El poder de las expectativas: ¿Por qué son fundamentales para los mercados?

En relación a los mercados, no es suficiente realizar un análisis objetivo. Es decir, el inversor puede tener muy claro el panorama. Sin embargo, la opinión del colectivo puede desviar el timón en la posición opuesta. En otras palabras, un ser racional en un mundo irracional no dejará de sorprenderse. Como resultado, el éxito no se basa en tener la razón. El éxito en estos menesteres se basa en anticipar la irracionalidad de los demás.

El ejemplo clásico: El Concurso de Belleza de Keynes. Este consiste en la elección de las seis caras más bonitas de un centenar de fotos publicadas en un periódico de la época. El ganador que obtendrá el premio, sería aquel cuya elección se acerque más al promedio de las preferencias de todos los participantes del concurso. En este caso, la estrategia ganadora no es escoger las seis caras más bonitas a nuestro parecer. La estrategia más inteligente sería escoger las seis caras más “bonitas” según el estándar de la mayoría. O sea, no debemos seguir nuestro propio gusto. Debemos anticipar el gusto de los demás.

El ejemplo anterior nos explica el funcionamiento de los mercados financieros. O sea, así funcionan los mercados. Si el cielo es azul y el mercado dice que el cielo es verde, el mercado se mueve sobre la premisa: “El cielo es verde”. Así de sencillo. No hay derecho a quejas. El mercado cumple sus propias profecías. Con razón o no, falsas o verdaderas, las expectativas mueven los mercados.

En el mundo de las finanzas, el pasado es un reporte, el presente es un sentimiento y el futuro es una expectativa. En el fondo, la realidad es una percepción. No hay hechos sino interpretaciones. Por ejemplo, si muchas personas creen que el precio de un activo va a subir, esa expectativa funciona como un impulso para comprar. Como resultado, el precio sube.

¿Cómo se forman las expectativas? Por lo general, se forman de muchas maneras. Pero, sin lugar a dudas, los elementos subjetivos son centrales. Una mentira, un delirio, un error, un dogma, un engaño o la costumbre puede ser suficiente para inyectar una creencia en la mente colectiva. Gritar: ¡Fuego! Eso puede causar un pánico en determinadas condiciones. O, dicho de otro modo, las expectativas pueden ser racionales o irracionales. Ambas tienen el poder de mover el mercado. El fuego puede ser real o no. De igual forma, si el colectivo cree, el colectivo se mueve.

Esto nos lleva al tema de los sesgos. Si, durante cuatro décadas, los estímulos monetarios han caído del cielo en abundancia y la inflación se ha mantenido relativamente baja, es muy posible que el colectivo tenga dificultades en aceptar otra realidad y tienda a subestimar los problemas de inflación durante un cambio de paradigma. Las personas suelen confiar mucho en sus propias experiencias. Entonces, si, durante los últimos tres ciclos alcistas de Bitcoin, el precio se ha comportado de determinada manera, no es raro que se utilicen estos patrones históricos para anticipar el comportamiento del próximo ciclo. La idea de que -la historia se repite- tiene muchos seguidores. Por consiguiente, el mercado tiende a imitar el pasado debido a esta expectativa.

Ahora bien, esta dinámica presenta muchos desafíos a la hora de realizar pronósticos. Lo más sensato es hacer pronósticos sobre la información disponible y de la manera más objetiva posible. Sin embargo, debemos esperar mucha irracionalidad en el camino. Un rumor o una esperanza, por ejemplo, puede cambiar la narrativa. Y, de pronto, el mercado decidió modificar su rumbo por completo. No es poco frecuente que el mercado se enamore de su propia subjetividad y elija su propia senda a capricho. Esto es bastante impredecible.

La comunidad cripto comenzó como un movimiento conformado originalmente de libertarios, anarcocapitalistas y conservadores inspirados por la ideología californiana (libertarianismo, tecnofilia y contracultura). Esta corriente comparte una misma cosmovisión. Y ha creado una vibrante tribu digital que hace vida activa en las redes sociales. Al igual que los escarabajos del oro, este grupo se siente como parte de la oposición. Creen que el mundo va por mal camino debido al “progresismo keynesiano” del Estado interventor y proponen una reforma radical. La aspiración es una utopía libertaria basada, en términos generales, en el liberalismo clásico.

En estos casos, con la ayuda de la pasión ideológica y las redes sociales, la “verdad” de la tribu se convierte con mucha frecuencia en la “verdad” del universo. Aquí, en muchos aspectos, el futuro es irrelevante. O sea, lo que pase o no pase realmente en el futuro pasa a un segundo plano. Lo importante es el juego de expectativas. Y, mediante la propaganda y la promoción de un grupo de interés, cualquier cosa es posible. Si la narrativa logra convencer a un gran número de personas, eso puede ser suficiente para impulsar las compras. En consecuencia, más allá de que en este momento no es muy racional que el precio suba, el precio sube gracias a la expectativa de una minoría de creyentes. 

Recordemos el Concurso de Belleza de Keynes. Las redes sociales se han convertido en un gran Concurso de Keynes. Un gatito jugando con una pelota puede obtener más visitas que una obra de Shakespeare. Un fakenews puede tener más alcance que el reportaje más objetivo. Y las ideas más locas encuentran acogida en alguna comunidad. La verdad ya no es una representación objetiva de la realidad. La “verdad” es la narrativa que logre convencer a más gente. Si esa “verdad” me dice lo que yo quiero escuchar, esa es la “verdad”. Y, según esa verdad, se compran o venden activos de inversión.  

Claro que esto de las expectativas tiene su límite. Supongamos que muchas personas creen que un precio justo para Bitcoin en este momento es de $40K por unidad. Bueno, estas personas toman sus ahorros en fiat y compran por debajo de ese nivel sin mayor problema. Luego, lo subjetivo se hace realidad. Todo comenzó como una creencia. La creencia creó una expectativa. La expectativa inspiró la acción. Las compras llevaron el precio a $40K, por ejemplo. De pronto, se crea una nueva expectativa. Entonces, las mismas personas que pensaron que el precio llegaría a $40K ahora piensan que el precio de Bitcoin llegará a $100K. ¿Cuál es el problema? Pese a la expectativa, ya no tienen más dinero para seguir comprando. Se coloca la orden, pero nadie responde. Como resultado, el precio se desploma. Eso quiere decir que las expectativas, en efecto, tienen mucho poder. Sin embargo, su poder no es infinito. 

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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