Cómo la Reserva Federal y otros bancos centrales influyen en la economía mundial

Los bancos centrales son como los reyes de la economía moderna. Tienen el poder de crear dinero, fijar las tasas de interés y regular el sistema financiero. Su influencia es tan grande que pueden afectar el crecimiento, la inflación, el empleo y el comercio de un país. Algunas personas los apoyan, otras los critican, pero nadie puede ignorarlos. Aunque no nos gusten los bancos centrales, tenemos que aceptar que existen. Son los reyes de la economía moderna, y nosotros somos sus súbditos.

Algunas personas piensan que los bancos centrales son el enemigo de la economía. Creen que son innecesarios, nocivos y hasta malvados. Según ellos, los bancos centrales son parte de una conspiración para controlar el dinero y el poder. Dicen que los bancos centrales crean inflación, crisis y desigualdad. Y que lo mejor sería eliminarlos y dejar que el mercado se regule solo.

Muchas personas tienen una opinión negativa sobre los bancos centrales. Claro que piensan que son una institución innecesaria, dañina y caprichosa. Que solo sirven para beneficiar a unos pocos y perjudicar a muchos. Que son el resultado de una malvada conspiración para dominar el mundo.

Pero estas personas son una minoría muy ruidosa. La mayoría de los economistas y políticos reconocen la importancia de tener un banco central. Saben que los bancos centrales son los garantes de la estabilidad monetaria y financiera. Que los bancos centrales protegen el valor del dinero y evitan las burbujas y los colapsos. Y que los bancos centrales pueden ayudar a impulsar el crecimiento y el empleo.

El asunto es que hay mucha desinformación y propaganda contra los bancos centrales. Lo mejor es que uses tu sentido crítico y contrastes las fuentes. Así podrás formarte tu propia opinión.

Antes de juzgar a los bancos centrales, hay que conocer su historia. Los bancos centrales no nacieron de la nada. Surgieron como una respuesta a los problemas que enfrentaban las economías sin ellos. Problemas como la falta de un patrón monetario, la escasez de crédito, la inestabilidad financiera y las crisis recurrentes.

Los bancos centrales se crearon para solucionar estos problemas. Para proveer un medio de pago aceptado por todos, para facilitar el financiamiento de la actividad económica, para supervisar y regular el sistema bancario y para mantener la estabilidad de los precios y el valor del dinero.

No estoy aquí para defender o renegar a ningún banco central. Solo quiero invitar al lector a considerar que quizás su creación no fue un capricho. Que, tal vez, a pesar de sus fallos y problemas, es mejor tener uno que no tenerlo. Que existe la posibilidad de que no sea simplemente una malvada conspiración. Que, de pronto, ha sido una institución que, pese a sus errores, ha demostrado su utilidad e importancia. Porque la opción de no tenerlo es más costosa y peligrosa. 

¿Sabes cómo funciona el dinero? No, no me refiero a cómo lo gastas o lo ahorras, sino a quién lo crea y lo controla. Resulta que, en el pasado, se ha experimentado con distintas modalidades. Hemos oscilado entre dos extremos. Por un lado, el dinero totalmente en manos del Estado. Y, por otro lado, el dinero totalmente en manos privadas. Y la experiencia no ha sido muy buena. Entonces, se ha escogido la moderación inglesa. O sea, un sistema híbrido que combina lo público y lo privado para que ambos bandos se equilibren y se vigilen mutuamente. El banco central es una organización privada conformada por bancos privados pero supervisada por el Estado. De este modo, si el gobierno quiere abusar de sus poderes, el banco central goza de independencia y autonomía. Y, por otro lado, si los bancos quieren abusar de sus poderes, la ley y la supervisión pública intervienen.

Muy pocas personas quieren volver atrás. Al mismo tiempo, nadie dice que el banco central sea una institución perfecta. Tiene sus defectos y sus problemas, como todos. Pero en lugar de abolirlo, se ha escogido el camino de la reforma. Es decir, mejorar lo que ya tenemos, en vez de tirarlo todo por la borda.

Ahora bien, en virtualmente todos los países, el Gobierno siempre es el prestamista más grande, el deudor más grande, el empleador más grande y el proveedor de servicios más grande. Entonces, inevitablemente, el Gobierno siempre está interviniendo en la economía. A veces para bien, y a veces para mal.

El Gobierno ofrece a la sociedad una serie de servicios, como la educación, la salud, la seguridad, etc. Y la sociedad paga por ellos, mediante los impuestos, las tasas, las multas, etc. Gracias a esta relación, hay también una relación crediticia. La sociedad le presta dinero al Gobierno todo el tiempo, comprando sus bonos y títulos. Y el Gobierno, mediante los bancos centrales y la banca privada, le da crédito a la ciudadanía. Ambas partes consumen, pagan, producen y piden préstamo.

¿Te gusta viajar en avión? Si eres un viajero frecuente, seguro que conoces las millas que te regalan las aerolíneas. Estas millas son una forma de pago que puedes usar para comprar pasajes, reservar hoteles, alquilar autos, etc. Pero, ¿de dónde salen estas millas? ¿Acaso la aerolínea las imprime de la nada? ¿Es una conspiración? No, no te alarmes. Estas millas son un pasivo de la aerolínea. Son una promesa de que en el futuro podrás gastarlas.

El crédito que da el banco central es algo así como las millas de una aerolínea. El dinero, en muchos sentidos, es crédito justificado por el derecho del Gobierno a cobrar impuestos. O sea, sí, en efecto, emite papelitos. Pero también te acepta esos mismos papelitos como forma de pago por los impuestos.

El crédito es vital para la economía, porque permite que las personas y las empresas puedan consumir, invertir y producir. Y no hay prestamista más grande e importante que la Reserva Federal y los demás bancos centrales. Su influencia no es total, pero sí significativa. También hay que considerar la importancia del gasto fiscal, la productividad y otros factores. Pero de todos estos agentes económicos, sin lugar a dudas, no podemos subestimar el papel que juega la política monetaria de los bancos centrales.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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