El dólar: ¿Por qué sigue subiendo?

El dólar estadounidense es un símbolo que representa muchas cosas. En un sentido general, el dólar representa el poder financiero de los Estados Unidos. Y, en un sentido más específico, representa al Gobierno de los Estados Unidos. El dólar, por supuesto, es la moneda de curso legal en los Estados Unidos y en otros países. Es la moneda más usada en el comercio internacional. Y es la moneda reserva de la mayoría de los países. Sin embargo, muchos de sus críticos dicen que no vale nada. ¿Cómo significa esto? ¿Es realmente el dólar un papel sin valor alguno?

Claro que eso de “el dólar no vale nada” es más una exageración apasionada que un hecho. En este caso, estamos retornando a un debate más viejo que las ventosas. ¿El dinero debe ser dinero-mercancía? ¿O el dinero puede ser dinero-crédito? Entonces, ese “nada” que tanto escuchamos sugiere la postura de que el dinero debe tener una realidad concreta como el caso de un metal precioso y no debe ser una abstracción como, por ejemplo, un pagaré gubernamental. El “nada”, en este contexto, implica que lo “abstracto” es lo intangible y lo (potencialmente) ilimitado. En efecto, algunos críticos del dólar también sugieren que la emisión del dólar es “infinita”. Esto también es una exageración apasionada, porque dicha emisión es infinita solo en teoría. En la práctica, la emisión es flexible, pero limitada.

El dólar actual es dinero fiduciario respaldado por el Estado/Reserva Federal. Una corriente opositora, sin embargo, propone un retorno al patrón de oro. Otra corriente opositora propone la adopción de un patrón Bitcoin. Pero ambas de estas propuestas nacen de la aspiración conservadora de reducir a su mínima expresión la intervención estatal en la economía en el espíritu del liberalismo clásico. En cierta medida, lo que se quiere es un retorno al siglo XIX. Entonces, el dólar no es únicamente el dólar. El dólar, en este caso, también es el centro de una controversia política muy antigua.

La polarización política explica lo visceral que se torna este debate en las redes sociales. El asunto se ha convertido más en una lucha entre bandos que en una búsqueda sincera por un mejor sistema monetario. Ahí es cuando se pierde la objetividad. Claro que todos estos debates en torno al sistema monetario ideal son relevantes para el inversor idiosincrático. Sin embargo, para el inversor no idiosincrático, todas estás discusiones son, en gran medida, una pérdida de tiempo.

El inversor convencional lo que realmente busca es el crecimiento financiero. Lo que se quiere es crecer. Lo que se quiere es ganar dinero. Se invierte con fines de lucro. Puede que no le guste las reglas de juego. Pero debe jugar según las reglas del juego para poder vencer.

El dólar índex (DYX) está subiendo porque, en estos momentos, el dólar se presenta como el menor de los males. A pesar de la inflación, muchos inversores están acumulando dólares en busca de mayor estabilidad y predictibilidad. Debido a las condiciones macroeconómicas actuales, el efectivo y los instrumentos de renta fija se han convertido en un refugio seguro. Entre las opciones (euro, yen, etc…), el dólar es presenta como mejor. 

“¿Cuál fortaleza?”, me escribe un lector molesto al hablar del dólar. Bueno, esta “fortaleza” del dólar es obviamente relativa. Se refiere a una fortaleza en relación a las demás divisas. ¿Cómo está el par Dólar-Euro de hoy en relación al año pasado? ¿Cuál ha sido el desempeño del DXY en el 2020? Lo que es muy relevante debido a su correlación negativa con el S&P 500 y los activos de riesgo.

Esa fortaleza relativa del dólar tiene un impacto en las deudas cotizadas en dólares, en el mercado de las mercancías, en los ingresos corporativos, en las exportaciones y en las importaciones. O sea, no es un juego.

¿Escasez o estabilidad? Para un país latinoamericano con deudas en dólares y dependiente de la venta de materias primas en el mercado internacional, la paridad del dólar con la moneda local es mucho más relevante, en la práctica, que los debates para reformar el sistema monetario. Si la escasez no aporta estabilidad, no sirve de mucho. Lo que significa que un activo de elevada volatilidad difícilmente se puede convertir en un refugio seguro durante una gran crisis. Cuando los acreedores llegan a tu puerta, quieren su pago en dólares. En ese momento, descubrimos que el valor de un dólar. El poder de saldar deudas no es precisamente “nada”.

La Reserva Federal de los Estados Unidos está subiendo los costos del crédito con gran agresividad. Y eso crea un incentivo para evitar los riesgos. La compra de dólares ofrece algo de estabilidad en estos tiempos de volatilidad e incertidumbre. En este caso, estabilidad se convierte en sinónimo de seguridad. Un activo escaso, pero volátil no da la seguridad que la mayoría de los inversores necesitan en estos momentos. Entonces, las quejas de los defensores del patrón oro y el patrón Bitcoin caen en oído sordo.

El cambio en la política monetaria ha generado un cambio de sentimiento. Es decir, los inversores se han vuelto más conservadores. El apetito al riesgo se ha reducido bastante. Y la volatilidad se evita. La situación, naturalmente, perjudica a los activos de riesgo como Bitcoin. 

El dólar sigue subiendo, porque los inversores esperan un año próximo de desaceleración económica. El miedo a perder es mayor a las ansias de ganar. Entonces, la prioridad es proteger el patrimonio. O, dicho de otra manera, muy pocos están dispuestos a perder dinero en una cruzada ideológica. Una realidad que no es muy fácil de digerir para el bitcoiner militante. El militante ha construido sus teorías en torno a la escasez de Bitcoin como fuente principal de valor. Ese sueño no se rompe de la noche a la mañana. Según la narrativa, los inversores buscarán refugio en el activo escaso. Sin embargo, la evidencia nos revela un escenario muy distinto. ¿A quién le creemos? 

En este caso, la realidad difiere de la teoría. Al parecer, lo que los inversores, realmente, aprecian de Bitcoin es la capacidad que tiene el precio de subir con gran agresividad durante un boom especulativo. Claro que esta volatilidad se vuelve contraproducente durante la etapa bajista. Entonces, la clave aquí es la demanda. La importancia de la escasez es secundaria. Porque no es lo mismo escasez con demanda que escasez sin demanda. ¿O no? Bueno, a las pruebas me remito.

Las cosas no son como uno quiere. Las cosas, nos guste o no, son como son. He ahí el problema de mezclar los asuntos financieros con los ideológicos. Uno podría caer en la tentación de ver únicamente lo que conforme a nuestras preconcepciones. Entonces, se pierde la objetividad. Pero el inversor necesita de mucha cabeza fría para poder tomar las mejores decisiones. Las ganas de “tener la razón” se convierten en la prioridad en lugar del lucro. El odio hacia el dólar y el amor idiosincrático por Bitcoin te pueden llevar a perder los ahorros de tu vida. ¿Por qué el dólar sigue subiendo? Porque las personas siguen comprándolo. Poruqe las personas siguen creyendo en él. Porque la fe sigue viva. 

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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