Estímulos económicos de Estados Unidos: ¿De cuánto? ¿Quién, cuándo y por qué?

El paquete de ayudas económicas por 1.9 billones de dólares de Joe Biden ya es una realidad. Los demócratas se impusieron. Y los republicanos se quedaron con las tablas en la cabeza. Por supuesto que no fue una movida bipartidista. La división persiste. En fin, en muy poco tiempo, la mayoría de los ciudadanos estadounidenses estarán recibiendo un cheque directo por 1.400 dólares. El requisito mínimo es haber generado un ingreso anual bruto menor a 75.000 dólares. Los cheques comenzarán a llegar por correo o por depósitos directos a la cuenta bancaria a los pocos días de la firma de Biden. Pese a las preocupaciones relacionadas a un posible sobrecalentamiento de la economía y a la amenaza constante de la inflación, la mayoría de los economistas concuerdan que este paquete es necesario para la recuperación plena. 

Los conservadores en lo económico siempre promueven la austeridad fiscal y monetaria.  Por lo general, se promueve un fundamentalismo de libre mercado acorde con el liberalismo clásico. Estas nociones parten de la idea de que el mercado se regula solo. La famosa mano invisible. Por otro lado, estas posturas están estrechamente relacionadas al eterno debate entre el individualismo y el colectivismo. El tema en sí no es del todo económico. En la mayoría de los casos, se trata de los distintos esquemas mentales de dos grupos antagónicos. La austeridad es una doctrina que defiende la supremacía del individuo en contra de la tiranía colectivista. En otras palabras, la aspiración es mantener al Gobierno en su más mínima expresión. O sea, toda intervención del Gobierno en la economía es potencialmente perjudicial.

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La austeridad no es necesariamente mala. De hecho, los conservadores tienen mucha razón en la mayoría de sus planteamientos. Los progresistas suelen cometer demasiados excesos y el freno conservador es sumamente sano. De hecho, el problema en sí no es el conservadurismo como tal. Para ser más exactos, el problema radica en el conservadurismo extremo. Es decir, en los radicales. Porque aquí ya no estamos hablando de planteamientos racionales, sino de dogmas enfermizos. Durante lo peor de la crisis del coronavirus, la caída de la demanda generó un cuadro deflacionario terrible. Los estímulos eran necesarios para evitar una crisis humanitaria. Sin embargo, algunos conservadores (radicales), durante la peor crisis deflacionario del siglo, dijeron que había “hiperinflación” debido a las inyecciones de liquidez. Solo la pasión fanática puede alejarnos tanto de la realidad. 

La reflación no es lo mismo que la inflación. Durante un cuadro deflacionario, con el propósito de estabilizar los precios, se inyecta liquidez para subir la demanda caída. Lo que se busca es el equilibrio. La estabilidad monetaria es vital para el comercio y la economía en general. La inflación es perjudicial. Y la deflación es perjudicial. En el caso de un cuadro deflacionario, el valor del dinero sube, los precios de los activos disminuyen y los ingresos descienden. Eso normalmente aumenta la tasa de desempleo y retrae la economía en general. Este es el concepto más difícil de entender para los conservadores. De hecho, para los radicales es incompresible. Ahora bien, la reflación es necesaria para combatir la deflación. 

El propósito de los estímulos no es la inflación. Es la reflación. O sea, el equilibrio. Se busca levantar algo que se ha caído. Claro que nadie dijo que es fácil. De hecho, este es un juego bastante peligroso. En marzo del 2020, las preocupaciones en torno a la inflación eran absurdas. Sin embargo, hoy no lo son. La demanda está subiendo. Y la economía está recuperándose. El precio de las materias primas está volviendo a subir. Y el dólar está cada vez más débil. Claro que la tasa de desempleo aún está bastante baja. Pero, con la disminución de los contagios, corremos el peligro de sobrecalentar la economía. 

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Jerome Powell ha dicho una y otra vez que la inflación no es un problema. Es decir, la Reserva Federal mantendrá todo igual por mucho más tiempo. En mi opinión, esa actitud es un error. Powell ha sido el hombre ideal para este momento histórico. De hecho, lo ha hecho muy bien. Sin embargo, de pronto es una superstición mía, pero cuando las autoridades monetarias dicen que no hay que preocuparse por la inflación es cuando yo más me preocupo. La política monetaria siempre es un juego peligroso. Es fuego. Powell ha encendido una gran hoguera en medio de un bosque de hojas secas. Por ahora está bajo control. Pero eso no quiere decir que no hay que preocuparse. El peligro yace ahí. 

Este paquete no solo es sobre los cheques. Obviamente, incluye más cosas. Les recomiendo indagar más al respecto. En este artículo, estoy dando mi opinión general sobre el paquete y estoy evadiendo los detalles. Pero puede mencionar que también hay un pago por desempleo de 300 dólares semanales, ayudas a hospitales rurales, planes de salud para los desempleados, entre otras cosas. El tema del aumento de sueldo mínimo se eliminó de este debate. Demasiada controversia. Lo que supuso una gran derrota para el ala más progresista del Partido Demócrata. Bernie Sanders no debe estar muy contento. La medida no fue una sorpresa, pero ciertamente un revés para los progresistas. 

Nos guste o no, la participación activa del Gobierno en la economía es una práctica ampliamente aceptada. De hecho, la ciudadanía exige medidas extraordinarias en tiempos de crisis. Se quiere que el manejo del dinero sea una cosa pública. O sea, sujeta al proceso democrático. Y la experiencia nos ha dicho que las crisis duran mucho menos cuando el Gobierno maneja la política fiscal y monetaria. 

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Aquí no estoy diciendo que el sistema sea perfecto. Es más, ni siquiera estoy diciendo que el sistema sea bueno. Tampoco digo que el sistema no tenga críticos. Lo único que aquí digo es que este es el sistema que tenemos. Es decir, así funciona. Hago este análisis no como activista político o reformador social. Lo hago como inversor. ¿Qué significa todo esto para un inversor? Bueno, que los precios de los activos seguirán aumentando. 

Resulta evidente que tarde o temprano veremos un sobrecalentamiento de la economía. Si Powell no cambia de política, eso significa que el periodo alcista se mantendrá por más tiempo. Se ha dicho que la prioridad no es el control de la inflación, sino el aumento de la tasa de empleo. Entonces, hay que estar muy pendiente de ese número. Si la tasa de empleo aumenta en medio de una economía sobrecalentada debido al exceso de liquidez, a Powell no le quedará otra que retirar liquidez del sistema. Lo que significaría el fin del mercado alcista.