Bitcoin: Por qué la llegada de las instituciones es una buena noticia

¿Qué hacer cuando nuestro club se vuelve demasiado popular? Es la pregunta que nos atormenta desde hace tiempo. Por un lado, nos gusta ser un grupo selecto de rebeldes que desafía al sistema con nuestras ideas radicales y nuestro estilo de vida alternativo. Por otro lado, nos gustaría que más gente se uniera a nuestra causa y que nuestro club creciera en capacidad, influencia y prestigio. Pero claro, eso tiene un precio: renunciar a nuestra pureza ideológica y adaptarnos a las demandas del mercado. ¿Qué preferimos: ser fieles a nosotros mismos o vender nuestra alma al diablo? ¿Ser un club pequeño pero auténtico o un club grande pero vendido?

¿Te has encontrado con un bitcoiner militante? Son esos que se creen los rebeldes del barrio. No les gusta nada que tenga que ver con el sistema establecido. ¿El gobierno? Una mafia. ¿Los bancos? Unos ladrones. ¿Las big tech? Unas espías. ¿El dólar? Un papel sin valor. ¿La economía? Una ciencia falsa. ¿Los medios? Unos manipuladores. ¿Los exchanges centralizados? Unos traidores. Todo lo que no sea descentralizado, autocustodiado y libre de intermediarios les parece una aberración. Ellos solo confían en la tecnología y en el individuo. Bueno, en el individuo que piense como ellos, claro. Porque si no, eres un ignorante, un borrego o un enemigo. Así son los bitcoiners militantes: muy necios, pero muy divertidos de ver.

La comunidad bitcoin nació de una rebeldía. Libertarios, anarcocapitalistas y conservadores, herederos de los cypherpunks y los escarabajos del oro, defendían la libertad individual y el uso de la tecnología para escapar del control estatal. Su sueño es crear una utopía libertaria basada en el liberalismo clásico, donde cada uno sea dueño de su destino. Para lograrlo, han inventado una moneda propia, dura, ciudadana y alternativa, que les permite fomentar una insurrección monetaria. Su objetivo es separar el Estado de la economía y crear un nuevo orden social.

¿Te imaginas un mundo donde nadie te diga qué hacer con tu dinero? ¿Dónde puedas comprar y vender lo que quieras sin que el gobierno te cobre impuestos o te ponga trabas? ¿Dónde la tecnología sea tu aliada para proteger tu privacidad y tu libertad? Pues ese mundo existe, al menos en la mente de los bitcoiners. Bitcoin no depende de ningún banco central ni de ninguna autoridad. Ellos creen que Bitcoin es la solución a todos los problemas del mundo, desde la inflación hasta la corrupción. Ellos sueñan con una utopía libertaria donde cada uno sea responsable de su propio destino.

¿Qué harías si no confiaras en nadie? ¿Si creyeras que el gobierno te miente, que los bancos te engañan y que el mundo se va al garete? Imaginemos el Salvaje Oeste. Siglo XIX en los Estados Unidos. Ahí vivía un granjero en el campo de los Estados Unidos: que ponía su fe en Dios y en el oro. Este hombre trabajaba duro en su granja, cultivaba sus propios alimentos y enterraba monedas de oro en su patio. Así se sentía seguro y autosuficiente. Nadie podía quitarle lo que era suyo. Nadie podía decirle cómo vivir. Este espíritu de conservadurismo radical no ha desaparecido. Sigue vivo hoy en día en muchas formas. Algunos lo llaman libertad, otros lo llaman paranoia. Pero todos coinciden en una cosa: no se fían de nadie.

Un dinero digital que no depende de nadie más que de ti es una idea revolucionaria que busca eliminar a los intermediarios que cobran comisiones, imponen condiciones y pueden fallar o engañar. Es como si volviéramos al tiempo de la Reforma, cuando se cuestionó el papel de la Iglesia entre el individuo y Dios. Ahora, el individuo se relaciona directamente con el código, un conjunto de reglas matemáticas que garantizan la seguridad, la transparencia y la libertad del dinero digital. En esa cosmovisión, el prójimo no es confiable. Pero la tecnología es infalible.

Ahora volvemos a nuestro dilema. ¿Qué pasa cuando los gobiernos, los bancos y los administradores de fondos quieren participar? ¿Qué pasa cuando las instituciones quieren un pedazo del pastel? No solo como compradores y tenedores, sino como intermediarios y proveedores de servicios centralizados.

Bitcoin no es una religión ni una secta donde sus usuarios tienen que jurar lealtad a unos dogmas o unas normas. Es decir, no estamos obligados a seguir unos lineamientos predeterminados. Lo que significa que, si yo quiero comprar BTC a través de un fondo o un banco, estoy en mi derecho. Igual que estoy en mi derecho de guardar oro en el patio o en un banco. También estoy en mi derecho de tener mis BTC en autocustodia o con otros. Los militantes que hablan en nombre de Bitcoin no tienen poder sobre los usuarios. Ellos no son los dueños de Bitcoin. Bitcoin no es de los guardianes de la utopía libertaria. Bitcoin es de sus usuarios. Y esa base es diversa y plural.

Bitcoin es una moneda digital que puede cambiar el mundo. Pero para que eso suceda, necesita que más personas la usen y la acepten. Por eso, la comunidad de Bitcoin debe ser abierta y acogedora con todos los que quieran participar. No importa si son grandes empresas, bancos, gobiernos o individuos. Todos son bienvenidos a Bitcoin. No podemos ponerles trabas ni exigirles que piensen como nosotros. ¿PayPal? ¡Bienvenido! ¿Goldman Sachs? ¡Bienvenido! ¿Fidelity? ¡Bienvenido! ¿BlackRock? ¡Bienvenido! Que sea el mercado el que decida si estos actores aportan o no valor a Bitcoin. Si los usuarios no confían en ellos o no les gustan sus servicios, pues no los usarán. Tuiteros y youtuberos no son los encargados de decir quién puede entrar y quién no a este espacio. Bitcoin es de todos y para todos.

Muchos se preguntan si Bitcoin debe aceptar o rechazar a las instituciones financieras. La respuesta es simple: depende de lo que busquemos. Si lo que queremos es ganar dinero, pues bienvenidas sean. Ellas traen liquidez, demanda y prestigio a Bitcoin. Así el precio se dispara y todos felices. Pero si lo que queremos es cambiar el sistema, pues quizás no tanto. Ellas traen regulación, control y riesgo a Bitcoin. En mi caso, ¿instituciones? ¡Bienvenidas!

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

Te puede interesar:

Las inversiones en criptoactivos no están reguladas. Es posible que no sean apropiados para inversores minoristas y que se pierda el monto total invertido. Los servicios o productos ofrecidos no están dirigidos ni son accesibles a inversores en España.