¿Cómo identificar una estafa?

No todo es lo que parece. Las apariencias engañan. Y los engaños se construyen con apariencias. El espacio cripto está repleto de estafas. La falta de regulación crea una especie de Salvaje Oeste. Y me temo que los estafadores se aprovechan de la situación. Si hay dinero, hay estafas. Y si no hay reglas claras, las estafas florecen. Claro que no todo es una estafa. He ahí el problema. Por muchos años, Bitcoin ha sido acusado de ser una estafa. Sin embargo, no lo es. De hecho, es muy difícil poder distinguir entre las acusaciones falsas y las legítimas. ¿Cómo identificar una estafa? Bueno, con dificultad. No es una tarea fácil. Pero hay ciertas banderas rojas que nos pueden ayudar. 

Una estafa no es lo mismo que una mala inversión. Una compañía mal administrada tampoco es una estafa. Y tampoco podríamos decir que una empresa asomando muchos riesgos es una estafa. Una estafa es principalmente un engaño. Es decir, el negocio es una mentira. Entonces, por un lado, tenemos una buena historia. Y, por otro lado, tenemos una realidad. Es fundamental entender esto. La clave aquí es que la historia no es real. La tarea de los estafadores es presentar una extraordinaria historia (falsa) y esconder la realidad. 

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Hay negocios extraordinarios que no son estafas. Pero todas las estafas se presentan como un negocio extraordinario. Amazon, Apple, Netflix y Google son negocios extraordinarios, pero no son estafas. También existen muchos fondos de cobertura, fondos mutuales y pools de inversión que son negocios legítimos. Los administradores de dinero, los consejeros financieros y los clubs de inversión son vehículos perfectamente válidos. Todos esos instrumentos pueden ser mal administrados. Y en cualquier momento pueden meterse en problemas. Pero no son estafas como tal. Las estafas son engaños por definición. La mala intención está ahí desde el principio. 

Unas de las estafas más populares son los esquemas Ponzi. Carlo Ponzi fue un famoso estafador. Ponzi prometía a los inversores 50% de beneficios en un plazo de 45 días o 100% en 90%. Según Ponzi, el negocio consistía en comprar cupos postales descontinuados en otros países y redimirlos a su valor nominal en los Estados Unidos. El negocio se presentaba como un lucrativo negocio de arbitraje. Lo que en realidad estaba sucediendo es que Ponzi le pagaba a los primeros inversores con el dinero de los nuevos inversores. 

En el caso de la estafa de Carlo Ponzi, podemos ver el poder de una historia extraordinaria. De hecho, los primeros inversores recibieron su pago. Y, por un tiempo, todo marchó de las mil maravillas. Con el dinero en la mano, la codicia invadió a los primeros inversores y la fiebre Ponzi invadió a los demás. Pero esto es imposible de mantener por mucho y eventualmente la estafa se descubre. Es decir, se cae la pirámide. 

Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre un fondo legítimo con extraordinarios rendimientos y un esquema Ponzi? ¿Cómo descubrimos al mentiroso? No es fácil, pero sí hay pistas. Vamos por partes. La antigüedad es un indicador que debemos tomar en consideración. Una empresa de larga trayectoria es mucho más confiable que una empresa nueva. Otro indicador es el equipo. ¿Quiénes son los dueños? ¿Y quién es el CEO? Es importante conocer el pasado de las personas involucradas. ¿Dónde trabajaron antes? ¿Cuál es su reputación? ¿Quiénes financian el proyecto? En otras palabras, es fundamental tomar en cuenta a las personas detrás del negocio. 

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Otro criterio de importancia es el escrutinio. Una compañía registrada en Nueva York o en Londres y bajo estricta supervisión de las autoridades es más confiable que una compañía registrada en un paraíso fiscal y sin registro alguno. Una compañía que tiene relaciones con otras compañías reconocidas obtiene una estrella. Y una compañía con exposición mediática podría tener otra. O sea, si medios de prestigio han realizado reportajes sobre la compañía, eso es positivo. ¿Cuál es la opinión de los analistas? 

