A 12 años de su creación, ¿aún es posible pensar en bitcoin como una moneda mundial?

Mucho se ha pensado que bitcoin puede ser una moneda universal la cual podría lograr democratizar la economía de los países. Pensar en dicha hipótesis requiere una evaluación sumamente robusta y que atienda cada uno de los subsistemas económicos. En el presente artículo, presento un análisis general considerando aspectos fundamentales sobre las implicaciones de utilizar bitcoin como moneda universal.

Volatilidad

Uno de los mayores argumentos para indicar que bitcoin no puede ser una moneda global es la volatilidad, es decir, las altas variaciones que de manera recurrente tiene bitcoin en el precio; incluso, para los gobiernos esa ha sido una de las principales limitantes y de ahí que, desde años atrás hayan recomendado su no utilización.

En las primeras investigaciones sobre bitcoin, no sólo se argumentaba el hecho de la volatilidad, sino también las posibles regulaciones de los países. Ahora, en 2020, las autoridades tienen un panorama más claro y se han establecido posturas más definidas sobre todo diferenciando a bitcoin como una moneda y estableciendo criterios fiscales para su tributación dado que bitcoin, se ha popularizado más como un activo financiero que como moneda. Con varios aspectos ya resueltos a través de los años, vale la pena replantearlos la pregunta en el contexto 2020 ¿bitcoin puede o no ser una moneda mundial?

El uso de Bitcoin como moneda internacional requeriría buscar la estabilidad en los precios y la preservación del empleo, esto se haría a través de políticas económicas que verdaderamente se enfocaran en los objetivos económicos nacionales. Desde Bretton Woods, se estipulaba que los tipos de cambios entre monedas tendrían que ser fijos y convertibles entre sí por el comercio internacional de bienes y servicios. Sin embargo, no es posible mantener los tipos de cambio de manera fija esto por una simple razón, las decisiones políticas de los países son inciertas.

Las transacciones internacionales hacen que el control del capital de los países se vuelva complejo. Tal y como sucedió en la década de 1950 y 1960, la evolución del comercio internacional de productos básicos ocasionó variaciones en los tipos de cambio de tal manera que se complicó la gestión de las políticas económicas internas. Un ejemplo de lo anterior, se dio con Alemania en 1969, que tuvo un aumento en su oferta monetaria del 25% en una sola semana debido a la entrada de fondos especulativos a través de las divisas (Cooper, 1984). Quienes critican el sistema monetario actual, consideran que un tipo de cambio fijo provocaría que los países perdieran la capacidad de aplicar su política monetaria e independencia. Si el comercio entre las regiones es pequeño, los costos en la comercialización también limitarían la interacción en el mercado de capitales; por lo tanto, se pierde el sentido de elegir el tipo de cambio como una política monetaria.

Autoridad Monetaria

Es complejo hablar de un organismo internacional acotado a la gestión o administración de las existencias de bitcoin puesto que, la historia evidencia que muchas de estas instituciones en algún punto fallan principalmente por las malas administraciones.

Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional es un organismo donde una de sus responsabilidades consiste en evitar la manipulación de los tipos de cambio. Si bien es cierto, el FMI debe estar siempre atento a las prácticas cambiarias, no es clara su capacidad de acción si un país decidiera de manera deliberada depreciar su moneda con la finalidad de aumentar la producción y generar empleo o si lograra una reducción en su tasa inflacionaria a través de políticas de ajustes monetarios. Es complejo pensar en un organismo encargado de verificar y validar las prácticas que los países pudiesen tener con bitcoin. No obstante, en este punto la incorporación de organizaciones descentralizadas puede que adquieran un sentido importante. Por ejemplo, sería posible combinar herramientas como blockchain, aprendizaje automático, criptografía, teoría de juegos y diseño de mecanismos para la resolución de disputas de manera descentralizada (un ejemplo de ello es a través de plataformas como Kleros). Algo fundamental en esta idea, es que el control monetario tendría qué quedar en una entidad la cuál podríamos llamar Autoridad Monetaria Descentralizada (AMD en los sucesivo) y no en manos de algún gobierno.

Esta AMD tendría que ser un mecanismo descentralizado de autorregulación. De esta forma, sería posible crear contratos inteligentes para establecer las políticas que podrían implementarse en determinadas regiones. No obstante, otro reto importante implicaría que los reguladores de cada nación acatasen los acuerdos emitidos por la AMD y que se mantuviese una suficiente vigilancia para que las decisiones fuesen consistentes.

La junta de gobierno debería estar integrada por representantes de los gobiernos y los votos podrían contar con una ponderación basada en el Producto Nacional Bruto de las comunidades. Su conformación estaría a cargo de las legislaturas y tendría que ser autónomo de tal forma que no pudiese ser manipulado por intereses de particulares. Asimismo, dicho mecanismo debería estar diseñado para que los miembros de dicha Junta cambiasen cada cierto tiempo con el objetivo de brindar imparcialidad y erradicar los sesgos.

