El cripto maximalismo salvaje

Dentro del ecosistema “cripto”, ha emergido el concepto “maximalista” para quienes no están de acuerdo con la existencia de otros protocolos blockchain. En el presente artículo propongo una revisión sobre el concepto ontológico de maximalismo, cómo se ha llevado dentro del ecosistema “cripto” y su tergiversación.

Entendiendo el concepto de maximalismo

El maximalismo en un contexto filosófico es “la opinión de que a un agente se le permita realizar un cierto tipo de acción (por ejemplo, hornear) sí y solo si, puede recurrir a instancia de este tipo (por ejemplo, hornear un pastel)”. Dentro del maximalismo existen dos tipos: máxima y no máxima. En el primer caso, la máxima, es “si y sólo sí” y no existe cabida a X tal que Y; en un caso contrario, se considera como una alternativa no máxima. En términos coloquiales, se asocia con las actividades de un ente y las que estén en función del mismo, y se excluyen todas aquellas que no se relacionen.

El maximalismo, como un movimiento social, en general no es bien visto. Por ejemplo, en las épocas prerrevolucionarias de Rusia, existió una división entre los socialistas: los moderados y los radicales, también conocidos como minimalistas y maximalistas, respectivamente. El Partido Socialista Revolucionario ruso fue catalogado como maximalista y se destacó por prácticas terroristas y de asesinatos políticos. Bajo esta premisa, el maximalismo como ideología, evoca a ideas deterministas y radicales. No obstante, no debiera ser así, tal y como indica John Moore, el maximalismo implica el planteamiento de alternativas y supone una “renovación y extensión del proyecto nietzscheano de transvaloración de todos los valores para abrir posibilidades a nuevas formas de pensamiento, percepción, comportamiento, acción y formas de vida, en definitiva, epistemologías y ontologías anarquistas”. Es una forma de cómo superar el nihilismo que, dentro de la filosofía, simplemente nos indica que “nada existe”. Esa transvaloración dentro del maximalismo, resulta un bloqueo para podernos interconectar con la sociedad a tal grado de llevarnos a la insensibilidad; es decir, la transformación que han dañado a los principios sociales al punto de establecer polos como “bueno” o “malo”. Por ello, es que Moore, plantea al maximalismo como una renovación de dicha transvaloración y no como una ideología superior. 

El cripto-maximalismo

El origen de bitcoin converge en un cúmulo de investigaciones, teorías e hipótesis de tipo social y tecnológico, pero sobre todo financiero a partir de las malas administraciones de los gobiernos que provocaron diversas crisis a través de los años. El estandarte de hacer valer la discrecionalidad dentro de las transacciones financieras dentro del mundo digital utilizando la tecnología, conllevó a la congregación de un grupo de entusiastas, estudiosos y desarrolladores a formular un sistema económico descentralizado utilizando la criptografía y ese “santo grial” descentralizado fue bitcoin.

El fenómeno de bitcoin resulta fascinante desde diferentes ángulos, puesto que ha provocado que el mundo deba replantear aspectos legales, financieros, económicos y sociales. Con el paso del tiempo, surgieron otras propuestas retomando los principios básicos de la idea de Nakamoto, el caso más destacado es el de Ethereum, un proyecto blockchain con su propio protocolo, que no sólo sirvió para diseñar un criptoactivo a través de un token conocido como ERC-20, sino también otorgó la posibilidad de tener productos adicionales, como la creación de contratos inteligentes.

La evolución de bitcoin y los criptoactivos conllevó una serie de acontecimientos de todo tipo que han derivado ciertas polémicas, sobre todo entre los principales representantes del ecosistema. Para ejemplificar, podemos revisar constantes batallas entre Adam Back, creador de HashCash y líder de los proyectos Blockstream, Liquidity Network, Blockstream Satellite y Elements; Roger Ver, uno los primeros inversionistas de empresas emergentes relacionadas a Bitcoin y promotor de Bitcoin Cash; o Vitalik Buterin, fundador y desarrollador principal de Ethereum. Los debates sobre bitcoin como única criptomoneda, tienen argumentos que van desde el protocolo descentralizado hasta la erradicación de conflictos de interés. Por el contrario, quienes defienden otras propuestas blockchain, justifican sus posturas argumentando los problemas tecnológicos que tiene bitcoin, como la escalabilidad, lentitud y otros inconvenientes para su adopción masiva, por ejemplo, está el caso de Bitcoin Cash, una bifurcación del protocolo de bitcoin que surgió en 2017 como consecuencia del desacuerdo sobre algunas funciones de bitcoin, principalmente, el tamaño de los bloques y el rendimiento de las transacciones.