También es importante poder verificar la historia de manera independiente. ¿Hay registros públicos donde podemos verificar que el negocio está operando según sus afirmaciones? La transparencia es crucial. Muchos negocios se someten a auditorías independientes. Y muchos fondos están asegurados. Las aseguradoras normalmente hacen sus propias auditorías antes de poder asegurar el negocio. En fin, la transparencia consiste en estar abiertos al escrutinio de terceros. 

Otro elemento de importancia. ¿Quiénes son los principales clientes? Es decir, ¿quiénes son sus inversores? Lo primero que tenemos que buscar son inversores reconocidos. ¿Quién colocó dinero en esta empresa? ¿Están los grandes capitalistas de riesgo invirtiendo en la compañía? ¿Están los grandes fondos colocando dinero ahí? ¿Hay empresarios reconocidos colocando dinero ahí? 

Es posible que la clientela está compuesta principalmente de pequeños inversores. Ahí tenemos una bandeja roja. Los esquemas ponzi normalmente usan un sistema de marketing multinivel y se enfocan en un público sin experiencia financiera, ofreciendo grandes ganancias y cero riesgos. No exactamente algo que atraería a Goldman Sachs. 

Ahora bien, es posible que un fondo legítimo tenga varios de los elementos que mencione anteriormente sin ser necesariamente una estafa. Bitcoin, por ejemplo, ha tenido mala prensa por muchos años. Muchos inversores reconocidos no sienten mucho respeto por el activo. Y su estatus regulatorio no es el mejor. Sin embargo, el código abierto puede ser verificado por cualquiera. 

El joven Warren Buffett, por ejemplo, comenzó trabajando desde una oficina en su propia casa y no daba información de las operaciones que realizaba a sus primeros inversores. De hecho, por un tiempo, en Nebraska, circulaba el rumor que estaba operando una estafa Ponzi. Sin embargo, sus primeros inversores fueron amigos cercanos y familia. Y, luego, obtuvo varios inversores gracias a la recomendación de su mentor, Ben Graham. Con el tiempo, varios medios hicieron varios reportajes sobre él y, bueno, el resto es historia. 

Lo que quiero aclarar es que una bandeja roja es un elemento de cuidado. Pero no es determinante. La aparición de muchas banderas rojas sí requieren pruebas extraordinarias. Un startup es un ejemplo. Apple en sus primeros días. ¿Era Steve Jobs en un garaje confiable? ¿Lo era Facebook, Netflix o Google? Al principio, tenían casi todas las banderas rojas. Unos jóvenes desconocidos, sin experiencia, y con una empresa nueva. Pero los capitalistas de riesgo de reconocida trayectoria vieron el potencial. Y lo más importante es que desde un principio fueron sinceros de los riesgos y fueron transparentes. No hicieron falsas promesas. De decir, no hubo engaño. 

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Las personas que caen en las estafas normalmente ignoran todas las banderas rojas y confían únicamente en la historia relatada. Aceptan la historia y son felices con los primeros pagos. Viven la ilusión de las grandes ganancias sin riesgos por un tiempo. La historia seductora es el peligro. No debemos confiar en la historia. Si la historia y los pagos son lo único que sostiene el negocio, la probabilidad de estafa es inmensa. 

El problema es que no podemos resistir una oportunidad. La idea de ganar 10% al mes nos parece irresistible. Y caemos en el mito del genio incomprendido. Es decir, es un negocio brillante, pero los envidiosos dicen que es una estafa. La codicia de ganar dinero rápido y fácil es lo que realmente nos hace caer en el engaño. Señores, es mejor perder una oportunidad que perder dinero. Es posible que sea el mejor negocio del mundo, pero sí las banderas rojas son demasiadas, es mejor evitarlo. Así de sencillo.