo es un movimiento esencialmente reaccionario antiestatal. Eso significa que las viejas maneras son mejores a las nuevas. Y por “viejas maneras” se entiende a la utopía libertaria de los Estados Unidos en los tiempos de los pioneros o durante la administración de Tomas Jefferson. Lo que también quiere decir que el sistema actual es muy malo y está a punto de colapsar.

En este contexto, los bancos centrales y el dinero fiat están destinados a morir. La intervención del Gobierno en la economía es perjudicial. Y la deuda pública es un gran demonio que todo lo devora. ¿Es buena idea invertir en un banco en llamas? Claro que no. De hecho, sería una locura confiar en el Gobierno porque el Gobierno es el gran villano en esta película. Y es solo cuestión de tiempo para que todo acabe en ruinas. Lo mejor es comprar oro. Y, con la llegada de Bitcoin, lo mejor es comprar Bitcoin. Esto es porque el oro y Bitcoin son lo único seguro, porque no forman parte de un sistema decadente. 

Ahora bien, si uno vive por mucho tiempo dentro de una tribu, uno podría caer en el error de pensar que la tribu es el universo entero. En otras palabras, muchos bitcoiners comenten el error de pensar que la narrativa libertaria es una verdad universal. Y eso ocurre porque no se comprende que la extraña tribu libertaria es sumamente pequeña en medio de un mundo mucho más grande y diverso. 

Si dejamos a un lado la tribu libertaria por un momento, podríamos ver que el resto del mundo habla en un idioma totalmente distinto. De hecho, los bonos del Tesoro (deuda pública estadounidense) y el dólar son considerados como los activos más seguros en existencia. ¿Sorpresa? De hecho, los inversores más conservadores invierten en deuda pública en tiempos de gran incertidumbre porque estos activos son considerados refugios sumamente seguros. Eso contradice radicalmente la narrativa libertaria. Sin embargo, más allá de la ideología está la evidencia. Durante el crash de marzo, los inversores se refugiaron en el dólar y la deuda pública. Así de sencillo. Aquí no hay narrativa que valga. Los hechos hablan por sí solos. Lo mismo ocurre en todas las crisis. 

Los activos de renta fija son considerados más seguros que los activos de renta variable. Es decir, como norma general, los bonos son más seguros que las acciones. Y los bonos más seguros de todos son los bonos del Tesoro. Claro que la seguridad tiene un costo. Los activos riesgosos ofrecen mayores oportunidades. Entonces, durante una crisis, los inversores tienden buscar seguridad a costa de menores ganancias. Y, durante una bonanza, tienden a buscar oportunidades asumiendo mayores riesgos. Este es un esquema que promueve el optimismo a largo plazo y la cautela a corto plazo. En este escenario, Bitcoin es un activo de oportunidad, no un refugio seguro. Este es un paradigma muy distinto al que normalmente escuchamos en tribu bitcoin.   

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Por otro lado, los libertarios se centran en el pesimismo, porque creen en la eventual caída del sistema. El problema es que esta supuesta caída lleva siglos anunciándose y nunca llega. La realidad es que durante las crisis los inversores siguen confiando en el Gobierno y el dólar. Debemos tener la sabiduría de ver la evidencia sin sesgos. 

En el pasado, muchos grupos religiosos han anunciado el fin del mundo. Normalmente, esperan el día con mucha fe, pero luego el día anunciado llega y nada pasa. Uno podría asumir que el error podría causar una crisis de fe en la congregación. Pero en la mayoría de los casos eso no sucede. El grupo pospone el día y ya. La comunidad Bitcoin está atravesando su primera crisis mundial. Y muchas de las predicciones e hipótesis fallaron. Entonces, tenemos dos opciones. Podemos seguir defendiendo una ideología. O podemos estudiar la evidencia, aprender y reevaluar.