Criptolandia y su momento “Lehman Brothers”: ¿No se suponía que éramos diferentes?

 

La promoción constante y frenética por parte de los participantes ha creado una especie de culto. Se ha solidificado un credo irrefutable en la mente de muchos: La tendencia siempre es alcista. La volatilidad es pasajera. Este optimismo dogmático conlleva al delirio. En consecuencia, la prudente administración del riesgo se considera un signo de pesimismo tonto. ¿Cuál riesgo? “El único riesgo es no invertir en Bitcoin”. “Bitcoin es un refugio seguro”. “El que no vende, no pierde”. “Hodl”. En otras palabras, la comunidad cripto está cometiendo los mismos errores de siempre. Ningún error aquí es nuevo. Se trata de la misma patología que creó la burbuja puntocom y la burbuja hipotecaria. La ilusión de invencibilidad. La ilusión de que nada puede salir mal.

Los “revolucionarios” siempre prometen mejores resultados que la elite establecida. En criptolandia, siempre se vende la idea de que se está construyendo una especie de utopía libertaria mejor que el malvado sistema actual de los gobiernos y los bancos. Los bitcoiners siempre hablan del rol de los bancos durante la crisis del 2008-2009. Siempre hablan de la crisis financiera de Chipre y del corralito en Argentina. “Bitcoin fix this”. ¿No? Alex Mashinsky, CEO de Celsius, estaba en todas las conferencias y en todos los eventos ostentando su franela con la frase “Banks are not your Friends”. Alex promovía, prometía y predecía. “Bitcoin alcanzará 100 mil dólares en marzo del 2022”, dijo en un debate con Peter Schiff. “Jeff Bezos, Warren Buffett, Steve Jobs… Todos piden crédito usando sus activos como colateral”.

Durante la burbuja inmobiliaria, las personas usaron sus inmuebles como colateral pensando que el mercado subiría para siempre. Ese optimismo irracional los llevó a asumir mucho riesgo. A nadie se le ocurrió que los precios de los inmuebles podrían bajar sustancialmente. Volvemos a lo mismo. Tendencia alcista. Volatilidad pasajera. En semejantes condiciones, el crédito es dinero fácil. Se asume una deuda en fiat para adquirir un activo subiendo de precio. O sea, se disfruta hoy. Se paga mañana con las ganancias. En este contexto, el riesgo normalmente es falta de liquidez. En otras palabras, no hay la suficiente estabilidad monetaria para poder responder con las obligaciones en el caso de una caída demasiado violenta en el precio de los colaterales.

¿Qué pasó durante la burbuja inmobiliaria? La derecha culpó a la Reserva Federal por imprimir “dinero de la nada”. La izquierda culpó a la falta de límites y regulaciones para los bancos. Ambos bandos, sin embargo, coinciden en que la codicia corporativa, la indulgencia de los políticos y la ingenuidad del público jugaron un rol importante en la crisis. Lo más seguro es que todos, en cierta medida, tienen la razón. Semejante colapso rara vez tiene una sola causa. Sin embargo, ese meollo se puede resumir de la siguiente manera: Mucha deuda. Mucho riesgo.

La codicia te hace cometer imprudencias, porque te ciega con un optimismo iluso. Las personas picadas por ese moquito sufren de un falso sentido de seguridad. Sobrestiman sus capacidades de análisis. Y se creen demasiado inteligentes para fallar. Durante un boom, la mayoría piensa que el mercado subirá para siempre. La confianza en el futuro es infinita. Como Icario, los eternos alcistas piensan que son invencibles. ¿Suena familiar?