El objetivo de la Autoridad Monetaria sería estabilizar el entorno económico basado en bitcoin y evitar las posibles crisis ocasionadas por la liquidez e incluso, actuar como un prestamista de última instancia (de la misma forma en que lo hacen los bancos al día de hoy). Asimismo, cumpliría con actividades para definir las operaciones de mercado abierto.

Usabilidad

La evolución de bitcoin como una moneda única, tendría que evolucionar de tal forma que fuese un sustituto de la moneda más fuerte en la actualidad (el dólar estadounidense), permeando, en primera instancia, en los mercados mundiales basado en dólares. Esto implicaría que las personas tendrían que utilizar a bitcoin como parte de todas sus operaciones día con día.

Sabemos que bitcoin es un sistema eficiente en términos de descentralización y seguridad; sin embargo, uno de sus principales problemas es la escalabilidad, es decir, que cuente con la capacidad de procesar grandes volúmenes de transacciones por segundo. Usar bitcoin como unidad de cuenta, implicaría un retroceso dentro del procesamiento de pagos, y obligadamente, requeriría soluciones como Lightning Network para que bitcoin pudiese cumplir con esa función. La adquisición de productos podría considerar el uso de API’s y contratos inteligentes. Por ejemplo, la venta de una propiedad se programaría en un contrato inteligente y la compra se haría en bitcoin a través de un sistema de pago como Lightning Network en donde la transferencia de la propiedad y el pago se realicen prácticamente de manera inmediata.

En términos de resguardo, el uso de bitcoin demandaría que las personas contaran con su propio nodo de tal forma que mantuviesen el control de sus tenencias en bitcoin y no corran el riesgo de que les sean robados. Lo anterior resulta un reto importante sobre todo porque en la actualidad vemos que, la mayoría de las personas, prefieren que sus bitcoins se encuentren depositados en una exchange centralizada. Quienes cuentan con sus billeteras en la computadora, corren el riesgo de que sus bitcoins o criptoactivos en general, puedan ser robados si no cuentan con las medidas en materia de seguridad, por ejemplo el uso de un antivirus o respaldos.

Actividades comerciales

Cada país cuenta con su propia moneda y, en consecuencia, los tipos de cambio varían a nivel internacional. Esto afecta indudablemente las operaciones comerciales. En dichas relaciones comerciales, están implícitas diferentes entidades que participan en la cadena de suministro como productores de materia primas, fabricantes, procesadores, puntos de venta, aduanas, etc., y que no necesariamente, pertenecen al país de origen, a pesar de que existe una relación simbiótica.

Por ejemplo, si se quisiera comprar una propiedad con bitcoin en un país diferente, probablemente la adquisición tendría un impacto significativo, si existe una brecha económica entre ambos países y no precisamente en los tipos de cambio como podría considerarse en este momento puesto que no existirían monedas en competencia. En contraste, el beneficio podría encontrarse en la eliminación de los bancos para definir la moneda de un país, con lo cual se eliminaría eventualmente la convertibilidad de divisas en el comercio mundial; además, la preocupación sobre la pérdida de valor del dinero en el tiempo ya no existiría al ser una única moneda y su valor permanecería constante. En ese sentido, las inversiones se basarían en función de las necesidades sociales. La definición de los precios de los productos estaría en función del equilibrio económico y la naturaleza de las operaciones y, nuevamente, la AMD sería clave para la determinación de las políticas de comercio internacionales.

La actividad fiscal podría contar con implicaciones importantes debido a la demanda y las fugas que existan hacia el exterior derivado de las demandas en importación. Lo anterior podría solucionarse con algunas prácticas que actualmente ya se realizan, por ejemplo, la atracción de más empresas extranjeras dentro de los países y con ello mitigar la salida de capital y seguir incentivando el empleo local. Bajo este escenario, considerando a bitcoin como moneda única, el libre comercio tendría que ser fundamental con el objetivo de asegurar un mercado de bienes e instrumentos financieros y con tarifas razonables o mucho menores a las que existen actualmente en cada nación para que dicho modelo fuese viable. Para ello, nuevamente las políticas de los países tendrían qué estar alineadas con dicha práctica comercial.

Sería indispensable que cada gobierno contase con estimaciones reales sobre sus gastos e impuestos para establecer su equilibrio, esto con el objetivo de tener conocimiento sobre la posible cantidad de bitcoin que pudiesen solicitar a la AMD para cubrir algún déficit en su presupuesto lo cual implicaría; además, debería contar con estimaciones para determinar la probabilidad de pago del crédito en función de sus niveles de producción y estabilidad económica, no se debe perder de vista que, los ingresos, gastos y préstamos estarían denominados en bitcoin. Este control no resultaría nada sencillo puesto que, implicaría una disciplina presupuestaria acotada a las necesidades puntuales de cada una de las regiones de los gobiernos. Es decir, cada país tendría que contar con sistemas altamente efectivos en la distribución de la riqueza para cada una de sus regiones lo cual se pone bajo un alto riesgo si no existen mecanismos que garanticen la transparencia y una administración de los recursos adecuada, lo que conlleva a uno de los peores males que atañen a los países: la corrupción.

