Predicciones y tendencias: ¿Cómo será el 2022?

Lo he dicho mil veces y lo vuelvo a repetir ahora. Nadie puede predecir el futuro. Nadie es adivino. Lo que comúnmente llamamos “predicciones” son apuestas de un futuro probable. Se trata de proyecciones inexactas con los datos que tenemos a la mano (que son pocos). Toda predicción es más un reflejo del presente que un dibujo preciso del futuro como tal. Estamos hablando de expectativas. No de certezas. No, Elon Musk no conoce el futuro. No, Goldman Sachs no conoce el futuro. No, tu influencer favorito no conoce el futuro.

No hay un grupo de analistas encerrados en un cuarto misterioso con todas las respuestas. En la mayoría de los casos, efectivamente, esos supuestos sabios hablan del futuro con mucha autoridad, pero eso es más marketing que clarividencia. Sabemos que el público no reacciona muy bien ante la ambigüedad. El público quiere tener la ilusión de seguridad para calmar sus ansiedades. Entonces, muchos dan lo que la gente quiere escuchar. ¿Cómo sabemos que estos “sabios” no saben el futuro? Por su récord. Los únicos analistas con un buen récord en materia de predicciones son los que nos prometen lo incierto. Habrá sorpresas. Las cosas cambian. Los mercados fluctúan. He ahí un par de predicciones que sí se cumplirán. El resto es un show.

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Bitcoin y la FED

Muchos en este espacio sufren de ceguera crónica causada por la ideología. Los libertarios son un bloque muy grande de esta comunidad y muchos de ellos confían más en los dogmas que en la realidad. ¿Cuál es la realidad? Bitcoin no es un “refugio seguro” en el sentido financiero del término. Aquí no estamos diciendo que no ha sido un activo rentable. Me refiero a “refugio seguro” como el dólar o los bonos-T son “refugios seguros”. Seguridad como sinónimo de estabilidad. Esto implica que en tiempos de incertidumbre los inversores buscan estabilidad y, en consecuencia, el precio del Bitcoin se desploma. ¿No me creen?  La evidencia está en todas partes para el que abra los ojos.

No hablamos de máximos y mínimos. Hablemos del precio de apertura y de clausura en el lapso de un año. En el 2021, Dow aumentó un 19%. Nasdaq aumentó más de un 22%, el S&P 500 más de un 27% y Bitcoin más de un 60%. El primero de enero del año pasado el precio de Bitcoin se ubicó en casi $30K y el 31 de diciembre el precio se ubicó en $46,2K. Durante el 2021, Estados Unidos creció un poco más del 5%. Y el Producto Interno Bruto Mundial se ubicó en 93 billones de dólares. Para ponerlo en contexto, la capitalización actual de Bitcoin es de 816 mil millones de dólares (+/-) y la de todo el mercado de las criptomonedas es de 2 billones de dólares (+/-).

Se estima que el 2022 no será tan bueno como el 2021 en lo que respecta al crecimiento del Producto Interno Bruto y en lo que respecta al crecimiento de los mercados bursátiles. Los problemas en las cadenas de distribución y producción seguirán causando estragos en el 2022. Además, la Reserva Federal (FED) de Los Estados Unidos pretende reducir sus compras de bonos y subir las tasas. Si tomamos en cuenta el nivel de deuda pública y privada, no es muy insensato pensar que el sector financiero crecerá con mayor lentitud este año. Ahora bien, para alcanzar los $100K (precio de Bitcoin) este año, el 2022 necesita ser mejor que el 2021. En este momento, simplemente no dan los números.

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Internet, Metaverso y, además.

Esta meta tan anhelada (los $100K) es solo posible mediante un milagro de adopción. Obviamente, necesitamos mejores servicios de custodia, más ETFs, un boom tecnológico, y una regulación muy favorable. Lo más probable, sin embargo, es que este proceso se consolide gradualmente. Entonces, lo mejor es pensar en términos del periodo trianual 2022-2023-2024.

Vendrán mil cosas. Y mil modas nuevas. Obvio que el proceso de digitalización continuará. En consecuencia, todo lo relacionado a la economía digital prosperará (cripto, fintech, NFTs, Metaverso, Defi, software). Naturalmente, experimentamos con muchas cosas. Y tendremos muchas oportunidades para la especulación. Claro que el tiempo será despiadado como siempre. Muchos proyectos morirán en el camino. Y, para la desilusión de muchos, sólo sobrevivirán unos pocos.

Geopolítica

Vivimos en un mundo fragmentado y dividido. Entonces, las personas buscan seguridad en su tribu. Esto crea una dicotomía entre el nosotros y ellos. Lo que estimula el radicalismo y la confrontación. En el 2022, seguramente tendremos más autoritarismo, más tensiones, más populismo, y más idioteces. China seguirá generando polémica en su lucha por el liderazgo global. Xi Jinping seguirá en el poder y sus tendencias totalitarias continuarán. Rusia, por supuesto, seguirá siendo una piedra en el zapato pescando en río revuelto ante la más mínima oportunidad.

Es un año electoral en Los Estados Unidos. Y los demócratas corren el peligro de perder espacios. Es decir, tendremos un año de caos y desorden en las democracias liberales. Las nuevas variantes del Coronavirus, el movimiento antivaxx, las divisiones sociales, las tensiones económicas y las peleas políticas seguirán creando un clima de desconfianza generalizada. Por ende, muchos pedirán líderes de “mano dura” como una solución. Eso puede implicar un retroceso en materia de democracia y en el proceso de globalización. Lamentable.

Latinoamérica 

El 2022 promete ser un año difícil para Latinoamérica. Políticamente, seguiremos moviéndonos hacia los extremos. Lo que significa un colapso del centro. Lamentable para Colombia que podría dar un giro hacia la izquierda radical. En términos generales, podríamos estar experimentando con una vuelta a la era de los cadillos (México, El Salvador, Brasil, Bolivia…). En otras palabras, el autoritarismo ha vuelto a tentar a los latinoamericanos. El culto a la personalidad es un vicio que, al parecer, no podemos dejar. Venezuela, Cuba, y Nicaragua seguirán en dictadura.

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En materia económica, tendremos un crecimiento muy lento en el 2022. Los gobiernos populistas y mediocres espantan capitales y desestimulan la inversión. Y, por supuesto, nuestra sobredependencia en las materias primas y los productos de poco valor agregado es nuestra condena. Incluso, África crecerá más que Latinoamérica este año, según las proyecciones de los organismos internacionales.

Las remesas y los controles cambiarios podrían seguir estimulando el intercambio de criptomonedas y las iniciativas fintech en la región. O sea, no todo es malo para los latinoamericanos. En Latinoamérica, el dinero normalmente se concreta en un par de sectores. Bueno, hay que seguir el dinero.

No es el momento para el pesimismo. De hecho, es un momento de muchas oportunidades. Las incertidumbres no son el fin del mundo. Son incertidumbres. Está de nuestra parte descubrir las oportunidades.