¿Cómo la polarización política en Estados Unidos debilita la confianza en el dólar?

¿Te gustaría prestarle dinero a alguien que no conoces, que no sabes si te va a pagar, que no tiene ningún respaldo ni garantía y que además cambia de opinión cada cinco minutos? Seguramente no. Pues lo mismo pasa con el dinero. La confianza es la base de su valor y su funcionamiento. La confianza en el emisor, que es quien crea y pone en circulación el dinero.

¿Quién es el emisor? Puede ser un banco central, un gobierno, una empresa, una persona o, incluso, una red de computadoras. ¿Qué tan confiable es? Depende de si tiene la capacidad y la voluntad de cumplir sus compromisos, si tiene su casa en orden, si me ofrece estabilidad, certidumbre y predictibilidad. Si comenzamos a dudar en la confiabilidad del emisor, la confianza puede estar a un paso de perderse.

¿Qué es lo más importante que debe tener una moneda para que sirva como medio de intercambio? No, no es el color, ni el tamaño, ni el diseño. Es la estabilidad. La estabilidad significa que la moneda cumple su promesa de poder comprar cosas con ella. Por ejemplo, si tienes un billete de 10 euros, esperas poder ir al supermercado y comprar pan, leche y huevos. O pagar la luz, el agua y el internet. O incluso los impuestos (aunque eso no sea muy divertido). Pero si la moneda pierde valor rápidamente (inflación), o nadie la quiere aceptar (iliquidez), o el gobierno que la emite está en quiebra (mercado de bonos), entonces tu billete de 10 euros puede valer menos que el papel en que está impreso. Y eso no es nada gracioso.

Los países en desarrollo en gran medida están acostumbrados a tener malos gobiernos que gastan más de lo que ingresa. En vez de exportar productos con valor añadido, como tecnología o industria, se dedican a vender materias primas y productos agrícolas, que no les dan mucho beneficio. Y encima, como quieren vivir como en el primer mundo, importan todo lo que pueden, desde automóviles hasta ropa, lo que les genera un gran déficit comercial. ¿Y cómo financian todo esto? Pues pidiendo dinero prestado a organismos internacionales, que luego les cobran intereses muy altos y les imponen condiciones muy duras.

La inflación es el aumento generalizado de los precios de los bienes y servicios que consumimos. Si hay mucha inflación, el dinero pierde valor y no puedes comprar lo mismo que antes con la misma cantidad. Esto es muy común en los países en desarrollo, sobre todo en Latinoamérica, donde hay casos extremos como Venezuela y Argentina, que tienen una inflación tan alta que parece una broma. Pero los latinoamericanos no se rinden y se las ingenian para tener ahorros y ser creativos. Porque saben que no pueden confiar mucho en la moneda emitida por su gobierno, que se trata de un emisor poco confiable. ¿Tenemos la garantía de que el gobierno venezolano o argentino cumplirá con sus promesas? ¿Podemos fiarnos de su palabra?

Debido a esta desconfianza, lo que normalmente se hace es sacar ese dinero del país y colocarlo en Estados Unidos o Europa. ¡Los pobres financiando a los ricos! ¿Por qué? Porque estos “ricos” han demostrado ser más confiables porque ofrecen mayor estabilidad que los pobres que debido a la indisciplina y el despilfarro lo que hacen es devaluar sus monedas. Además, debido a la inestabilidad política, en cualquier momento puede llegar un líder carismático que destruya las instituciones con el apoyo del pueblo. Y, en el calor de un discurso, puede decir que no va a pagar sus deudas al “Imperio” mientras recibe los aplausos de un público eufórico. Debido a esta inestabilidad política y económica, muchos países en desarrollo no son muy atractivos para los grandes capitales del mundo. Porque el que presta dinero o invierte, quiere su dinero de vuelta. Y, lógicamente, no le gusta prestar dinero a los actores morosos o de poca credibilidad.

¿Te has preguntado por qué el dólar sigue siendo la moneda más fuerte del mundo a pesar de la inflación en Estados Unidos? Pues resulta que la inflación no es solo un problema de los gringos, sino un fenómeno global que tiene que ver en gran parte con los efectos de la pandemia en las cadenas de producción y distribución. Y también con todas las distorsiones que ha causado en el mercado laboral. Entonces, de lo malo, Estados Unidos todavía se considera el menos malo. Y la evidencia es la gran subida del dólar durante los últimos dos años. Los inversores internacionales se dieron cuenta de que todo está mal, y que todas las monedas están cayendo. El dólar sí está mal, pero no tan mal como las demás. Por ende, por descarte, sigue siendo un refugio (relativo).

Ahora bien, luego vino la crisis bancaria. Pero los inversores internacionales muy pronto descubrieron que no estábamos en una crisis bancaria como tal. En realidad, era una crisis limitada a los bancos regionales. Pero los grandes bancos, de hecho, estaban mejor que antes. Entonces, la solución simplemente fue mover el dinero de los bancos más pequeños a los más grandes. Listo.

Pero después llegó la crisis en torno al techo de la deuda. Y aquí la cosa sí se vuelvo bastante preocupante. Todos sabíamos que tarde o temprano se encontraría una solución para evitar el impago, que tendría consecuencias épicas. Finalmente, se llegó a un acuerdo. ¡Gracias al de arriba! Pero esa crisis nos puso en manifiesto la enorme polarización política en Estados Unidos. La división es sumamente grande. El extremismo está creciendo a niveles bastante alarmantes. ¿Dónde están los moderados? ¿Dónde está el centro? Al parecer, lo que tenemos ahora son extremistas de derecha y extremistas de izquierda. En otras palabras, en cualquier momento, se puede armar una a lo latinoamericana: líderes populistas, enfrentamientos de calle, impagos de deuda, y cosas así.

Imagínate el administrador de un fondo internacional pensando en comprar bonos del Tesoro de 30 años después de ver el debate en torno al techo de la deuda. El radicalismo es tal que te aseguro que hay políticos que están dispuestos a caer en el impago solo por ver el gobierno de Biden sumergido en el caos. Nos salvamos en esta oportunidad, pero este lío no inspira mucha confianza. Porque esto puede empeorar.

¿Es momento de comprar T-bills de 30 años? Francamente, debido a esta tendencia al extremismo, da susto. Esta duda, tarde o temprano, tendrá un efecto en la confiabilidad del dólar.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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