El petróleo y la inflación: ¿Cómo navegar la tormenta?

Se espera que los precios del petróleo promedien alrededor de $90, el barril, en el periodo 2023-2027. Estas estimaciones, al parecer, son un consenso entre los profesionales del sector, según una encuesta anual realizada por Reuters. El precio actual, por barril, en este momento, se ubica a $4-10 por encima de las estimaciones de la encuesta del año pasado.

“Según la encuesta de este año, se pronostica que los precios promediarán $87 en 2023, por debajo de los $99 alcanzados en 2022, cuando los precios aumentaron tras la invasión de Rusia y las sanciones impuestas en respuesta por los Estados Unidos y la Unión Europea.”

“Los pronósticos para 2023 están estrechamente agrupados, con la mitad de los encuestados esperando que el precio promedio se encuentre entre $80 y $95, y más del 90% espera que el promedio se encuentre entre $70 y $105.”

Claro que estas estimaciones se hacen con la información que tenemos ahora. Por supuesto, muchas cosas pueden ir mal en el camino. El conflicto en Ucrania, la reapertura de China, la tensión entre Estados Unidos y China, las secuelas de la pandemia, y la desaceleración económica son variables que incrementan la incertidumbre. Por ende, esta supuesta estabilidad alrededor de $90 es obviamente un supuesto que se hace apostando por la ausencia de sorpresas.

¿Y la OPEP+? Bueno, esperemos que la OPEP+ no se ponga muy creativa con grandes recortes de producción durante este 2023. La esperanza es que la OPEP+ se deshaga de sus planes de recorte. Al parecer, la demanda mundial de petróleo aumentará en 2,7 millones de barriles diarios en 2023 y el mercado volvería a ser deficitario en la segunda mitad del año. Según Goldman Sachs, esto debería hacer que la alianza OPEP+ elimine su recorte de producción en la segunda mitad del año, indica una nota de World Energy Trade.

El precio del petróleo es sumamente relevante en la lucha contra la inflación. Lo ideal sería que el precio bajara debido a un importante incremento de la producción. Sin embargo, el escenario de una estabilidad (relativa) alrededor de los $90 es el segundo mejor escenario. En este sentido, lo que menos queremos es un barril muy por arriba de $100.

El precio del petróleo está estrechamente unido a la inflación. La inflación se relaciona con la política monetaria. Y la política monetaria está sumamente vinculada a las valoraciones de los activos financieros como las acciones bursátiles y las cripto. Esta interconexión hay que tomarla muy en cuenta a la hora de realizar nuestros pronósticos.

Ahora bien, todo inversor debe comenzar con una valoración y una expectativa. Después de todo, el inversor crece de esa diferencia de valor entre el hoy y el mañana. Se compra “barato” hoy para vender a un mejor precio mañana. He ahí la importancia de los pronósticos y los estimados. 

El problema en contextos de alta incertidumbre y mucha volatilidad es que la probabilidad de que fallen los pronósticos es más elevada. Por ende, lo más sensato es asumir un enfoque más conservador en relación al riesgo. Hay que realizar las valoraciones y los pronósticos. Sin embargo, hay que tomar las medidas de protección necesarias en caso de que las cosas no salgan como las anticipamos. Siempre hay que tener un plan B. O, dicho de otra manera, no hay que contar los pollitos antes de nacer.

En el espacio cripto, hay una tendencia entre las minoristas de subestimar la influencia de los factores macroeconómicos en el precio de Bitcoin. Se piensa que la escasez del código en sí misma crea su propia demanda. Esta adaptación por escasez es, prácticamente, un fetiche. En el fondo, es una exageración de una idea válida. En el caso de un código finito en una red descentralizada de computadoras, la demanda es lo más importante. Así de sencillo.

¿Cómo funciona este asunto en realidad? El comprador utiliza dólares para comprar BTC. ¿Qué es BTC? Un código. Este código representa una tasa. Y esta tasa se define con la oferta y la demanda. El precio. Ahora bien, el comprador mide su crecimiento financiero en dólares, porque sus gastos y deudas son en dólares. Lo que busca en realidad es crecer financieramente en dólares. Y compra este código llamado Bitcoin por la oportunidad que representa.

En un sentido más práctico, esta tasa es simplemente un par, el par BTC/USD. Por ende, la capacidad monetaria (en dólares) del comprador influye mucho en la demanda por BTC. Obvio que con poco dinero en el bolsillo podemos comprar mucho menos que con mucho dinero en el bolsillo. En otras palabras, en un entorno de poca liquidez, la demanda no puede ser la misma que en un entorno de alta liquidez. ¿Así o más claro?

No es tan complicado. Supongamos que un hogar que cuenta con ingresos X y gastos Y. Si Y aumenta debido a la inflación en combinación a unos costos más elevados del crédito, no hay que ser un genio para saber que el dinero disponible para las inversiones “riesgosas” será menor. Otro caso. La mayoría de los analistas pronostican una recesión para el segundo semestre del año. Y eso podría significar desempleo. Lo que se convierte en un estímulo para incrementar las reservas de efectivo. La mayoría de los hogares crea un fondo de emergencia para los tiempos de vacas flacas. Por ende, hay menos dinero disponible para las inversiones “riesgosas”.

En este contexto, “demanda” significa disposición a gastar dólares. Y si pocos son los que quieren gastar sus dólares, difícilmente tengamos una demanda fuerte. Se navega la tormenta con estabilidad. La escasez no ayuda mucho, si esa escasez no garantiza estabilidad.

Lamentablemente, el inversor también tiene que comer todos los días. Cada producto se vende a un precio. Y ese precio es valor monetario que se fija en números. Si el producto cuesta $20, el intercambio se realizará con $20. Es decir, lo que nos da protección es la estabilidad de la unidad de cuenta. La protección no deriva de la escasez de su emisión. Definitivamente, la adopción por escasez tiene sus límites. El impacto de la escacez no es tan literal. 

La tormenta se navega añadiendo estabilidad a nuestras finanzas. Claro que podemos ir comprando poco a poco apostando por la eventual recuperación de los precios. Pero poner todos los huevos en una misma canasta no es la decisión más prudente. Sobre todo, debemos considerar que esta canasta va y viene como una montaña rusa. O sea, nuestra exposición al riesgo debe ir acorde a la circunstancia. ¿Qué ocurre si el precio de Bitcoin colapsa a nuevos mínimos? ¿Tengo para pagar todas mis deudas? ¿Puede cubrir todos mis gastos? ¿Cómo se afecta mi estilo de vida? Si la respuesta a esta última pregunta es “en nada”, es muy probable que estás haciendo las cosas bien. 

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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