¿Es el momento de tener una única moneda en Latinoamérica?
Con la propuesta ya colocada sobre la mesa para el desarrollo y puesta en circulación de una moneda común entre Brasil y Argentina, vuelve al escenario geopolítico y económico, tal iniciativa que registra incluso ya un precedente con el Sucre.
Tal como señalamos en una anterior oportunidad, diferentes expertos y personalidades han debatido y opinado sobre esta iniciativa que sin duda podría marcar un antes y un después en la historia económica latinoamericana. En esta oportunidad, a través de una reseña de un artículo de RT que aborda sobre si realmente Latinoamérica está lista para una moneda común, recogemos los puntos más interesantes que compartió RT a partir de una entrevista con Charles Giuseppi, politólogo venezolano con maestría en Relaciones Económicas Internacionales.
En primer lugar, cabe destacar que a pesar de tratarse sobre un asunto que debe superar distintas etapas y dificultades, más allá de las simpatías políticas, la propuesta surge en un contexto que pudiese ser favorable para la toma de decisiones, sobre todo, ya que ahora son presidentes Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y de Gustavo Petro en Colombia, quienes están a favor de la integración latinoamericana, para disminuir la desigualdad y mejorar la economía regional.
Vientos a favor
Un punto importante para analizar sobre el contexto en que se encuentra esta nueva propuesta, es la postura clave de Lula, que como mandatario electo de Brasil -la mayor economía regional y de gran influencia global- ha dejado claro que una moneda común sería fundamental para que América Latina se independice del dólar.
Asimismo, menciona que a esa visión se suma la del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que también resulta clave, al ser la segunda economía más fuerte de Latinoamérica, y con una ubicación geopolítica que impacta sobre Centroamérica y sus vecinos del Norte: EE.UU. y Canadá.
Hacia el Cono Sur, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, país de gran influencia en el Mercosur, ve con buenos ojos el proyecto. Sin embargo, su par de Chile, Gabriel Boric, aunque no descarta la idea, se muestra más tímido al considerar que es un tema “muy complejo”. Otros actores como Uruguay y Paraguay, con gobiernos conservadores, de momento no se pronuncian; mientras que Bolivia podría ser más cercano a la idea, y Perú, aún todavía en plena crisis de gobernabilidad, es una incógnita.
¿Es factible?
Es este sentido, es de mencionar que las manifestaciones a favor de esta propuesta abren las puertas a un proyecto que podría colocar a la comunidad latinoamericana como un gran bloque de poder económico y geopolítico, el único por detrás de la eurozona tal como lo mencionó el portal Financial Time (FT), y que además de autosustentarse y complementarse, tendría la capacidad de exportar energía, alimentos, minerales, materias primas y diversidad de rubros.
De acuerdo a Charles Giuseppi, para llegar a una propuesta de esa magnitud se necesita algo más que una promesa, es decir, según él, se requiere voluntad política y que no sea solamente de los gobiernos. “Es necesario que el tema sea la expresión de la voluntad del Estado, de manera que cuando un gobierno termine su ciclo, el sistema monetario se mantenga y no sea abandonado por diferencias ideológicas o políticas, lo que generaría retroceso”, como sucedió con Unasur, alegó el especialista.
Dicho esto, Giuseppi advierte que sobre la fragilidad que podría significar un sistema financiero basado solo en buenas relaciones políticas, lo ideal es plantear el proyecto con base en un acuerdo de “armonización de las políticas económicas”.
Sugiere que antes de sacar la moneda, se debe crear por consenso “un gran centro de investigación económica” financiado por los gobiernos, “para pensar bastante y bien, por al menos dos años, sobre cómo, cuándo, dónde y bajo qué condiciones nacerá el sistema común”, explicó.
En esa línea, comentó que para que naciera el euro se dieron debates a partir de 1950 y fue solo hasta el 2001 que fue viable. “Un sistema de compensación único es un gran desafío, pero no imposible y lo podemos llevar adelante”, sostiene.