El hecho de que cada vez más se observen posiciones encontradas, ha provocado la existencia de grupos que se han arraigado a ideas únicas y, por tanto, verdaderas (al menos en su entender) sobre la principal criptomoneda o protocolo que debiera prevalecer. Derivado de lo anterior, desde hace ya algunos años, se ha acuñado el término “maximalista”. Dicha etiqueta ha sido específicamente acotada para los defensores acérrimos de bitcoin que conciben su existencia como solución única y las demás propuestas basadas en otros protocolos en blockchain, simplemente, no tienen sentido. El maximalismo como ideología dentro del ecosistema de criptoactivos ha estado acotado sólo a quienes contemplan como único a bitcoin. No obstante, vale la pena mencionar que la antítesis bitcoin-maximalista, es decir, quienes no son considerados como tal, probablemente también puedan ser catalogados como tal puesto que, de ese lado, existen grupos fanáticos y radicales con el mismo comportamiento, aplicando las “neuronas espejo”, donde los individuos contrarios, replican las conductas del otro.

Para Vitalik Buterin, el maximalismo que recae en bitcoin, es una “ideología oligárquica de búsqueda de rentas que limita seriamente las posibilidades de la innovación en criptomonedas”. En contraste, para Max Keiser, otra figura importante dentro del ecosistema cripto y etiquetado como maximalista, el maximalismo en bitcoin permite entender que “su naturaleza disruptiva, es el límite disruptivo absoluto que puede alcanzar una moneda criptográfica y que ninguna moneda igualará el alcance de Bitcoin en la despiadada disrupción del sistema bancario global”. Uno de los casos más recientes se dio con Adam Back, quien catalogó a la red de Ethereum como un esquema Ponzi declarando lo siguiente a una periodista: “…el 70% del pre-minado lo dice todo. ¿Cuál dirías que es una estafa más grande, Ripple o Ethereum?”. Esto desató un revuelo en redes y declaraciones acaloradas, específicamente en Twitter.

El cripto-maximalismo salvaje

Entonces, vemos que la idea actual de maximalismo dentro del ecosistema es inconsistente con su ontología puesto que, más allá de la política, el maximalismo significa realizar experimentos los cuales se eligen con base en el deseo o interés y se interrelaciona con todas las áreas de la vida cotidiana que incluyen las formas de pensar, el pensamiento, acciones y relaciones; aspectos que sí vemos descritos en el Cyphernomicon, pero que, aparentemente no están siendo consistentes dentro del ecosistema actual. Dicha ideología pierde sentido cuando no permea en la conciencia de los individuos y no activa los deseos de libertad, sobre todo si en la práctica no se aboga por eludir la obediencia o la programación social. Y, aunque probablemente sea doloroso reconocerlo, el ecosistema es una industria llena de empresas las cuales, en muchos casos, deben cumplir con las imposiciones del estado. Por ningún lado, se observa un desmantelamiento genuino de la complejidad del control o de la totalidad originada por la coerción del poder mismo en sus diferentes variantes. En este sentido, el riesgo de un doble discurso puede ser muy alto, sobre todo en términos reputacionales y de credibilidad.

