¿Por qué nacen los bancos centrales?

¡Ahora un poco de trivia! ¿Cuál fue el primer banco central del mundo? El Banco de Inglaterra. Este banco se creó en 1694, como resultado de un acuerdo entre el rey Guillermo III y un grupo de banqueros y comerciantes. El rey necesitaba dinero para financiar sus guerras contra Francia, pero no podía obtenerlo de los impuestos ni de los prestamistas extranjeros. Los banqueros y comerciantes le ofrecieron un préstamo a cambio de dos condiciones: que el préstamo se convirtiera en una deuda pública perpetua y que ellos tuvieran el derecho de emitir billetes que circularan como dinero. Se forjó de una alianza entre lo público y lo privado. 

Así nació el Banco de Inglaterra, que era un banco privado, pero que actuaba como el banco del gobierno. El banco reorganizó las deudas del rey y le proporcionó crédito, pero también creó dinero al emitir billetes que no estaban respaldados por oro ni plata. Estos billetes se aceptaban como pago porque eran una promesa del banco de entregar oro o plata a quien los presentara. Sin embargo, el banco emitía más billetes de los que podía respaldar, confiando en que no todos los demandarían al mismo tiempo. Así empezó todo. 

Ese gran acuerdo monetario entre gobierno y banqueros estableció las bases del sistema financiero moderno, basado en la deuda pública y el dinero fiduciario. El rey obtuvo el dinero que necesitaba para sus guerras y los banqueros y comerciantes obtuvieron el poder de crear dinero y cobrar intereses. Sin embargo, también fue un arreglo peligroso, porque implicaba una transferencia de soberanía del gobierno al banco y porque creaba el riesgo de una crisis financiera si el banco emitía más dinero del que podía respaldar o si la gente perdía la confianza en los billetes. O sea, nadie dijo que sería fácil. 

¿Quién debe emitir el dinero? ¿Quién lo crea y lo pone en circulación? En el pasado, el dinero era creado por entidades privadas o por el Estado. Ambas opciones tenían problemas graves. Entonces, se creó un sistema híbrido, donde el Estado delega la emisión de dinero a un banco central independiente, que lo regula según la demanda y la oferta. Este sistema combina lo público y lo privado con controles y equilibrios. No es sistema perfecto, pero es lo que mejor ha funcionado hasta ahora. Esto lo aprendimos de los ingleses.

Claro que en su momento no todos apoyaron el acuerdo. Hubo oposición.  ¿El líder de la oposición? John Locke. John Locke fue el padre de liberalismo y los derechos naturales. Pero también cometió algunos errores. Locke creía que el dinero era una “cosa”, como el oro o la plata, que tenía un valor intrínseco determinado por su escasez y su costo de producción. Por eso, se opuso a la política monetaria expansiva del rey Guillermo III, que quería bajar el valor de la moneda para financiar sus guerras. Locke pensaba que eso era injusto y que violaba los derechos de los propietarios.

Locke no entendía que el dinero no es una “cosa”, sino una convención social y política. El valor del dinero depende de la confianza y el consenso de las personas que lo usan, no de su material o escasez. Al defender una moneda rígida y limitada, Locke provocó una deflación y una recesión económica. La gente tenía menos dinero para gastar y la actividad económica se redujo. Su visión estrecha y dogmática del dinero ha persistido hasta nuestros días. De hecho, muchos economistas y políticos siguen creyendo que el dinero debe estar respaldado por algo tangible o escaso. Y, en este mundo tan dividido y hostil, cada grupo se aferra a su “verdad” con fervor y fanatismo.

¿Por qué no abolir los bancos centrales? Algunos piensan que sería mejor volver a los viejos sistemas del pasado, donde el dinero estaba respaldado por oro o plata y no había bancos centrales. Pero, francamente, eso sería un error. Los bancos centrales, nos guste o no, son un mal necesario para mantener la estabilidad económica, evitar las crisis financieras y facilitar el comercio internacional. Sin ellos, el mundo sería más caótico e impredecible.

¿Por qué no cambiarlo todo? A muchos les gustaría empezar de cero y crear un sistema financiero totalmente diferente. Pero eso sería un grave error. El sistema actual es el resultado de mucho esfuerzo y aprendizaje. Se puede mejorar, pero no se debe ignorar la historia. Imaginar la utopía es muy fácil. ¿Y construirla? No tanto. En esta caso, hay que pensar con prudencia y pragmatismo. 

¿Qué hace un banco central? Un banco central es como el guardián del dinero de un país. Su trabajo es cuidar que el dinero tenga un valor estable y que no se devalúe ni se encarezca demasiado. Así protege el poder de compra de la gente y favorece el ahorro y la inversión. También se ocupa de vigilar que los bancos funcionen bien y que no se queden sin dinero o entren en crisis. Si hay algún problema, les puede prestar dinero para ayudarlos. Además, un banco central se comunica con otros bancos centrales para impulsar el desarrollo económico mundial y evitar problemas comerciales. ¿Abolirlos de la noche a la mañana? 

¿Qué inconvenientes tiene el dinero duro? No es una quimera ni una panacea. El dinero duro es el que está basado en la escasez, como el oro, la plata o Bitcoin. Este tipo de dinero tiene algunos problemas, por ejemplo: no poder crear más dinero si hace falta para la economía, lo que puede limitar el progreso y la inversión; no poder controlar la cantidad de dinero y los intereses según la situación económica, lo que puede causar inflación o deflación; entre otras complicaciones.

No hay que ser extremistas con el dinero duro ni con los bancos centrales. Eso ya nos ha traído muchos problemas en el pasado. Satanizar es tan nocivo como idealizar. La experiencia histórica nos ha mostrado que no es lo mismo imaginar la utopía desde la oposición que construirla en la realidad. ¿Es tan sencillo reemplazar el sistema bancario tradicional con el apoyo de Bitcoin? Toda revolución puede degenerar en una tiranía peor que la anterior, si caemos víctimas del fanatismo, la polarización, la ceguera histórica y la insensatez. Tanto un sistema basado en dinero duro como un sistema como el actual basado en los bancos centrales tienen sus pros y sus contras. No hay solución perfecta. Repito: Satanizar es tan nocivo como idealizar.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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