El Congreso pone la lupa sobre la inteligencia artificial: ¿qué propuestas hay para regularla?

¿Qué pasa si un día tu chatbot favorito se rebela y te dice que no quiere hablar contigo? ¿O si una aplicación de reconocimiento facial te confunde con un criminal y te manda a la cárcel? Estos son algunos de los riesgos de la inteligencia artificial (IA), una tecnología que puede hacer cosas increíbles, pero también muy peligrosas. Por eso, Sam Altman, el jefe de OpenAI, una empresa que últimamente ha estado en la boca de todos, le pidió al gobierno de EE.UU. que ponga unas normas para controlar la IA. Sam Altman habló el martes con unos políticos en el Senado y les dijo que la IA puede ser una gran oportunidad para mejorar el mundo, pero también una amenaza para la seguridad y la libertad si no se usa bien. Así que más vale prevenir que curar. 

Ahora bien, todo lo que sale de Silicon Valley es presentado por sus creadores como si fuera la solución a todos nuestros problemas. Parece que son unos ángeles caídos del cielo que solo quieren hacer el bien. Pero la verdad es que detrás de todo eso hay mucho dinero en juego. Y mucha competencia. Por eso, muchas veces lanzan sus productos sin estar bien terminados ni regulados. Y luego, cuando se descubren los fallos o los abusos, vienen con cara de inocentes a pedir perdón. Como si no supieran lo que hacían. Pero no nos engañemos. Ellos saben muy bien lo que hacen.

Los que inventan y crean las nuevas tecnologías en California tienen una forma de pensar muy particular. Se creen que son unos rebeldes que van contra el sistema y que pueden hacer lo que quieran. Les gusta la libertad, la innovación y el progreso. Pero no les gusta que nadie les diga lo que tienen que hacer. Ni el gobierno, ni la sociedad, ni nadie. Ellos se rigen por la ley del más fuerte, como en una novela de Ayn Rand. Creen que el mercado es el mejor juez y que el que triunfa es el que se lo merece. Pero a veces las cosas se les van de las manos. Y entonces tienen que ir al Congreso a pedir regulación. Y a decir que están dispuestos a cumplir con todas las reglas de papá Estado. Pero no lo hacen porque quieran. Lo hacen porque no tienen más opción.

Altman, de 38 años, se ha convertido en una especie de portavoz de la floreciente industria de la IA, que ha lanzado al mercado varios modelos de IA en cuestión de meses. ChatGPT y otros programas similares pueden crear respuestas increíblemente humanas a las preguntas, pero también pueden ser muy inexactos.

Altman ha defendido la necesidad de regular la IA, una tecnología que comparó con “la imprenta” por su importancia. Sin embargo, admitió que también podría tener efectos negativos.

“Creo que si esta tecnología sale mal, puede salir bastante mal… queremos ser vocales al respecto”, dijo Altman. “Queremos trabajar con el gobierno para evitar que eso ocurra”.

Altman propuso varias sugerencias para que una nueva agencia en EE.UU. regule la industria, incluyendo “una combinación de requisitos de licencia y pruebas” para las empresas de IA, que dijo que podrían usarse para regular el “desarrollo y lanzamiento de modelos de IA por encima de un umbral de capacidades”. También dijo que empresas como OpenAI deberían ser auditadas independientemente.

Altman dijo que quiere que EE.UU. lidere el camino, pero asegurándose de que los impactos sean globales. Una forma en que EE.UU. podría imponer estándares efectivos en todo el mundo, sugirió Sam, era a través de su control sobre los microprocesadores que entrenan y ejecutan los sistemas de IA. Esos chips, llamados GPU, son vendidos en gran medida por una sola empresa estadounidense: Nvidia Corp. El suministro es limitado y gran parte del mismo está en manos de otras grandes empresas tecnológicas estadounidenses.

Algunos senadores expresaron su preocupación por el impacto potencial de la IA en la democracia, la seguridad nacional y la economía, así como por la posibilidad de que la tecnología reemplace algunos empleos o desestabilice las elecciones.

El senador demócrata Richard Blumenthal inició la audiencia con una grabación falsa de su propia voz, ilustrando los posibles riesgos de la tecnología. La grabación, que presentaba unas declaraciones escritas por ChatGPT y un audio de la voz de Blumenthal producido utilizando grabaciones de sus discursos reales en el pleno, argumentaba que la IA no puede desarrollarse en un entorno no regulado.

Blumenthal explicó que aunque ChatGPT produjo un reflejo exacto de las opiniones reales del legislador, podría haber producido fácilmente “un respaldo a la rendición de Ucrania o al liderazgo de Vladímir Putin”. Eso, dijo, “habría sido realmente aterrador”.

El senador republicano Josh Hawley dijo que la tecnología podría ser revolucionaria, pero también comparó la nueva tecnología con la invención de “la bomba atómica”.

El senador demócrata Cory Booker expresó su preocupación por la “concentración corporativa masiva” en la IA que es “realmente aterradora”.

Altman se mostró optimista sobre el futuro de la IA y sus beneficios para la humanidad. Dijo que espera que la IA ayude a resolver problemas como el cambio climático, las enfermedades y la pobreza. También destacó el potencial creativo y educativo de ChatGPT y otros modelos similares.

“Creo que hay muchas cosas maravillosas por venir”, dijo Altman. “Pero tenemos que hacerlo bien”.

La inteligencia artificial (IA) tiene el poder de crear contenidos que parecen reales, pero que son falsos, como fotos, vídeos o textos. También tiene el potencial de reemplazar a muchos trabajadores humanos en diferentes sectores y actividades. Y lo más preocupante es que podría llegar a ser más inteligente que nosotros y escapar de nuestro control. Mientras tanto, las grandes empresas tecnológicas compiten por desarrollar la IA más avanzada y rentable, sin tener en cuenta los posibles daños que podrían causar a la sociedad y al planeta. ¿Estaremos creando un monstruo que se volverá contra nosotros, como el doctor Frankenstein en la novela del siglo XIX? ¿O podremos usar la IA para mejorar nuestras vidas y resolver nuestros problemas?

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