Entonces, si los intereses del colectivo se reducen a unos pocos que muestran intransigencia, descalificando y abogando solamente por lo que les conviene o incluso, por el ego que deja en un segundo término los beneficios de las personas, podemos hablar de un “maximalismo salvaje”. Utilizo el término de maximalismo salvaje, haciendo la analogía con el término de “capitalismo salvaje”, acuñado en la década de los 70’s, basado en un modelo reduccionista que enfoca los beneficios a los inversionistas, siempre importándose por la rentabilidad y que al final, destaca la brecha de desigualdad. Vale la pena destacar que, cuando me remito al concepto de capitalismo salvaje, no aludo bajo ninguna circunstancia a esa idea errónea de empresarios avariciosos versus los grupos de la “revolución bolivariana” o la “cuarta transformación mexicana”, simplemente retomo la brecha entre objetivos.

El economista Bernardo Kliksberg destaca que, el capitalismo salvaje, se centra básicamente en buscar la rentabilidad donde ganen los inversionistas y con una visión de corto plazo. Un fenómeno parecido podría estar sucediendo en el ecosistema de Finanzas Descentralizadas, mejor conocido como DeFi donde, quienes están creando un sinnúmero de tokens descentralizados, están siendo respaldados por fondos de capital de riesgo (Venture Capital) con el objetivo de generar utilidades en muy corto tiempo (remítase al caso de yearn.finance) o en casos más drásticos y lamentables, tenemos el ejemplo del token Sushi. Pero bitcoin tampoco se salva de estos grupos que mueven capitales en grandes cantidades, de hecho, no es ninguna novedad la existencia de un pequeño grupo que tienen en su poder cuantiosos montos de bitcoins (por diferentes razones), por ejemplo: Bitfinex, los gemelos Winklevoss, Gavin Andresen, Roger Ver e incluso, la Oficina Federal de Investigación (FBI) y Bulgaria.

Por lo tanto, el maximalismo salvaje contextualizado en el mundo de los criptoactivos, destaca esa divergencia significante entre, quienes buscan imponer ideales al grado de evidenciar una especie de ceguera dejando de lado al colectivo que tienen el deseo de promover blockchain y, quienes abogan por la experimentación de aplicaciones con dicha tecnología aplicando un enfoque integral, genuino y propositivo. Recientemente, desde la comunidad en Venezuela, realizó una interesante discusión en donde se analizaron los problemas del maximalismo. De la mano de Anibal Garrido y Ezio Rojas, se reflexionó sobre quienes promovían el uso de bitcoin a partir de los ideales originales de bitcoin y en qué se ha convertido actualmente, sobre todo después de la euforia 2017 y, cómo es que muchos proyectos y personalidades perdieron el rumbo toda vez que se generaron utilidades millonarias.

Los inconvenientes del cripto-maximalismo

A pesar de que la comunidad de criptoactivos aún es pequeña a nivel mundial, con el paso de los años, la evolución del ecosistema ha evidenciado una fragmentación por pensamientos encontrados, al punto de encontrar posturas radicales no sólo de bitcoin, sino de quienes no comulgan totalmente con su funcionamiento. Por ejemplo, algunas ideas opuestas a bitcoin, sugieren que bitcoin probablemente sea el activo más centralizado, precisamente por lo se mencionó anteriormente, que la mayor cantidad de bitcoin se encuentra en manos de unos cuántos. En el otro extremo, quienes abogan por plataformas como EOS, Augur o Ethereum, consideran que no tener la apertura a la implementación de nuevas actualizaciones en el protocolo, evita el progreso de la tecnología.

Un protagonismo en ambos extremos, hace que no sólo se ponga el título de maximalista a quienes están a favor sólo del uso de bitcoin, sino también a los defensores de otras tecnologías. La postura de “estar con él o conmigo” de manera impositiva, en cualquier caso, resulta nocivo e incongruente para quienes abogan por mayor inclusión financiera o democratización.

El problema de toda esta disputa, recae en las fuertes posiciones que cada vez son más pronunciadas y pareciera que, toda esta lucha está dejando de ser un debate equilibrado para convertirse en una “lucha de egos” donde la evolución de la tecnología y acciones propositivas, se encuentran en un segundo término.