¿Por qué es un gran desafío?
Giuseppi detalló que la moneda común será viable solamente si los gobiernos están dispuestos a sortear dificultades y riesgos, como asumir que no tendrán control sobre las políticas domésticas y que las decisiones económicas las tomará la instancia que administre el sistema regional.
En otras palabras, señala que esto requiere que los países aprueben la armonización de las políticas de los bancos centrales y que los gobiernos acaten normas en igualdad de condiciones, que genera el riesgo de crear conflictos internos en cada país para atender sus particularidades, sobre todo en una región donde las mayorías son pobres y desiguales.
“En América Latina tenemos economías muy disímiles”, mencionó Giuseppi, al señalar que una de las dificultades, será crear una política fiscal monetaria común.
Solo en el bloque suramericano, explica, hay notables diferencias financieras entre los países. Por un lado, están Argentina y Venezuela, que actualmente sufren procesos inflacionarios importantes y una dolarización de facto con características internas propias; y por otro, están economías más estables, pero con complejidades como Brasil, Paraguay, Perú, Uruguay, Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador (que usa el dólar como moneda oficial).
Una salida agrega Giuseppi, es que Brasil tome la batuta y lidere la armonización de las políticas económicas, porque su modelo se centra en la “enorme” producción agroindustrial, la fortaleza de la pequeña y mediana industria, la exportación de alimentos y recursos energéticos.
Para poder “pensar realmente en la viabilidad del proyecto”, también se deben observar complejidades como la maduración de las estructuras políticas, sociales y económicas de cada país.
¿Por qué no dolarizar?
A juicio de Giuseppi, dolarizar es una propuesta que surge del desconocimiento. “El dólar puede que facilite algunas transacciones, pero no soluciona los problemas. Es una moneda que no nos pertenece, que controla EE.UU. y asumirlo es entrar en una dependencia estructural que sería impactada por las decisiones de la Reserva Federal, sus tasas de interés y pasaríamos a una suerte de tutelaje monetario”, dijo.
Por otro lado, Giuseppi señaló que la dolarización solo oxigena la economía en momentos de debilidad, como la hiperinflación que sufrió Venezuela, pero “no produce riquezas”, aclaró.
“Ecuador, por ejemplo, que probó la dolarización hace años, sigue con los mismos niveles de pobreza de antes. Lo que mejoró sus condiciones de vida fueron las políticas sociales que ejecutó el expresidente Rafael Correa”, comentó el experto.
Adicional, Giuseppi mencionó que el uso del dólar en la vida diaria genera distorsiones en la economía. “En Venezuela, por ejemplo, para comprar algo de 1,5 dólares, se debe combinar con bolívares, adquirir otro producto que no deseas para completar a 2 dólares, o recibir un caramelo de cambio”, expresó.
“En países periféricos, el dólar es una moneda espejo, no puede existir sin depender de una moneda local, que lo soportan y le dan transitabilidad. Tiene limitantes en su operatividad y no termina de dominar la escena. Los billetes se deterioran y los rechazan”, agregó.
Para tratarlo con cuidado
Giuseppi considera que la región debe afrontar con cautela el reto de la moneda única. “Es un enorme desafío que los latinoamericanos debemos asumir sin que nos tiemble la mano, para solucionar nuestros problemas monetarios, darle un empujón hacia arriba a nuestras monedas y encaminar la economía”, sostuvo.
Para lograrlo, destacó que hay errores que no se pueden cometer, como improvisar, condicionar el proyecto a simpatías políticas, usar el dólar como referencia y no informar a la población.
Por último, Giuseppi agregó que también hay que revisar las experiencias del Euro, que aunque es el paradigma de unificación monetaria, se está fracturando. “Por eso, cualquier proyecto de integración debe mirarse con mucha cautela”, concluyó.
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