¿Víctima del miedo? ¿Por qué hacer lo contrario es tan lucrativo?

Los mercados son, esencialmente, irracionales. Esta irracionalidad la podemos explicar de muchas maneras. Por un lado, tenemos la psicología de masas. O sea, la masa se equivoca con bastante frecuencia. De hecho, es bastante torpe. Por otro lado, estamos hablando de sistemas muy complejos con patrones sumamente erráticos. Entonces, invertir es suponer. Es decir, invertimos con ciertas expectativas. En este sentido, al menos en el corto plazo, los mercados son un conjunto de opiniones colectivas sobre el futuro. El problema es que el futuro se desconoce. Esta paradoja explica las fluctuaciones. La volatilidad es duda. Palabras más, palabras menos, un mercado es una montaña rusa de emociones.

El futuro es una expectativa. El pasado es historia. El presente es percepción. Mejor dicho, el mercado es subjetividad. La prensa lo que no sabe lo inventa. Los alcistas venden optimismo. Los bajistas venden pesimismo. Y la narrativa de hoy con toda seguridad será reemplazada mañana. El valor es abstracción. Todo es una ilusión. Pero, afortunadamente, no todo es un caos absoluto. Con el tiempo, hemos descubierto que “los mercados alcistas nacen del pesimismo, crecen en el escepticismo, maduran en el optimismo y mueren en la euforia”.

Los mercados se rigen por el sentimiento. Hablemos primero del miedo. El inversor promedio tiende a caer en la exageración. Por alguna extraña razón, piensa que lo malo es peor de lo que realmente es. Por otro lado, piensa que las malas rachas son más duraderas de lo que realmente son. Entonces, sobrereacciona todo el tiempo. Podríamos decir que los mercados son bastante dramáticos. Los miedosos venden, porque piensan que el precio va a bajar. Y el precio baja por culpa de los miedosos. Se trata de una profecía autocumplida. Pero en la mente del miedoso es clarividencia.

El sentimiento opuesto es la codicia. El codicioso es optimista en extremo. Piensa que el precio subirá para siempre. Las subidas siempre provocan más subidas. Y la riqueza infinita está a la vuelta de la esquina para él. Es un pensamiento iluso. La prensa, los CEOs de las compañías, los administradores de fondos y los influencers de moda se aprovechan de la situación para decirle a la gente lo que quieren escuchar. Las predicciones son exageradamente optimistas. Y el paraíso en la tierra es posible.

Durante este delirio temporal, el inversor pierde la objetividad y se olvida de un elemento muy fundamental. ¿Cuál? Bueno, se le olvida que los mercados fluctúan. O sea, las tendencias cambian. Durante un ciclo alcista, llega un momento en el que ya no hay más compradores. El dinero disponible para invertir simplemente se acabó. La codicia contagió a todo el mundo. Y el entusiasmo está por las nubes. El mercado, ciertamente, espera más alzas, pero no hay más compras. Entonces, en contra de todos los pronósticos, se produce un colapso del precio. El mercado entra en shock. Y el pánico se expande.  

La codicia se transforma en miedo. Y vuelven las exageraciones. Pero, en este caso, el mercado espera lo peor. Lo malo llega todo junto. Y una nube negra invade el espacio. La prensa cambia de tono. Los analistas modifican sus proyecciones. Y los resentidos se burlan de los alcistas por creer en sueños y quimeras. En este momento de pesimismo profundo, el mercado es víctima del miedo y de la sobreventa. Irónicamente, este es el mejor periodo para ser optimista. Indudablemente, este es el mejor momento para comprar, porque tenemos un mercado subvalorado.

Lo diré de otra manera. A la gente le encanta comprar caro y vender barato. Lo que se debe hacer para ganar dinero es lo contrario. El secreto es comprar barato y vender caro. Entonces, se debe comprender algo. Los miedosos son los que venden barato. Y los codiciosos son los que compran más caro. En consecuencia, hay que actuar a la inversa del mercado. Hay que ser miedoso en tiempos de codicia. Y codicioso en tiempos de miedo. En ambos escenarios, serás el cínico de la corte. Porque tu comportamiento es disonante y contrasta con el comportamiento de la mayoría. Nadie querrá escuchar tus predicciones. Pero tu portafolio será el gran beneficiado.

Este es un juego que se repite una y otra vez. El inversor exitoso lo entiende a la perfección. El inversor mediocre no lo comprende. El inversor mediocre se cree un genio durante una buena racha, pero se resiente durante una mala racha. Se trata de un inversor ingenuo que se contagia con el sentimiento colectivo. Se preocupa cuando el mercado se preocupa. Siente miedo cuando el mercado siente miedo. Y se llena de euforia cuando el mercado está eufórico.

Esto, por supuesto, no es una teoría mía. Estamos hablando del indicador de sentimiento. Este es un indicador que mide el miedo extremo y la codicia extrema en un mercado para identificar momentos de sobrecompra y sobreventa. Es uno de los indicadores predilectos dentro de la filosofía del inversor contrario. Este es el inversor que se aprovecha de la torpeza colectiva para comprar y vender en el mejor momento posible.

Las personas siempre me comentan sus deseos de comprar Bitcoin durante un periodo alcista. Con el optimismo por las nubes, todos quieren comprar a un precio elevado, contagiados por el mosquito de la codicia. Siempre les digo lo mismo: “Bitcoin está muy caro”. Con ceño fruncido, me explican mi supuesto error. Al parecer, el precio de Bitcoin subirá para siempre. Bueno, esa es la señal de que el final se acerca. El brillo en los ojos del pobre incauto que ha creído en las falsas promesas de algún influencer. Esa es la señal.

Durante los periodos de sobreventa, sin embargo, muy pocos están dispuestos a comprar. Eso implica que podemos comprar en descuento. ¿Cómo sabemos que el precio no bajará más? No lo sabemos. Pero comprar cerca del fondo siempre es mejor que comprar cerca del tope. Si el precio de Bitcoin baja más, lo más sensato es comprar más. La fortuna favorece a los pacientes. El inversor de éxito no se deja llevar por las emociones. Invierte con una estrategia. Si el activo está siendo subvalorado por el mercado, compra. Si el activo está siendo sobrevalorado, vende o se mantiene. Pero confía en su criterio por encima de todas las cosas. Y no se deja arrastrar por la masa emotiva. En todo caso, es un maestro de la psicología de masas y se aprovecha de la inmadurez emocional del mercado para obtener sus ganancias. 

 

Este es un artículo de opinión y Cointelegraph no se adhiere necesariamente a lo expresado aquí por el autor

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