El maximalismo multidireccional dentro del ecosistema (no sólo bitcoin), se ha reducido a una guerra de descalificaciones en donde, algunos, cuentan evidentemente con intereses económicos para promover sus propios productos o blockchain “novedosas”. Por ejemplo, una de las palabras preferidas dentro del ecosistema blockchain es: descentralización o disrupción. asimismo, también ha existido una fascinación por mencionar al “criptoanarquismo” como un antecedente ideológico que dio vida a las criptomonedas; pero dichos ideales resultan una falacia cuando contrastamos, por ejemplo, las explicaciones de estos “nuevos” maximalistas con el Cyphernomicon de Timothy C. May, quien muestra una agenda multidisciplinaria que va desde la necesidad de una criptografía sólida, sistemas PGP, telefonía digital, criptología, hasta activismo y política; y todo esto lo concatena para aterrizarlo con la necesidad de contar con la privacidad.

El cripto-maximalismo idealizado

Tal y como se describió en los párrafos anteriores, en un mundo definido por el poder, los intereses y deseos se tergiversan y se enfocan en acciones que buscan maximizar las ganancias y en control social. El maximalismo dentro del ecosistema, abogaría por aquel protocolo blockchain que no implique la opresión de ningún ente. Es decir, que no abogue por motivaciones ocultas de los individuos ni por mecanismos de poder. Moore recuerda que, el marxismo y freudismo son ideas que van en contra de las luchas “anti-ideológicas” del anarquismo maximalista.

El cripto-maximalismo idealizado, podría tener sentido en el momento en que se reconozca lo inútil de la retórica política como un mecanismo para transmitir los ideales de la usabilidad de los criptoactivos como una herramienta de liberación y disrupción; es decir, dejar de utilizar una labor de venta con tras una bandera de libertad.

Para quien se autoproclame como “maximalista” (el hacedor de verdad), sería interesante en todo momento, tener conocimiento si es que, la ideología que fundamenta, es la mejor forma de concebir la construcción de la verdad. Es decir, en su entender, ¿qué hace que aquello que no tiene lugar, por ejemplo, la existencia de otras blockchain, sea cierto? Existe una frase que, en el mundo blockchain prolifera: “No confíes, verifica” (Don’t trust, verify). En ese sentido, cualquiera que sea la ideología que se persiga, ésta debiera ser consistente con el sentido ontológico del maximalismo.

Conclusiones

Con el paso del tiempo, vemos que hay grupos radicales dentro del ecosistema que se contraponen. Pensar en ganar una batalla sobre cuál es el mejor protocolo o quiénes tienen derecho o no a opinar sobre el tema, tal vez sea una actividad ociosa mientras los retos por masificar la adopción quedan rezagados o en un segundo término. Tristemente observamos cómo es que, una comunidad que inicialmente abogaba por la democratización y un fin común, se ha tergiversado con actitudes radicales y descalificaciones. Los grupos de choque siempre existirán, no obstante, vale la pena seguir abogando por los principios fundamentales que otorga la tecnología. Es el maximalismo salvaje o tóxico, ese que se ha deformado, comienza a provocar disputas entre una comunidad que, en algún momento, estuvo unida por un fin común.

Como se revisó en este artículo, el maximalismo tiene una serie de cualidades que le dan sentido, de lo contrario, probablemente estemos desvirtuando dicho concepto. No se trata de bancarizar o desbancarizar, o de imponer un protocolo único; tampoco se trata de colocar una etiqueta “maximalista” por el simple hecho de no estar de acuerdo con una opinión. El objetivo fundamental debiera ser, simplemente, proveer mayores oportunidades en la trasferencia de valor y el ecosistema financiero en función de las bases ideológicas de lo que implica utilizar los protocolos criptográficos descentralizados. Dado que el maximalismo implica erradicar todos los mecanismos y formas de poder, desde los más grandes hasta los más ordinarios; “el maximalismo debiera seguir comprometido con la acción directa, el proyecto insurreccional y, por lo tanto, dado su rechazo de todas las formas de poder, autoridad y orden e ilegalidad”.

Finalmente, deseo concluir con la siguiente reflexión: la omnipresencia del poder se encuentra en la vida cotidiana, no sólo en alguna institución, figura, personaje o entidad; el maximalismo, en todo momento, debiera contrarrestar dicha realidad.