¿Es posible crear una moneda “universal” sin el Gobierno?

Las monedas privadas no son un fenómeno particularmente nuevo. De hecho, han existido por miles de años. Normalmente, asumimos que la creación del dinero siempre ha sido el privilegio de los soberanos. Sin embargo, esta es una noción bastante incompleta. La verdad es que el dinero como tal siempre ha sido un universo de distintas formas de dinero operando simultáneamente. En muchos casos, estas “formas” han sido el resultado de iniciativas ciudadanas. En muchos casos, estas “formas” han sido el resultado de iniciativas estatales. Y, en otros casos, ha sido el resultado de alianzas entre lo privado y lo público. Lo que hace la aspiración de crear una moneda (ciudadana) universal y sin Gobierno algo realmente difícil. Es decir, el maximalismo la tiene difícil. Solo Bitcoin. Para todos. Y sin Gobiernos. ¿Acaso es posible?

Antes de la invención del dinero, el trueque no era tan común como se piensa. De hecho, el regalo y la violencia eran mucho más comunes. Por lo general, una economía de regalo funcionaba dentro del grupo. Y la guerra funcionaba fuera del grupo. El regalo, por supuesto, es un mecanismo de colaboración social sumamente personal. Se podría decir que la familia moderna todavía conserva algunos aspectos de esta tradición no monetaria. En otras palabras, los padres no siempre cobran dinero por los servicios prestados. En fin, antes de la invención del dinero, normalmente, se ayudaba al amigo y se luchaba contra el extraño.

El dinero es una tecnologia social que surgió como un instrumento transferible e impersonal de colaboración sin violencia. Eso tuvo dos efectos importantes. En primer lugar, podemos obtener bienes y servicios de extraños por vías no violentas. En segundo lugar, podemos obtener bienes y servicios por vías extrafamiliares. O sea, nuestra sobrevivencia ya no depende (necesariamente) de nuestra familia o de nuestra tribu. Esto trajo como resultado que el hijo del granjero pudiera desafiar a sus padres, salir por la puerta, e ir a la ciudad a trabajar por cuenta propia en algún oficio honesto. Entonces, se podría decir que, por un lado, el dinero es esencialmente un invento individualista, democrático y liberador. Y, por el otro lado, es un invento abstracto, impersonal, frío y mercantil.

El trueque es obviamente una opción. Pero es muy ineficiente. Y claro que podemos construir una economía de regalo con un extraño. Esta es la solución de los hippies. Pero depender de la generosidad de un extraño implica un gran riesgo y muchas incomodidades. Porque el favor de un extraño normalmente implica una deuda moral y una concesión. Cualquiera sabe que es mejor deber dinero que deber favores. No es un método muy eficiente. 

Si un extraño nos da un regalo, es posible que el gesto sea de nuestro agrado. Después de todo, los actos de generosidad son muy bonitos. Pero a caballo regalado no se le revisan los dientes. Lo que implica que ese regalo hay que aceptarlo como venga. En muchos casos, nuestros gustos personales deben pasar a un segundo plano por respeto y amabilidad. Luego, si esa persona nos pide un favor, nos podemos sentir en la obligación moral de ayudar por agradecimiento. Sin embargo, el valor del regalo no siempre se corresponde al valor del favor solicitado. Por tratarse de un extraño, aún no conocemos muy bien su carácter. Entonces, es muy difícil distinguir al honesto entre tantos aprovechadores. En conclusión, estos mecanismos son aceptables a pequeña escala. Pero, a gran escala, suelen terminar mal.

El Estado soberano siempre ha sido el candidato natural a la hora de crear el dinero por varias razones. En primer lugar, tiene el monopolio de la violencia. Lo que implica que tiene el poder de hacer cumplir contratos. Y tiene la capacidad de garantizar la seguridad y custodia de activos valiosos. Lo que es muy importante para el comercio y el transporte. En segundo lugar, el Estado suele ser el empleador más grande de su jurisdicción. Adicionalmente, suele ser el consumidor más grande, el acreedor más grande y el deudor más grande. Y, como todos debemos pagar impuestos por los servicios que ofrece, también es el cobrador más grande. Entonces, no es del todo insensato asumir que las “notas” del Estado sirvan como dinero. 

Supongamos que somos viajeros frecuentes. Y, por alguna razón, nuestra aerolínea predilecta nos paga con puntos de su programa de fidelidad. Esos puntos, en realidad, son números en una base de datos. De hecho, se podría decir que es “dinero de la nada”. Sin embargo, esos puntos en realidad son crédito. Son un pasivo para la aerolínea y un activo para el viajero. Y funcionan, porque existe una relación comercial entre la aerolínea y el viajero. Tarde o temprano, el viajero consumirá esos puntos. Entonces, en realidad, no es “dinero de la nada”. Es crédito. ¿Me explico?

La capacidad de crear crédito del Estado se relaciona a su capacidad de recaudar impuestos. Pero eso no significa que los privados no pueden tener relaciones similares entre sí. Amazon puede tener su propia Gift Card o su propia tarjeta de crédito, por ejemplo. Los casinos en Las Vegas emiten fichas para sus clientes. Los Médicis, en la Italia del Renacimiento, escribían “letras de cambio”. Y los bancos estadounidenses en el Siglo XIX emitían sus propias notas sin la supervisión de un banco central.

Ahora bien, el dinero estatal tiene sus ventajas y sus desventajas. Y el dinero “privado” tiene sus ventajas y sus desventajas. Los Estados han abusado de su poder con frecuencia. Los privados también han abusado de su poder con frecuencia. Tanto los experimentos completamente privados, como los experimentos totalmente estatales, han fracasado en el pasado. Lo que mejor ha funcionado hasta ahora es el sistema híbrido. O sea, la alianza entre lo privado y lo público. Banca privada con regulación pública. De esta manera, ambos bandos establecen un equilibrio con chequeos y balances.

Cada vez que tenemos una crisis financiera, sin embargo, surgen tensiones políticas. Y siempre hay grupos proponiendo una “insurrección monetaria” para desatar una insurrección política. No es raro que los sectores antiestatistas propongan la creación de una moneda ciudadana como una forma de emancipación. Unos proponen la toma total del Estado. Y otros proponen la eliminación total (o reducción radical) del Estado quitándole su poder sobre el dinero. En el fondo, es un asunto político. 

Ahora bien, la creación de una moneda ciudadana es perfectamente factible. De hecho, se hace todo el tiempo. Pero crear una moneda ciudadana y pretender que esa moneda tomará al mundo por completo en el contexto de una utopía libertaria (sin Gobiernos) es algo muy distinto. Un anillo para gobernarlos a todos. Aquí ya estamos entrando en el campo del mesianismo político. Imaginemos por un momento que Amazon insiste en imponer su Gift Card como la única forma de pago a nivel mundial. Esas serían palabras mayores. Me encanta Amazon. Y uso su Gift Card. Pero también disfruto la diversidad. En fin, crear una moneda “universal” sin el Gobierno no es tarea fácil. ¿Una opción única y total? ¿Sin los chequeos ni los balances del sistema democratico? Bitcoin para el desayuno, el almuerzo y la cena. Suena como una utopía diseñada por la escritora Ayn Rand que, tarde o temprano, se convertirá en una distopía orwelliana. 

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