No olvidemos además que existen créditos internacionales a mediano plazo que permiten cubrir los déficits de la balanza de pagos que podrían resultar de los cuales pueden originarse por los tipos de cambios y el comercio internacional. En periodos de crisis o contingencias (por ejemplo, la crisis sanitaria actual), podría acontecer que exista una demanda alta en las solicitudes de crédito para los países y si a esto agregamos un aumento en las solicitudes de crédito de manera privada, las tasas de interés tendrían un aumento importante lo podría generar un impacto caótico para los países sin una buena gestión.

Respecto a la balanza de pagos, que consiste en el registro de todas las transacciones monetarias que se realizan entre un país y el resto del mundo en un periodo determinado, las cuales están conformadas por las exportaciones e importaciones que se hacen por concepto de bienes, servicios, capital financiero y transferencias financieras. Con bitcoin como moneda universal, el ajuste de la balanza podría ser tan fácil o difícil en la medida en la que se cuenten con la trazabilidad o cruce adecuado de información. En este caso, tendría qué ser de manera automática y ajustada por las entradas de capital considerando los aspectos fiscales.

Otro aspecto que probablemente no tendría lugar, sería el señoreaje debido a que bitcoin cuenta con una emisión definida y no es posible modificarse, se tendría que contar con un análisis lo suficientemente adecuado de tal forma que los países contaran con cantidades suficientes para mantener su equilibrio monetario. No obstante, los incentivos sustitutos podrían de los intereses generados los cuales podrían ser distribuidos a partir de los votos en los gobiernos. Esto, además, limitaría la participación en el financiamiento inflacionario para la reducción del valor de bitcoin y la deuda en circulación a nivel nacional y, para poder financiar el déficit presupuestario, se tendría que acudir al mercado de capitales y pensando en que todos los valores contarían con la denominación de una moneda única, bitcoin.

Conclusión

Pensar en bitcoin como una moneda internacional muchas veces nos ha pasado por la cabeza debido a ciertas propiedades con las que cuenta y que, las divisas de los países no tienen, por ejemplo, la emisión finita. Sin embargo, concebirla como tal resulta tan complejo como imaginar que todas las economías serán iguales. Como se revisó en esta entrega, las implicaciones no sólo consideran la usabilidad, sino que existe una serie de aspecto lo suficientemente complejo como para creer que bitcoin puede llegar a ser una moneda mundial. Actualmente tenemos casos como el del Euro que, en algún momento, se concibió como una posible moneda internacional; sin embargo, hemos visto fenómenos en donde una moneda única no a todos les resultó conveniente, tal y como sucedió con el Brexit (la salida de Reino Unido de la Unión Europea), que fue originado principalmente por la inmigración y la falta de autonomía de Reino Unido al no estar de acuerdo con los controles regulatorios establecidos por la Unión Europea.

Los países cuentan con sus propias políticas monetarias. En el escenario de bitcoin como moneda universal, los gobiernos tendrían qué estar de acuerdo con la existencia de una agencia supranacional, por ejemplo, la AMD. Esto implicaría en gran medida que los gobiernos renunciasen a sus políticas y la pregunta es ¿realmente los gobiernos estarían dispuestos a ello? Probablemente no, porque incluso, eso también conllevaría a las modificaciones de las políticas fiscales de cada nación.

Por lo anterior, bitcoin como una moneda única, no podría ser aplicable, y bajo el hipotético caso de que esto pudiese remotamente ser real, su implementación tendría que ser escalable y comenzar con una adopción en regiones estratégicas o en las economías más fortalecidas y, posteriormente, en las demás regiones; esto implicaría que los países tendrían que estar dispuestos o contar con la apertura para estandarizar sus políticas y mecanismos de gestión monetaria, lo cual se ve extremadamente complejo y lejano por el simple hecho de que no todos cuentan con la misma dinámica ni tienen el mismo contexto económico.

Es un hecho que el sistema monetario actual se basa en la manipulación de las tasas de interés para la generación de deuda a largo plazo. La hipótesis de utilizar bitcoin como una única moneda, eliminarían las preocupaciones por la devaluación y los tipos de cambio que existen en el sistema financiero actual y su principal valor sería facilitar el comercio; sin embargo, como se mencionó en párrafos anteriores, los problemas tecnológicos, sobre todo la eficiencia en las transacciones, hace que esto pueda resultar todavía más costoso.

Una moneda única como bitcoin, tendría que contar con la capacidad de que fungiese como una única moneda política con una autoridad única administradora y conductora de las políticas monetarias.

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