¿Deberíamos invertir diferente debido a las elecciones en EE.UU.?

El inversor promedio es muy sensible a las noticias. Es decir, el día a día afecta su estrategia de inversión. La elección del Presidente de los Estados Unidos es un evento muy relevante. Y esta elección, en particular, asusta. Hay una crisis política en los Estados Unidos. Eso es evidente. La sociedad está más dividida que nunca. Y las dos visiones no podrían ser más distintas. Si Trump obtiene su reelección, el país va por una dirección. Y si Biden gana, el país va por otra. Para colmo de males, Trump ha dicho que no se compromete a una transición pacífica. Es decir, son tiempos de mucha incertidumbre. Y la incertidumbre trae volatilidad a los mercados. ¿Qué debemos hacer como inversores? 

El inversor por necesidad debe ser optimista. Durante los últimos 200 años, han pasado muchas cosas. Muchísimas recesiones, guerras, desastres naturales, conflictos sociales, cambios tecnológicos, giros políticos, y algunas pandemias. Sin embargo, de algún modo u otro, el mundo sigue girando. Imaginemos por un momento tener 20 años durante la Segunda Guerra Mundial. Una persona, nacida en el 1920, habrá tenido 20 años en el 1940. Durante toda su adolescencia, lo que vio fue una larga y dolorosa crisis económica. Y, luego, a sus 20 años de edad, el mundo se embarca en una segunda guerra mundial. ¿Debería invertir su dinero? 

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El pesimista habría ahorrado todo tu dinero y lo habría escondido en algún lugar seguro. La desconfianza lo habría dominado. El oro y el efectivo son los activos preferidos de los pesimistas. Y el ahorro es la solución de los más conservadores. También se podría decir que la tierra es una opción. No es raro que en tiempos de incertidumbre surjan movimientos promoviendo la vida en el campo.

Por ejemplo. El padre de Warren Buffett, Howard Buffett, fue el típico inversor pesimista. Ahorro, oro y campo. Ultraconservador en lo político y ultraconservador en lo económico. Según Howard Buffett, el dólar, tarde o temprano, perdería todo su valor debido a los excesos de la Reserva Federal y el Gobierno. De hecho, pese a representar a Nebraska en el Congreso, compró una pequeña granja para poder cultivar su propia comida después del eventual colapso del dólar. Los libertarios en los Estados Unidos llevan muchísimo tiempo anticipando el colapso total del sistema. La solución es el ahorro y el oro. El enemigo moral es la inflación. 

Ahora bien, esa es la postura pesimista en el mundo de las inversiones. Los pesimistas siempre se están quejando de que todo está mal y hablan del futuro colapso en términos apocalípticos. Pero también están los optimistas. Los optimistas no se enredan la vida con debates políticos o consideraciones macroeconómicas. Los optimistas se ocupan de jugar el juego. Buscan los mejores activos e invierten en ellos. Así de sencillo. En este grupo, no prevalece mucho las frustraciones con la Reserva Federal y las querellas con el Departamento del Tesoro. No compran granjas en preparación para un mundo apocalíptico. Los optimistas invierten en buenos negocios. No tienen quejas, sino que tienen estrategias.  

A diferencia de su padre, Warren Buffett es un inversor optimista. Él colocó su dinero en Wall Street. Ahora bien, supongamos que dos personas de 20 años en 1940 comenzaron a invertir. Uno es un inversor pesimista y el otro es un inversor optimista. El pesimista tiene todo a su favor para justificar su visión. El mundo en llamas. La incertidumbre está en todas partes. Solo teníamos que leer la prensa para saberlo. De hecho, había que estar mal de la cabeza para haber sido optimista en 1940. 

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Pero sigamos con nuestro ejemplo. Uno compró oro y lo guardó en un lugar secreto (debajo del manzano). El otro compró acciones de las compañías más importantes del momento. O sea, diseñó un portafolio de inversiones diversificado y balanceado. Lo que llamaríamos un fondo índice (index fund).

Ahora viene la gran pregunta. Estas dos personas estarían cumpliendo 100 años de edad este año. Amigo lector, ¿Quién tiene más dinero ahora? ¿El abuelo pesimista o el abuelo optimista? ¿El ahorrador o el inversor? ¿Qué vale más? ¿Lo que está debajo del manzano o lo que está en Wall Street? 

Hay dos maneras de invertir. Se invierte con pesimismo o se invierte con optimismo. Es decir, con miedo o con fe. Sin embargo, la historia es clara. Los optimistas hacen más dinero. La marea sube y la marea baja. Lo importante es seguir nadando. A veces nos va bien, a veces nos va mal. Pero la fortuna favorece a los pacientes. 

El periodo después de la Segunda Guerra Mundial ha sido el más próspero de toda la historia. Después del colapso puntocom, los mercados prosperaron. Después de la crisis del 2008, los mercados prosperaron. Todavía hay muchos pesimistas anticipando el fin. Desde los tiempos de Cristo, los pesimistas nos están advirtiendo del fin del mundo. Sin embargo, el mundo sigue. De un modo u otro, en contra de todos los pronósticos, los optimistas siempre terminan ganando. 

No hay que ser un genio para saber que las caídas que estamos viendo en los mercados en estos momentos se los debemos a la fortaleza del dólar. Al parecer, no tendremos un generoso paquete de estímulos antes del día de las elecciones, porque la cosa en el Congreso no está avanzando. La falta de liquidez genera una fuerte presión bajista a lo largo y ancho de la economía. 

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Ahora bien, si hay algo cierto en los mercados financieros, es que todo fluctúa. Es decir, los mercados se mueven en ciclos. Hoy el dólar está muy fuerte, pero seguramente nuevos estímulos llegarán después de las elecciones. Y eso animará a los mercados. Serán tiempos de volatilidad debido a la incertidumbre. Si la elección se vuelve muy cerrada, la cosa se podría complicar. En el peor de los casos, tendríamos varios meses de gran tensión política. Lo que dispararía la volatilidad. 

¿Qué hacer? Lo mejor es seguir haciendo lo mismo de siempre. Es decir, ignorar la volatilidad y no caer en el miedo. Lo más sensato es esperar que las aguas retornen a su cauce. Es posible que las cosas se compliquen por un tiempo y se genera un clima de tensión. El mercado podría entrar en pánico. Pero un inversor inteligente debe mantener su optimismo intacto. Todo pasa. Y esto también pasará. Habrá días buenos y días malos. Pero la estrategia debe ser la misma. Hay que seguir. No podemos perder la fe en el futuro. Este mundo es de los optimistas.