Los mineros, los exchanges, la prensa, los fondos y los capitalistas de riesgo saben muy bien que el negocio de la rebeldía vende mucho. Tenemos el caso de Celsius, por ejemplo. ¿Qué hacía Celsius? Tomaba el dinero de sus clientes y ofrecía tasas sumamente atractivas. Pero para poder ofrecer semejantes tasas tuvieron que tomar muchos riesgos. Sin embargo, esto no es lo que se decía en público. Celsius se representaba como un héroe de la revolución. Los chicos buenos luchando contra los bancos. En la práctica, sin embargo, funcionaba como un banco no regulado. Lo que implica que los fondos no estaban asegurados. No contaban con la suficiente liquidez. Y la posibilidad de bancarrota era real. Los verdaderos perjudicados, por supuesto, son los clientes de Celsius ¡Qué viva la revolución!

Claro que esta comunidad lamentablemente no es muy solidaria con el compañero caído. La costumbre por defecto es culpar a la víctima. Muchos de las personas que han perdido sus ahorros en los proyectos caídos en este momento Lehman Brothers del ecosistema cripto la única forma de apoyo que han recibido ha sido un “te lo dije” y un discurso trasnochado sobre la responsabilidad personal. La alternativa considerada más noble es colocar el dinero debajo del colchón. O sea, la autocustodia. La respuesta de muchos ante esta crisis ha sido “compra la caída” y “conserva tus llaves”.

Uno podría asumir que después de semejantes golpes, el mercado ganaría un poco de humildad y perspectiva. Pero me atrevería a decir, por las cosas que se leen en las redes, que todavía no estamos en esa etapa. Aún se respira un tono festivo en los tuits de muchos de estos llamados influencers. Todavía Ícaro vuela feliz por los cielos confiando en su futuro indestructible. Irónicamente, Wall Street en estos momentos está demostrando más sobriedad, prudencia y mesura que criptolandia. Este estado de negación nos podría estar indicando que aún falta mucho dolor por delante.

De pronto, necesitamos un revés mucho más trágico e inesperado para poder realizar como mercado que el exceso de confianza es contraproducente. Todo inversor necesita administrar el riesgo. Todo inversor necesita cierta estabilidad monetaria en su portafolio. Un mercado maduro acepta la posibilidad de que los precios pueden bajar. Y acepta que la recuperación puede durar más de lo esperado. No es cuestión de ser pesimista ni bajista. Es cuestión de invertir con sensatez y estrategia, sin caer en falsas expectativas. 

¿Qué hacer? Actuar con responsabilidad. Todos están en su derecho de enamorarse de su activo preferido. La idolatría es gratis. Sin embargo, todo tiene sus límites. Este mercado también tiene que pensar en el inversor. Si sabemos que vienen tiempos duros, lo mejor es dar el mejor consejo. Por ejemplo.¿Ya el S&P 500 bajó lo que tenía que bajar? No, lo más seguro es que el piso está más abajo. ¿Cuándo comenzará la recuperación? ¿Cuándo se volverá a alcanzar el máximo histórico? Aún no lo sabemos. Entonces, lo mejor es actuar con mucha prudencia, porque los mercados bajistas que coinciden con una recesión tienden a durar más tiempo.  

Como la hormiguita en la fábula de la cigarra, los inversores en estos momentos están acumulando efectivo preparándose para el invierno. Se están reorganizando los portafolios. Se están reestructurando las deudas. Se está acumulando liquidez para poder sobrevivir a lo que viene. No es momento de comprar a lo loco. Por ende, muchos inversores están a la expectativa en busca de mayor claridad.

¿Qué pasaría si Bitcoin baja un 50% más? ¿Cómo nos va? Si no salimos bien parados en este escenario hipotético, estamos haciendo algo mal. Llegó el momento de tomar medidas preventivas. ¿Qué pasaría si mi plataforma favorita se declara en bancarrota? ¿Cuánto dinero pierdo? Si el riesgo supera el beneficio, no vale la pena. Lo mejor es mover esos fondos a lugares más seguros. Somos mejores cuando escuchamos a los mejores ángeles de nuestro carácter. La codicia, por otro lado, nos hace asumir más riesgos de los que realmente podemos tolerar por el miedo a perder oportunidades. En lo personal, prefiero pedir oportunidades que perder mi dinero.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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