Banca vs big tech: ¿oportunidad o riesgo?

Las big tech, al parecer, se han cansado de dominar el mundo digital y ahora quieren meterse en el mundo financiero. Ya no les basta con que usemos sus apps, sus redes sociales y sus buscadores. Ahora también quieren que paguemos con sus sistemas, como Apple Pay o Google Pay. Y claro, eso puede traer problemas con la regulación y con la privacidad.

Las big tech están ofreciendo servicios financieros de todo tipo, desde la nube hasta el crédito. Estas empresas creen que pueden usar sus datos para hacerle la competencia a los bancos tradicionales. Pero no todo es tan bonito como lo pintan. Hay obstáculos, hay riesgos, hay peligros. ¿Crees que las big tech son de fiar ahora que también manejan nuestro dinero?

Pagar con el móvil, enviar dinero a tus amigos, invertir en fondos, pedir un crédito… Todo eso lo puedes hacer ahora con empresas como Google, Apple, Amazon, Facebook o Alibaba. Las big techs quieren tu dinero. Esto tiene, obviamente, sus pros y sus contras, tanto para ti como para el mundo. Estas empresas, llamadas “big techs”, se han lanzado al sector financiero y están ofreciendo productos y servicios que rivalizan o colaboran con los de las entidades tradicionales. ¿Qué ventajas y riesgos tiene esto para ti y para el mundo?

Las big techs, por supuesto, tienen sus cosas buenas. Las ventajas son muchas. Tienen muchos clientes, mucha información y mucha creatividad. Por eso, pueden ofrecerte servicios financieros que te salen más baratos, más rápidos y más a tu medida. Y no solo eso, sino que también pueden ayudar a gente que no tiene banco o que está harta de ellos. Así, las big techs pueden hacer que el sector financiero funcione mejor y que más gente pueda aprovecharlo y crecer económicamente. Las big techs pueden mejorar la eficiencia del sector financiero y promover la inclusión financiera y el crecimiento económico.

Pero no todo es color de rosa. Las big techs también tienen su lado oscuro. Algunos riesgos son los mismos que los de los bancos de siempre, como la estabilidad financiera y la protección del consumidor. Y esto vale también para cripto. Por ejemplo, ¿qué harías si una big tech que te da créditos o seguros se va a pique o le hackean? ¿Quién te cubriría las espaldas? ¿Qué garantías tendrías? ¿Qué efecto tendría en el resto del sector financiero?

Otros riesgos son nuevos y tienen que ver con las características específicas de las big techs, como su tamaño, su poder de mercado y su uso de los datos. Por ejemplo, ¿qué pasaría si una big tech se convierte en un monopolio o un oligopolio que domina el sector financiero? ¿Cómo afectaría eso a la competencia, a la innovación y a los precios? ¿Qué pasaría si una big tech usa los datos de sus clientes para discriminarlos o manipularlos? ¿Cómo se protegería la privacidad y la seguridad de los datos? ¿Qué pasaría si una big tech se conecta con otras entidades dentro o fuera de su grupo y crea una red compleja e interconectada que dificulta la supervisión y la regulación?

Estas son las dudas que tienen los expertos y los reguladores financieros ante el auge de las big techs en el sector financiero. Y, francamente, no saben cómo resolverlas. Lo que sí saben es que hace falta una nueva forma de regular que se adapte a las big techs y que se ocupe de los riesgos de forma amplia y coordinada. Una forma de regular que no solo mire las actividades financieras sueltas, sino también el conjunto de la empresa y el efecto en el sistema. Una forma de regular que no solo use las normas de siempre, sino también nuevas ideas y herramientas. Una forma de regular que no solo cuente con los reguladores financieros, sino también con los de competencia y protección de datos.

En definitiva, un enfoque que reconozca el potencial de las big techs para mejorar el sector financiero, pero también los riesgos que implican para la estabilidad, la competencia y la protección de los clientes. Un enfoque que busque el equilibrio entre fomentar la innovación y preservar el interés público. Un enfoque que esté al día con los cambios tecnológicos y sociales. ¿Será posible lograrlo? ¿O será demasiado tarde?

Los bancos y las tecnológicas cada vez se parecen más. Los bancos están adoptando la tecnología para mejorar sus servicios y atraer a los clientes. Las tecnológicas están ofreciendo servicios financieros para aprovechar sus datos y competir con los bancos. En muchos casos, hay una rivalidad entre ellos. Pero, en otros casos, hay una colaboración. Por ejemplo, tenemos el caso de Apple y Goldman Sachs en Apple Pay. Apple es una empresa tecnológica que ofrece un sistema de pago con el móvil. Goldman Sachs es un banco que ofrece una tarjeta de crédito asociada a Apple Pay. Juntos, ofrecen un servicio financiero innovador y conveniente para los usuarios. Así, vemos que los bancos y las tecnológicas pueden ser competidores o aliados, según el caso.

La industria cripto se vende frecuentemente como el único futuro posible en un tono revolucionario y total. Al parecer, según algunas narrativas, las big tech y la banca están condenadas a desaparecer ante la creatividad y la tecnología de la comunidad cripto, con sus sistemas descentralizados y sus ideas libertarias y anarco-capitalistas. Pero la realidad no es tan simple. Las big tech y la banca no son los dinosaurios del mundo financiero. Tienen recursos, experiencia y adaptabilidad para seguir innovando y compitiendo. Y los entusiastas de Bitcoin y las demás criptomonedas no son los dueños del futuro. No tienen el monopolio ni los derechos exclusivos sobre el futuro. El futuro es de quien lo construye. Y hay mucha gente trabajando en ello.

Ahora, es sumamente importante tener una visión amplia y crítica de lo que está pasando en el sector financiero. Es decir, no dejarse llevar tan fácilmente por los discursos extremos ni por las modas pasajeras. Se requiere sensatez, pragmatismo y objetividad. Comparar las ventajas y los riesgos de cada opción. Y, sobre todo, tener claro qué queremos y qué necesitamos como usuarios y como ciudadanos. El futuro financiero no está escrito. Está en nuestras manos.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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