Argentina: ¿Cómo afecta una inflación del 114% al país?

Una inflación en tres dígitos está teniendo un efecto en lo económico, en lo social y en lo político. La gente quiere una solución. Argentina es un país que parece sufrir una condena. Cada vez que parece que va a despegar, se estrella contra una nueva crisis. Ya sea por culpa de sus políticos, de sus acreedores, de sus vecinos o de un virus, siempre hay algo que le impide progresar. Su moneda, el peso, vale menos cada día. Su deuda es alarmantemente grande. Su pobreza crece más que la riqueza que produce. El argentino es un sobreviviente que se las ingenia para adaptarse a las circunstancias. Pero también es un país que pareciera querer competir con Venezuela en el arte de arruinar un país.

La inflación es como una enfermedad que afecta a la economía de un país. Cuando los precios suben y el dinero vale menos, la gente sufre. Sobre todo, los que ganan un salario fijo en pesos, que cada mes pueden comprar menos cosas. ¿Qué hacer entonces? Algunos piensan que la solución es comprar dólares, que son más estables y seguros. Pero el gobierno no quiere que la gente compre dólares, porque eso significa que se llevan el dinero fuera del país. Entonces pone restricciones y controles cambiarios, que dificultan el acceso a la moneda extranjera. Pero eso no resuelve el problema de fondo, sino que lo agrava. Porque la gente sigue queriendo dólares, y los busca por otros medios, como el mercado negro o el “dólar blue”. Así aumenta la incertidumbre y la desconfianza. Y así seguimos en este círculo vicioso, donde la inflación se come el bolsillo y el dólar vuelve locos a todos.

Latinoamérica es una región que tiene mucho potencial, pero que no logra despegar. ¿Por qué? La respuesta es compleja, pero se podría resumir en una frase: por falta de sensatez. Es la sensatez. Los gobiernos de esta región se presentan como la gran salvación para ganar votos y llegar al poder. Solo se preocupan por el corto plazo, por el beneficio personal o por el poder político. No tienen un proyecto de nación, ni una estrategia de desarrollo sensata. Es evidente.

Así, la inflación se convierte en un monstruo que devora el salario de los trabajadores y el crecimiento se estanca o se vuelve volátil. Pero lo peor es que siempre hay un iluso que cree que puede cambiar la realidad con un chasquido de dedos. Y muchos le siguen, sin cuestionar sus propuestas ni sus intenciones. Latinoamérica necesita gobiernos con soluciones serias, que sepan aprovechar sus recursos, sus talentos y sus oportunidades. Solo así podrá romper el círculo vicioso de la inflación y el estancamiento.

¿Por qué nos cuesta tanto encontrar soluciones sensatas? No hablo de hacer listas de compras o de tareas, sino de pensar en el futuro con sentido común y responsabilidad. Son los soñadores de turno, que creen que todo se puede resolver con voluntad y con magia. El pueblo los escucha, los admira, los sigue. Pero estos soñadores son solo vendedores de humo, no de soluciones.

Lo único que hacen es crear falsas expectativas, enfrentarse con los que piensan diferente, ignorar las leyes del mercado y del sentido común e incentivar la dependencia y el clientelismo. Son hábiles en ganar adeptos, pero no en generar bienestar. No construyen las bases para crear una economía diversificada, competitiva e innovadora a largo plazo. Al final, nos decepcionan y nos frustran. ¿No será hora de dejar de soñar y empezar a actuar?

El pueblo opta por una alternativa más cómoda y mucho más simple. Así de fácil. Si el gobierno es de izquierda, entonces el próximo mesías se presenta como un gobierno de derecha. Pero luego resulta que ese gobierno pone la torta… entonces el próximo mesías se presenta como un gobierno de izquierda. Y así… hasta el infinito. Un gobierno radical radicaliza la oposición. Entre radicalismo y radicalismo, entre luchas y peleas, la gente no puede trabajar, invertir y producir bajo condiciones favorables. Si reinventamos la rueda cada periodo, es muy difícil avanzar.

En este momento, hay una propuesta bastante curiosa que promete resolver el problema de la inflación en Argentina. Es una idea que quiere romper con el modelo estatista y proteccionista. Su plan es simple: eliminar los impuestos, los subsidios, las regulaciones y los bancos centrales. También propone dolarizar la economía y salir del Mercosur. Así, dicen, se liberaría el potencial productivo y creativo de los argentinos. Puede parecer tentador, pero no todo el mundo está de acuerdo. De hecho, esta propuesta tiene un estilo tan provocador que ha generado mucha polémica y rechazo. Sobre todo, entre los políticos tradicionales. Los que defienden esta propuesta, al parecer, son jóvenes y desencantados con la política de siempre. Dicen que quieren un cambio radical y que no tienen nada que perder

¿Una dolarización en Argentina para combatir la inflación? La inflación de 114% anual que sufre Argentina es una señal de que el dinero pierde su valor tan rápido que no alcanza para comprar ni un chicle. Los sueldos se diluyen cada día. La responsabilidad recae en los que manejan las políticas monetaria y fiscal, que son los que deciden cuánto dinero se imprime y cómo se gasta. Han hecho un trabajo tan deficiente que nadie quiere usar el peso. Muchos recurren a una moneda más estable y confiable: el dólar. Colocar el dólar como la moneda oficial es una forma forzada y radical de imponer disciplina y orden en las finanzas de Argentina.

¿Podría funcionar la dolarización en Argentina? Tal vez, sí. Tal vez, no. Es muy difícil de asegurar. Tenemos la experiencia de Ecuador, Panamá y El Salvador. Pero esta solución aplicada en un país como Argentina, pues, no lo sé. Lo cierto es que, con dolarización o sin dolarización, con cambio de gobierno o no, las finanzas del país necesitan orden y disciplina. Deben crear condiciones más favorables para el trabajo, el ahorro, el emprendimiento y la inversión.

En la actual coyuntura política, Argentina está viviendo un cambio de paradigma que podría tener consecuencias históricas. Después de años de frustración y decepción, los argentinos, al parecer, están dispuestos a darle una oportunidad al cambio. Sin embargo, todavía no está claro si esta opción será moderada o radical, pragmática o ideológica, constructiva o destructiva. Lo único seguro es que el país necesita urgentemente un rumbo diferente para salir del estancamiento y la decadencia.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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