Metaverse tiene el potencial de promover la diversidad y la inclusión

Hoy tenemos una vida en el plano físico que a muchos les puede parecer corta o larga, dependiendo de cuánto la disfrutemos. Con ella, de vez en cuando, nos metemos en internet y, por supuesto, en alguna red social, pero luego seguimos con nuestros quehaceres físicos. Y luego, he aquí, surge un universo paralelo: léase metaverso. Con él viviremos dos vidas simultáneas, que se mezclan, todos juntos y mezclados. Es una réplica en el plano digital, es decir, una dualidad inclusiva. Que, para ello, necesita, en efecto, acuñar la diversidad y la inclusión.

A nivel mundial, varios factores llevan a comprender la importancia del metaverso y de rendirse paulatinamente a este mundo digital. Uno en particular está relacionado con el impacto social detrás de toda su funcionalidad. Es que ya hemos alcanzado el estatus de una sociedad que aspira a un mundo más igualitario, más inclusivo. Y para favorecer todo esto, el metaverso tiene mucho potencial.

¿Quieres un ejemplo simple? En el mundo virtual, un repartidor de pizzas, o quien sea, puede transformarse en un guerrero ninja. ¿Qué tal? Yendo más allá y siguiendo la ley de la oferta y la demanda, será posible adquirir productos que costarán por debajo del valor del mercado físico, que demanda muchos más procesos y logística para poner a disposición un solo artículo. Alguien que no puede pagar una zapatilla Nike de R$ 1,400, por ejemplo, puede incluso tener una colección completa por un precio accesible.

En educación, entonces, la idea es que el metaverso posibilite el proceso de aprendizaje para realidades más lejanas. Y no solo eso: puede haber, por ejemplo, una verdadera inmersión durante la enseñanza de asignaturas, ya sea historia, geografía, astronomía… ¿Te imaginas ver in loco el traje de un personaje histórico griego? ¿O viajar al otro lado del continente y observar todos los detalles del lugar?

El hecho es que aún hoy el mundo físico es un lugar de desigualdad y lo seguirá siendo. Quien nació en un lugar determinado, la mayoría de las veces, está limitado a las circunstancias. Por tanto, la Web 3.0 nos traslada a un mundo cada vez más acogedor y sin fronteras. La pérdida de estos límites es lo que fascina al metaverso, pero también es algo digno de atención.

Después de todo, nadie sabe realmente cómo será el futuro. Lo que podemos imaginar es que habrá gente sana, que sabrá equilibrar la vida en los planos físico y digital; personas que rechazarán el plano digital y otras que rechazarán el mundo físico y vivirán la mayor parte del tiempo en lo virtual. Es decir, las personas son diferentes y reaccionan ante todo lo nuevo de formas diferentes. El metaverso es entonces solo una extrapolación de la realidad de este mundo.

Por estas y otras razones, temas como la accesibilidad, la diversidad, la inclusión y la equidad pueden y deben ser trabajados en esta nueva realidad digital inmersiva e interactiva. Es, de hecho, un momento único, tanto para el metaverso como para la humanidad. La medida requerirá intenciones y colaboraciones amplias y diversas entre empresas, reguladores, inversionistas, instituciones académicas y organizaciones de la sociedad civil.

“La educación es un dominio en el que estos aspectos de la tecnología y la colaboración de las partes interesadas pueden unirse para promover la reversión de un legado extremadamente carente de respeto y aprecio por la diversidad, es decir, empatía, humanidad”.

Al Vagner Sobrinho

Una noticia sobre estrategias de Meta, dueña de Facebook, muestra que el metaverso ya está en marcha para convertirse en un entorno diversificado. Entre las tácticas de la empresa para incluir personas se encuentra la creación de una red de diversos talentos para ayudar a crear la tecnología. Según el informe, la empresa contratará doctores en aprendizaje automático e inteligencia artificial en América Latina por primera vez este año. Otro punto importante será ampliar el acceso a la tecnología tanto para los usuarios como para los creadores, abaratando los equipos necesarios (como los cascos de realidad virtual, que actualmente cuestan USD 400), además de ofrecer capacitación gratuita sobre cómo producir contenido en la nueva red virtual. ambiente.

Como resultado, los millennials (nacidos entre 1979 y 1995), la Generación Z (nacidos entre 1995 y 2010) y los que están por venir pueden tener grandes posibilidades de recrear el mundo en condiciones más justas e inclusivas. Seguramente, un mundo -físico y digital- mucho mejor que el que hemos conseguido hasta ahora. Una oportunidad que no podemos dejar pasar.

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